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Santiago Navajas

Los Óscar del buen rollo

Este domingo será recordado por una ceremonia de los Óscar muy políticamente correcta y multicultural.

Este domingo será recordado por una ceremonia de los Óscar muy políticamente correcta y multicultural.

Este domingo será recordado, cinematográficamente hablando, por la muerte de Alain Resnais. El maestro francés revolucionó el cine junto a Marker o Agnes Varda, en la corriente denominada Rive Gauche, y sus colegas de la Nouvelle Vague, Godard, Truffaut y Rohmer, realizando algunas películas extraordinarias, como El año pasado en Marienbad e Hiroshima, mon amour, que pasarán a la historia del cine por su riesgo formal y su valor moral. Como su documental sobre los campos de concentración nazis, Noche y niebla, o el corto por el que ganó un óscar hace años, dedicado a Van Gogh.

Este domingo también será recordado, por cierto, por una ceremonia de los Óscar muy políticamente correcta y multicultural. Con un buen nivel cinematográfico general, tengo que decir que casi todos los premios me parecieron acertados. Las grandes favoritas eran Gravity y 12 años de esclavitud, que se repartieron equitativamente los premios a mejor director y mejor película: un latino y un negro triunfando en Hollywood. Sin duda, un gran día para la reivindicación comunitaria de esas minorías en Estados Unidos. Vencedores en buena ley sin rastro de discriminación positiva. Thomas Sowell puede estar tranquilo.

Estaban tan edificantes y de buen rollo los académicos que prefirieron el enternecedor e inspirador documental 20 Feet From Stardom, sobre unas cantantes negras y su lucha por el triunfo, al estremecedor y brutal The Act Of Killing, sobre el genocidio indonesio. Resnais, que tan amante era de los musicales y el cine norteamericano, igual lo hubiese bendecido. En la misma línea de relato moralmente elevado se encuentra el corto documental The Lady In Number 6 Music Saved My Life, sobre una superviviente de los campos de concentración, Alice Herz Sommers, que a sus 110 años todavía toca maravillosamente el piano.

Una gala en la que las actrices disfrutaron de su cuota de narcisismo a la moda: destacaron Penélope Cruz y la gran favorita, Cate Blanchett, que ganó para ella y la extraordinaria película de Woody Allen, Blue Jasmine, el Óscar a Mejor Actriz. Matthew McConaughey ganó no sólo por su interpretación en Dallas Buyers Club sino por su gran presencia en series de televisión como True Detective y una pequeña pero impresionante aparición en El Lobo de Wall Street, lo que le sirvió para arrebatarle el premio al gran perdedor, una vez más, Leonardo di Caprio, que cada día se parece más a Cary Grant: es un buen y guapo actor al que no premian ni a tiros.

El resto de premios fue a películas destacables por su originalidad y buena factura, por ejemplo Her (Spike Jonze) y La gran belleza (Paolo Sorrentino). Creo que a Alain Resnais, sobre todo un estudioso del ser humano, le hubiese gustado esta panoplia de reflexiones antropológicas hechas cine dirigidas hacia lo más oscuro del pasado de la especie, 12 Años de Esclavitud, y nuestro más esperanzador futuro, Gravity.

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