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Katy Mikhailova

Del cuarto de baño al váter

"Espérame, que voy a visitar al Señor Roca". Una frase oída en Telecinco que me hizo chirriar los oídos.

"Espérame, que voy a visitar al Señor Roca". Una frase oída en Telecinco que me hizo chirriar los oídos.

No escuché mayor ordinariez que la que oí en una serie de Tele5, de chonis y barriobajeros, cuando una figurante que representaba el papel de una vulgar cuarentona soltera, dijo aquello de "espérame, que voy a visitar al Señor Roca". Aquel día la originalidad del mal gusto rompió las barreras y a mí me chirriaron los oídos.

No me crié, por suerte o por desgracia, en un contexto de aristócratas, aunque desde este jueves sea miembro honorífico de El Club El Aristócrata del que tanto os he hablado, la primera mujer por cierto. En esta última reunión pudimos degustar la satírico-burlesca verborrea de Don Alfonso Ussía quien, entre chistes y bromas, e idiomas que se va inventando sobre la marcha, volvió a deleitarnos con unos cuantos consejos para parecer algo más elegante y hasta algo menos hortera, nada fácil en estos tiempo de atontamiento social. Conmemorando Los Tres Tratados de las Buenas Maneras, Ussía narraba, en una de las salas de conferencia del Hotel Miguel Ángel de Madrid, una vez más, la historia del clásico uso del meñique para la tacita del café o cómo y por qué dejó a una novia cuando ésta pronunció las palabras prohibidas: ‘Pillar un taxi’.

El duque de Bedford decía, citando a Ussía, que "el esnobismo viene del markxismo; si bien no del marxismo de Carlos Marx, sino del de Mark and Spencer". Ridiculizaba la costumbre de algunos españoles a decir ciertas frases, palabras o expresiones en otros idiomas, como un síntoma de conocer lenguas extranjeras y ser un cosmopolita. "La elegante y multilingüe jerga de algunas familias españolas resulta conmovedora. Para hablar chapurrean una mezcla de español, inglés y francés tan cómica como estrepitosa", cuenta. "La utilización permanente de anglicismos y galicismos memos en la conversación no determinan distinción alguna. Determinan idiotez".

No vale el cuarto de baño a la francesa: "los franceses, que amariconan todo, insisten desafortunadamente en que vayamos y volvamos de las toilettes", escribe Ussía en sus benditos tratados, que más de uno debería leer. Y finaliza su capítulo diciendo que "quien va al váter no debería volver nunca".

"Quien dice en público que 'ha comprado unas bragas color carne' debe ser inmediatamente marginado por la sociedad", narra el que es el hijo segundo del Conde de los Gaitanes.

Otro espectáculo, tildado por Ussía "bochornoso", es el de los "muchos matrimonios o parejas que ofrecen gratuita y públicamente carantoñas de amor". Y continúa afirmando que "llamarse o dirigirse al cónyuge con el remoquete de 'amor mío', 'cariño', 'cielo', 'mi rey', 'mi reina', 'gordito' o 'chiquitita' no es de recibo. Si se llega a los términos 'pitufilla' o 'campeón' la ordinariez se convierte en delito y puede ser denunciada ante los Tribunales de Justicia".

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