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Percival Manglano

La Liga de Fútbol Social

Año 2021. La presidenta del Gobierno es Susana Díaz. Estamos en el Estadio Pablo Iglesias (antes Santiago Bernabéu).

Año 2021. La presidenta del Gobierno es Susana Díaz. Estamos en el Estadio Pablo Iglesias (antes Santiago Bernabéu).

Es el año 2021. La coalición PSOE-IU lleva dos años en el poder. La presidenta del Gobierno es Susana Díaz, quien se encuentra esta noche en el Estadio Pablo Iglesias (antes Santiago Bernabéu). Desde el césped, saluda con efusión a los miles de espectadores que le aclaman desde las gradas. Todos los focos se centran en ella, pero en la penumbra se vislumbra un mar de banderas republicanas, sindicales y partidistas sacudiéndose con estrépito. Díaz avanza hacia el escenario que está montado en un lateral del campo. Sobre él aguardan varias filas de altos cargos del Gobierno aplaudiendo con sonrisas de emoción. Al llegar a la base del escenario, Díaz pega un brinco y se sube a una plataforma que le eleva directamente al atril desde el que dará su discurso.

Hoy es un día especial. Se cumple un año de la nacionalización de la Liga de Fútbol Profesional, llamada ahora Liga de Fútbol Social. Repentinamente, se hace el silencio y Díaz empieza a hablar mirando fijamente al piloto rojo que le indica cuál es su cámara (el acto se está retransmitiendo en directo por todas las cadenas públicas de televisión):

Queridos ciudadanos y ciudadanas del Estado español:

Nos dijeron que estábamos locos. Nos dijeron que no debíamos traspasar esa frontera. Nos dijeron que no podíamos. Pues bien, hoy he venido aquí a deciros con orgullo y con responsabilidad social que… ¡SÍ SE PUEDEEEEE! (el público ruge y entona el canto ritual: "Sí se puede", "Sí se puede"…).

Me acuerdo como si fuese ayer de cómo empezó todo. Yo estaba aún en el Gobierno de Andalucía y, con nuestros compañeros de IU, empezamos a dar pasos decididos para enfrentarnos a las más terribles injusticias sociales. Primero expropiamos pisos. Luego nos enfrentamos a la reaccionaria Iglesia Católica y conseguimos que la catedral de Córdoba –hoy Centro Multicultural e Interreligioso– fuese expropiada y declarada de titularidad pública, es decir, de todos. A partir de ahí, todo fue muy rápido: la Junta expropió la plaza de toros de Sevilla (¿cómo íbamos a dejar que fuese propiedad de la Real Maestranza, una corporación nobiliaria?), la Feria de Abril (¿cómo íbamos a dejar que hubiese casetas privadas que reservasen el derecho de admisión?), las chirigotas del carnaval de Cádiz (¿cómo íbamos a dejar que se burlasen sistemáticamente de los líderes sociales?)…

En 2019, por fin, llegamos al Gobierno del Estado español. Y nos dimos cuenta de que el último bastión de la desigualdad social radicaba en la liga de fútbol. La Liga hacía de las victorias de unos equipos sobre otros un lamentable espectáculo. Los que ganaban solían ser, además, los más ricos. Y las grandes estrellas de fútbol ganaban miles de veces más que el trabajador medio. ¿Dónde estaba la igualdad en este sistema? Nuestra conciencia social nos impidió mantenerlo ni un minuto más. Por eso tomamos la valiente decisión de aprobar el decreto de expropiación de todos los clubes de fútbol en el Estado español y la creación de una Liga de Fútbol Social.

Como sabéis, la Liga depende ahora del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que tan magníficamente dirige Juan Manuel Sánchez Gordillo; os pido un fuerte aplauso para el compañero Gordillo (aplausos atronadores). El sistema que ha puesto en marcha para evitar desigualdades es digno de elogio. Todos los equipos tienen el mismo presupuesto y todos los jugadores ganan lo mismo. Los partidos se juegan a puerta cerrada (salvo para los afiliados del partido y del sindicato) y, una vez terminados, un comité del ministerio se reúne para decidir quién ha ganado y con qué marcador. Los presidentes de los clubes participan en dicho comité para ayudar a alcanzar un consenso. Y, hablando de presidentes, quiero compartir con vosotros una magnífica noticia: el Consejo de Ministros nombrará este viernes al nuevo presidente del Social Madrid, en cuyo estadio nos encontramos hoy. Se trata de… ¡Alfredo Pérez Rubalcaba! Un aplauso para el compañero Alfredo, cuyos más altos anhelos por fin han sido colmados (tímidos aplausos; algún pito; alguien grita: "¡Retírate ya!").

Termino ya, compañeras y compañeros. Y lo hago para denunciar a los insolidarios que están organizando ligas ilegales de fútbol con las antiguas reglas. Dejadme ser muy clara al respecto: no toleraremos ni una sola disidencia, ni un solo desafío al Estado por parte de aquellos integrantes de la derecha más rancia para los que la desigualdad es la base de toda su acción. El Gobierno ya está preparando una reforma del Código Penal para asegurar que los organizadores, jugadores y espectadores de estos partidos ilegales sean castigados como se merecen.

Y es que, compañeros y compañeras, este Gobierno tiene muy claro que el Estado español será social o no será. ¡Muchas gracias!

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