El siempre polémico presentador Jordi González desvela muchos de sus secretos en la edición de esta semana de la revista Interviú. Entrevistado por Torito, apodo de Quique Jiménez -uno de los colaboradores habituales del propio González-, el responsable de conducir El Gran Debate desvela algunos de los aspectos ocultos de su trabajo e incluso de sus cicatrices.
"Existen técnicas que me garantizan la desaparición definitiva de las cicatrices, pero pienso que ya es tarde que es un poco el rasgo de mi imagen. No presumo de mis cicatrices, pero no me avergüenzo", asegura sobre este último aspecto. Estas son resultado "de una enfermedad tropical, a raíz de beber agua infectada de una ciudad preamazónica que visité con unos amigos a los 21 años", cuenta.
González dice que está loco por entrevistar a Rajoy porque considera que "tendría que someterse a una entrevista diaria. Llevamos un año de muchos sobresaltos y no sale del Palacio de la Moncloa".
El presentador también reconoce que empezó "con mal pie" en Twitter, aunque también se ha cruzado con "gente muy brillante y ejemplar". Confiesa que le ha decepcionado un compañero de profesión, "solo uno, pero nunca diré quién es". "Ese tío me caía bien, pero te aseguro que no es más malo porque no se entrena", agrega.
¿Qué no haría en televisión? Contar un chiste o bailar. Además, no soporta "la Santa Misa" por "aburridísima" ni las "actuaciones de niños que hacen magia". En materia sexual, González dice que ha tenido algún encuentro sexual con alguna persona conocida, que le "haría ilusión" practicar un trío y que no le importaría acostarse con Sofía Vergara y con James Franco.