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Casados por lo civil

La boda de Antonio Carmona en Jerusalén

El excantante de Ketama se ha casado de nuevo con su mujer y manager, Mariola Orellana. Y lo ha hecho nada menos que en Jerusalén.

El excantante de Ketama se ha casado de nuevo con su mujer y manager, Mariola Orellana. Y lo ha hecho nada menos que en Jerusalén.
Antonio Carmona, su esposa y Pavlo Rosenberg | Sal Emergui

Tal y como publica el periodista y corresponsal en Jerusalén Sal Emergui en una exclusiva para El Mundo, Carmona quiso contraer matrimonio por la iglesia después de veinte años de matrimonio civil. El artista aprovechó su viaje a Israel para tocar con el cantante israelí Pavlo Rosenberg, de gran fama en su país, para casarse en una Iglesia de Tierra Santa, en pleno paisaje de Galilea.

Rosenberg, por su parte, ha visto su sueño de actuar con Carmona cumplido con creces. "Somos una buena mezcla gitana y judía", aseguró el español al respecto de su concierto en el auditorio de Tel Aviv.

Mariola Orellana, la mujer de Carmona, todavía está sorprendida por la idea de su marido. "Ha sido todo muy rápido y una gran sorpresa. Sólo al llegar a Jerusalén, me di cuenta de que iba en serio. Antes pensaba que estaba bromeando". 

La ceremonia ha sido íntima y a la misma sólo han asistido Rosenberg, su esposa, dos amigos y su banda musical. "Soy la mujer más feliz. No hay mejor tierra que ésta para casarse", proclama Orellana. "Somos muy espirituales. La Biblia me apasiona aunque yo no sea religiosa. Estar en donde todo se inició es algo increíble".

Una vez acabó la ceremonia, explica Emergui, Carmona amenizó la velada con su baile y el taconeo. El excantante de Ketama sólo tiene buenas palabras para el cantante israelí y la ciudad. "Es una maravilla que alguien de tan lejos haya hecho un éxito de una canción tuya en otro idioma", contesta Carmona que se extiende en el agradecimiento.

"Desde que llegué, me sentí como en casa. La gente, la comida, las ganas de vivir, las playas...son como nosotros. Aquí hay una energía increíble. Nada más llegar, me llevó a una fiesta con 30 amigos suyos. Como los gitanos... Yo en medio de todos y sin hablar ni una palabra de inglés", publica Emergui en exclusiva para El Mundo. 

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