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Katy Mikhailova

El esnobismo léxico de la moda

“Una it girl en un shooting llevaba un oufit cuyo LBD tan in esta temporada obtenido de un showroom tan cool que colgó un selfie en su Instagram”.

“Una it girl en un shooting llevaba un oufit cuyo LBD tan in esta temporada obtenido de un showroom tan cool que colgó un selfie en su Instagram”.

"Una it girl, durante un shooting, llevaba un oufit, cuyo LBD tan in esta temporada, obtenido de un showroom, era tan cool, que colgó un selfy en su Instagram". Perdón: me he perdido. Leamos de nuevo. Esto me recuerda al capítulo 68 de Rayuela de Cortázar, cuyos vocablos inexistentes no son más que una manera de encubrir un mensaje. Yo no sé si en esta industria tan fashion se pretende esconder algo; pero sí crear un lenguaje no apto para las personas serias, aburridas y ajenas a todo lo que la estética consumista de los últimos 30 años ha generado. Y hablamos de una estética materializada en colores, estampados y tejidos que sirven para decorar el cuerpo de una persona –bueno, a veces también de perros que, muy a pesar de la voluntad de éstos, van a la moda-. Flügel venía a decir, básicamente, que los humanos empezamos vistiéndonos por cuestiones de higiene, pudor y para marcar un estatus; el pudor parece haberse esfumado en una sociedad tan progre, el estatus se ha democratizado desde que Coco Chanel y Amancio Ortega abarataron, cada uno en su respectiva época y cultura, la indumentaria; y la higiene aun, gracias a Dios, a excepción de ciertos estratos, sigue existiendo en Occidente. Según el psicólogo alemán al que menciono, la moda supone, hoy día, una herramienta para manifestar la personalidad de uno, seducir y diferenciarse. Aunque en esto último el sociólogo Simmel tiene mucho que añadir acerca de la tendencia del hombre, en las masas, a imitar y a diferenciarse. Primero imitamos al estrato social más alto; una vez alcanzado dicho estrato, nos diferenciamos. Y así sucesivamente con nuevos grupos sociales. Un fenómeno cíclico que se repite constantemente pero que, desde el nacimiento de Internet y los blogs de moda, parece haberse trastocado.

Retomando los monosílabos, hay que analizar que unos nacen de la idiotez, en tanto que otros surgen de un lenguaje propio en el que esas prendas o estilos se crean. Estos últimos son más fáciles de percibir. Vendría a ser lo que, de toda la vida, han sido los llamados ‘neologismos’ que en su gran mayoría parten de los ‘anglicismos’. El otro día me escribía un seguidor en Facebook preguntándome porqué digo ‘outfit’ en mi blog. Le contesté que no había una palabra en castellano que significara exactamente lo mismo. Y éste me replicaba, con cierta soberbia: "estilo". ¡Qué atrevida es la ignorancia! Muchos, por cierto, confunden "estilo" con "tendencia" y con "moda". Y ninguna de estas tres palabras se refieren, en su totalidad, al mismo concepto. Ya detallaré en otra ocasión dichos términos. Lo más parecido a un "outfit" sería "look", que no deja de ser también un anglicismo. Pensé, después, en "blog". ¿Existe, acaso, en castellano un término que lo suplante sin serle infiel a su origen? Sería quizá algo así como "diario digital" pero tampoco se corresponde en su integridad. Ahora bien: en otros casos, "ser cool" equivaldría a "ser guay" en el argot de las juventudes de los últimos 20 años. Y "LBD" es el ejemplo del absurdo pragmatismo que, sin usar nuestra lengua, no solo emplea la extranjera, sino que, encima, la convierte en un acrónimo. Con lo fácil que sería decir Pequeño Vestido Negro…

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