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El papel más duro de Nacho Vidal

Su sorprendente detención en el seno de una extensísima operación contra la mafia pone un punto y aparte en la carrera del mayor actor porno español.

Su sorprendente detención en el seno de una extensísima operación contra la mafia pone un punto y aparte en la carrera del mayor actor porno español.
Nacho Vidal | Efe

Nacho Vidal. Cosecha barcelonesa, 1973. Se crió en Valencia durante poco tiempo, y como buen chico precoz se alistó como legionario a los 18. Por lo demás, probablemente sea esta la única vez que vean ese adjetivo asociado al rey del porno español. Hijo de un empresario textil de Enguera, Vidal es un hombre de raíces, y regresa a la localidad siempre que su apretada agenda se lo permite. Su salto al porno se produjo por amor, con espectáculos en directo en los que Vidal, que en su juventud llegó a coquetear con las drogas, colaboraba para evitar que su novia, prostituta, acabase cayendo en las garras de aquel mundo tan hardcore.

Pero quien cayó fue Nacho. O más bien no cayó, sino que se alzó. Su destacada dotación y sus bruscos modales –que desbordan su ya célebre anécdota del vaso de tubo– hacen pensar que si el cine X no se descubrió para él, desde luego debería haber sido así. No tardó el catalán en llamar la atención de José María Ponce, director del Festival de Cine Erótico de Barcelona, y uno de los representantes del género más prolíficos y sin profiláctico. Más tarde lo hizo del mismo Rocco Siffredi, el verdadero semental italiano in person. El resto es historia: su tándem artístico con el de Abruzo es sólo comparable con su asociación carnal con Lucía Lapiedra, una más de una alucinante lista de féminas de todo pelaje (o no) y color.

Vidal no tardó en saltar con pértiga a Estados Unidos. Unas 3.500 películas después, (seamos ingenuos y desglosémoslas por géneros: el terror de Viernes XXL: Jason se lo monta, el romance de Buscando a la mujer perfecta, la comedia alocada con Escuela de travestis...), Vidal puede presumir de haber diversificado su actividad profesional. Una autobiografía publicada (Confesiones de una estrella porno), varios coqueteos serios con el cine convencional comercial (con cierto éxito y siempre explotando su imagen de villano en thrillers como El alquimista impaciente o la reciente Impávido, y alguna comedia de Joaquín Oristrell), su tarea como productor audiovisual... el barcelonés fue fraguando una faceta de notable y hábil empresario, que empieza en su propia web y acaba en negocios como el Gran Hermano X levantado en su propia casa, y que no elude colaboraciones musicales con Miguel Bosé, con quien le une una fuerte amistad.

Este verano, Vidal afirmaba que tras 18 años de trabajo constante, intenso y entregado, su carrera estaba llegando a su fin. Empresario respetado en un negocio atroz, su pretensión era reciclarse con cría de caballos, animal con el que siente una gran afinidad... pero gracias a su pasión por la hípica. "Vendo perfumes, páginas web, pollas de plástico, caballos, semen, tengo un restaurante en Formentera... llevo muchos años de empresario, mi cabeza no para ni un segundo, y no solo hay sexo en ella", decía.

Pero no existen los sueños. No, ya no. Esta semana Vidal ha sido detenido junto a un concejal de Fuenlabrada en el transcurso de la Operación Emperador ordenada por la Audiencia Nacional contra las redes chinas de blanqueo de capitales. Al parecer, el cuñado del actor y marido de su hermana, también detenida, han realizado facturas falsas utilizando el nombre de su productora, lo que significa simple y llanamente blanquear dinero de la mafia china. Como diría cualquier cuento mitológico, volar como Ícaro hacia el sol tiene un precio: el éxito en España derrite el miembro de cualquiera.

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