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Los secretos de Cela y Marina Castaño, al descubierto

El secretario personal del escritor desvela muchos secretos y anécdotas sobre el peculiar carácter de la pareja en la revista Vanity Fair.

El secretario personal del escritor desvela muchos secretos y anécdotas sobre el peculiar carácter de la pareja en la revista Vanity Fair.
Marina Castaño y Camilo José Cela | Cordon Press

Marina Castaño fue esposa del escritor Camilo José Cela durante la última etapa de éste. Ahora, su secretario Gaspar Sánchez Salas, su confidente y secretario durante sus últimos años, ha desvelado los secretos que encerraba la vida conyugal del escritor, su peculiar carácter y, sobre todo, el de su segunda mujer, Marina Castaño.

En un reportaje en la revista Vanity Fair, Salas asegura que fue "testigo de los silencios de aquella casa. Jamás se hablaba de la exmujer de Cela y pocas veces de su hijo, a quien intentó desheredar". "Ambos estaban ya muy distanciados cuando yo empecé a trabajar con el autor. Muchos dicen, equivocadamente, que Camilo Cela Conde no quería que su hija Camila viera a su abuelo. Hay que contar la verdad. En más de una ocasión el hijo de Cela hizo intentos de acercamiento y contactó con una tía suya para que actuase de intermediaria. No obstante, nunca llegó a producirse el encuentro".

Tal y como publica la revista, Salas tenía apenas 22 años cuando conoció al escritor gallego. Entonces estaba separado de su mujer Charo Conde y emparejado con Marina Castaño, 42 años menor que él. Y tal y como relata Salas, el cargo conllevaba ser el mayor confidente de Cela. Tal y como él mismo le dijo: "El cargo de secretario lleva implícito siempre ser cómplice confidente. Y eso me lo debes a mí, a nadie más", dijo el autor. Y así fue durante los últimos seis años de vida de Cela, cuando Salas estuvo a su servicio.

La relación no tardó en convertirse en una de íntima amistad. "Marina creía que íbamos de paseo. En realidad nos hartábamos de cervezas y pinchos de tortilla", publica Vanity Fair. Durante años Sánchez Salas preparó junto a Cela un Diccionario y trabajó con él de manera muy cercana, dando lugar a todo tipo de anécdotas e historias que ahora ha decidido plasmar en un libro cuyo adelanto figura en la revista.

No es la única ocasión en la que brillaba el fuerte carácter de la segunda mujer de Cela: "Las fotocopias en aquel hogar se hacían a partir de las cinco de la tarde cuando, según Marina, la electricidad era más barata y, si era posible, había que intentar lograr que el encargado de cambiar el tóner de la tinta aceptara un libro dedicado por el maestro, en lugar de las siete mil pesetas que, recuerdo perfectamente, costaba el recambio". Y explica algunas de las controvertidas relaciones con la familia.

Por ejemplo cuando, a hurtadillas de su esposa, Cela se preparaba un piscolabis. "¡Oye Gaspar, deja de trabajar por el momento! Mientras salgo un poco a pasear por la finca, ve mirando en el frigorífico si hay latas de mejillones, navajas, almejas... Saca por lo menos un par de latas para cada uno y que la criada busque algunos tenedores pequeños, uno para ti y otro para mí", le decía. "Observar a Cela ser el artífice de aquella travesura a espaldas de Marina compartida conmigo me resultaba algo gracioso y sorprendente a la vez. Más todavía si tenemos en cuenta cómo después de nuestro furtivo tapeo yo tuve que deshacerme de las pruebas", segura Salas.

En el mismo extracto, el autor pone palabras a la travesura. "Gaspar, ahora ve y le dices a la criada que tire todo esto y que no cuente nada a Marina a su regreso. Le haces ver que ha salido de ti, no crea en modo alguno que has sido mi emisario".

"Recuerdo la primera vez que salí con él para acompañarlo en esos supuestos paseos rutinarios en los que, en realidad, íbamos a hartarnos de cervezas y pinchos de tortilla en el restaurante El gamo, de El Pardo. Camilo intentaba esconder las pruebas y me decía: 'Gaspar, no se te ocurra decirle a Marina que no hago el kilómetro'. Yo me reía: 'No se preocupe, don Camilo, claro que no lo sabrá su mujer'".

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