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Rosa Belmonte

Liza con Z

Se casó en cinco ocasiones, dos de ellos bisexuales y uno le llevó por la mala vida. Sobre el escenario resulta inconfundible.

Se casó en cinco ocasiones, dos de ellos bisexuales y uno le llevó por la mala vida. Sobre el escenario resulta inconfundible.
Liza Minnelli en los Premios Óscar | Archivo

"No te tomes muy en serio a ti misma. Tómate mejor una hamburguesa". La frase es de Liza Minnelli. Y tiene una explicación. Hace muchos años, Liza había llegado a casa llorando por una maldad que otros niños habían dicho de Judy Garland. La reacción de esta: "La gente va a decir lo que quiera. Déjales que digan lo que quieran. Y tú y yo nos vamos a comer una hamburguesa". No consta que después de la ceremonia de los Óscar, se zampara una. Pero esa es su concepción de la vida. Aunque no le hizo gracia, Minnelli no se ofendió con el chiste de Ellen DeGeneres ("Es usted el más alucinante imitador de Liza Minnelli que he visto en mi vida"). Antes debería haberse ofendido por el cutre homenaje a El mago de Oz, para lo que estaba en el Dolby Theatre con sus hermanos. Ni siquiera se molestó porque la taparan y no la dejaran salir en la foto de las narices que montó Ellen: "Fue divertido. Todos los hombres me empujaron, casi me muero de la risa". De hecho, la imagen desde atrás es más graciosa. El pasado sábado, Lena Dunham debutó como anfitriona en Saturday Night Live. En uno de los sketches, la creadora de Girls hacía de Liza Minnelli. Una estrella de actualidad.

"Estrella hija de estrellas" es un poema de Vicente Huidobro, pero también es Liza Minnelli, de 67 años (cumple 68 el miércoles 12 de marzo), la única gran estrella hija de una gran estrella (o de dos). Vicente Minnelli se dedicaba a otra cosa, pero la protagonista de Cabaret, por la que tiene un Óscar como mejor actriz, está a la altura de Judy Garland. Hasta ha sufrido más que ella, pero porque ha tenido más tiempo (Judy murió con 47). Incluso tiene un superpoder que no tenía su madre. Sobre el escenario, su silueta a contraluz, con cualquiera de sus característicos gestos, resulta inconfundible. La última vez que estuvo en Madrid, levantaba un brazo, como las gitanas viejas, y enardecía al público. Como su madre, se ha metido de todo. Y, además, se ha operado la cadera y las rodillas. Ha tenido pólipos en las cuerdas vocales, neumonías y encefalitis. También algún marido chungo. Como el cuarto, el último, ese David Gest con el que parece que se casó (en marzo de 2002) para que el ninot fuera él. Un tipo con una cara así por voluntad propia. Un ninot que encima le salió rana en el matrimonio y en el divorcio.

En la Corte Suprema de Manhattan, Gest alegó que Minnelli tenía un herpes genital y no se lo dijo. Y que como no lo hizo antes de firmar el acuerdo prenupcial, cometió un fraude. Ahí volvió Liza a ser una buena hija de su madre, infelizmente casada cinco veces (dos con bisexuales). David Gest empezó con fuerza su matrimonio con la estrella. Además de entrometerse en su carrera (era promotor musical), quiso imponerle un régimen diario de 900 calorías. Habitualmente le gritaba que era gorda y asquerosa. Luego la acusó de pegarle. Ella alegó temer por su vida cuando estaban juntos. Y también que Gest la envenenaba y la controlaba con drogas. Gest aseguró que ella le pegaba, que el alcohol le proporcionaba una fuerza descomunal. Cosa que también dijo su chófer, campeón de kárate y antiguo guardaespaldas, que contó que le zurraba muy fuerte durante sus borracheras. Con ese superpoder que le da el alcohol, no sé cómo se va a la Betty Ford a quitárselo. Otro superpoder. Sobre todo teniendo en cuenta que en sus conciertos se mueve con dificultad. "Antes me sentaba en la segunda parte pero ahora lo hago en la primera". Liza reconoce que con los años no levanta la pierna a la misma altura pero, por la experiencia, lo hace con el mismo efecto. A la hora de pegar a un campeón de kárate debe de emplear el mismo truco. Ese divorcio sucio y disparatado también se lo tomó con calma. Liza siempre ha dicho que su madre le dio el empuje. Y su padre, los sueños. "Ah, y otra cosa que me dieron mis padres fue un grandísimo sentido del humor".

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