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Amando de Miguel

Delicias de la lengua

Las cuestiones de la lengua son todo menos aburridas.

Las cuestiones de la lengua son todo menos aburridas. José Carlos Sánchez ha registrado la variante universitaria del politiqués. Se trata de un reciente texto administrativo; un concurso para dos plazas de "Funcionarios Interinos, grupo C, subgrupo C1, de la Escuela de Técnicos Especialistas en Informática". Su misión es "elaborar el estado instrumental de la revisión del plan de movilidad sostenible de la caracterización del marco territorial y socioeconómico del área de Zaragoza y proyección de población 2020". La solicita el Departamento de Geografía.

Juan A. Fernández me envía unos mensajes muy didácticos sobre ortografía y similares. Transcribo algunos:

Anuncio: "Busco hombre de buena ortografía para tener una buena relación textual".

Reflexión: "Si me gusta tu ortografía es porque me sugiere que sabes poner las cosas en su lugar, que puedo confiar en ti, porque quien respeta hasta la forma correcta de escribir una palabra seguro sabrá respetar cosas más importantes en la vida".

Aforismo: "Leer es como besar. A quien no lo hace con frecuencia, se le nota a la lengua".

Advertencia: "La mala ortografía es una enfermedad de transmisión textual".

Comas: "Vamos a comer niños" no es lo mismo que "vamos a comer, niños".

Damián Galmés razona que la prescindencia del artículo delante de algunos nombres puede resultar molesta. Por ejemplo, "informa Casa Real" o "conforme a Derecho". Entiendo que va a ser difícil enmendar esa tendencia que por todas partes se impone. Es más, se amplía a sustantivos nada egregios: "Subir a dirección (de la empresa)", “bajar a planta (del hospital)”. La supresión del artículo es otra de esas modas que provienen del inglés ubicuo. Aunque también cabría pensar en la influencia del vascuence. Por ejemplo, se dice “el IRA” o “las FARC”, pero “ETA” (sin artículo).

J. Alberto Torrijos Regidort, al hilo de los neologismos de las lenguas regionales en España, comenta un caso muy característico del gallego. En España hay muchas localidades que llevan el nombre de "Puebla de…". Se debe a la repoblación que hicieron los castellanos en las cartas pueblas medievales. Ahora en Galicia hubo esa han decidido alterar los nombres de algunas de esas localidades y las llaman "Povoa de…".

Añado una coda a mi artículo anterior sobre el prefijo des-. El comienzo de una voz con des ya nos indica algo desagradable. No hace falta que sea la negación de lo que sigue. Por ejemplo, destruir, destrozar, descacharrar, descalabrar, desbaratar. No existen los verbos truir, trozar, cacharrar, calabrar o baratar.

Me encanta el neologismo popular de descambiar. Consiste en hacer que te devuelvan el importe de la compra o bien la entrega de un artículo equivalente. No se quiere decir que no se cambia algo, sino, al revés, volver a cambiarlo, a deshacer la compra o a rehacerla.

Aunque el diccionario nos diga que el descamisado es el que no lleva camisa, más bien nos imaginamos una persona que no lleva nada encima de la camisa. Puede ser por penuria o por rebeldía.

La lógica nos dice que desfallecer sería algo así como resucitar. Pero ese verbo y sus derivados los empleamos para exagerar el estado próximo a la muerte al perder el aliento, las fuerzas, el ánimo. Es una estupenda analogía.

En Chic

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