La infanta Cristina ha vuelto al trabajo. Ayer, los periodistas la sorprendían en su llegada a la Fundación La Caixa, donde según sus jefes, "hace una gran labor y es indispensable".
En 2004, la entidad catalana le pagaba 90.000 euros que -es de suponer- habrán ascendido en estos años hasta superar los 100.000 euros. A lo que habría que añadir los 72.000 euros que recibía de la asignación de Casa Real. El total serían 172.000 euros anuales; 14.300 euros al mes. No está nada mal pero se antoja insuficiente para los 17.000 que, como publicó La Otra Crónica de El Mundo, los duques han de pagar de hipoteca hasta que vendan la casa. Si es que la venden y si es que pagan la hipoteca.
El duque Urdanga se convierte en un mantenido, un amo de casa que matará su tiempo preparando su caso y estudiando un máster en una escuela de negocios. Esperemos que en su nueva singladura de lisensiado no trabe amistad con otro profesor como Diego Torres, su socio en el entramado Nóos, una amistad que al menos ha costado al erario más de seis millones de euros.
La infanta vuelve al trabajo pero cuando vuelva a casa ya no encontrará a un triunfador sino a un hombre imputado, el mismo que le ha enfrentado a su familia y que mata su tiempo estudiando en casa. ¿Deberían inquietarse por su suerte económica? No. La pareja ya le ha dicho a sus amigos que no tendrá problemas económicos. Desde que en 2009 Iñaki marchó a Washington, ha debido ahorrar íntegramente los 1,7 millones anuales de euros que percibía. Habría que recordar que Telefónica le pagaba 1,2 kilos para sus gastos. Así que a lo bruto y sin contar otros ingresos (de esos que investiga el juez Castro), en estos tres años habrá acumulado 4,5 millones de euros, sin descontar impuestos. Y habría que añadir, claro, la indemnización que le ha de pagar Telefónica por haberle despedido.
¿Qué se encontrará la infanta cuando vuelva a casa? Pues a un millonario. A mí no me da ninguna pena.