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21 años de la muerte del cantaor

Camarón nunca fue engañado por Paco de Lucía

Ambos artistas, amigos en vida, acabaron mal en el lecho de muerte de Camarón.

Un comunicante me reprochaba, hace un par de semanas, no haber citado a Camarón de la Isla en un artículo que escribí sobre Paco de Lucía. La verdad es que no venía a cuento pues me refería más a la actualidad inmediata del guitarrista que a su pasado. Pero para complacerlo, y en la creencia de que puede ser de interés general, les contaré cuanto sé y he averiguado sobre la relación entre ambos genios del arte flamenco.

Paco y José Monge Cruz (que así se llamaba el mítico cantaor calé del que el próximo martes, 2 de julio, se cumplen veintiún años de su muerte) se conocieron a principios de los años 60 en una finca jerezana de la familia Domecq. Camarón soñaba por entonces con ser torero. No pasaría de modesto aficionado práctico. Cuando cimentaron su amistad fue en Madrid, en la segunda mitad de esa década. Coincidían en una sala de billares, en los bajos de un cine de la plaza del Callao. Camarón debutó en el cuadro flamenco de Torres Bermejas en 1969, a diez pasos de la Gran Vía. Allí lo descubrió Antonio Sánchez Pecino, el padre de Paco, que se convirtió en autor de muchas canciones que grabó el gitanito rubio de San Fernando, del que también fue su productor discográfico y representante. Y, algo más: una especie de padre para él.

Camarón compartió mesa y mantel con la familia de Paco de Lucía, en el modesto piso que ésta habitaba cerca de la madrileña estación del Norte, en la calle de la Ilustración. Donde también dormiría más de una noche. Paco y José se hicieron amigos entrañables. Como hermanos. Ensayaban juntos. Y soñaban con su futuro…El primero de los discos que Camarón de la Isla grabó acompañado a la guitarra por Paco de Lucía está fechado en 1969, con el título Al verte las flores lloran. Hasta 1977, registraron once elepés, el último de ellos Castillo de arena. Y en todos ellos, la autoría de los temas pertenecía al mentado Antonio Sánchez Pecino y a sus dos hijos, Pepe y Paco de Lucía. En ellos, sobresalía la guitarra de Paco y otras veces también la de su hermano mayor, Ramón de Algeciras. Camarón de la Isla no componía aún. Sabía escribir y leer, aunque con cierta dificultad. El padre de Paco le mostraba sus letras, José las elegía y a la hora de grabar, se las escribían con letras grandes, mayúsculas, junto a un atril, hasta que él conseguía aprendérselas.

Por supuesto, su genio creador merecía las alabanzas de todos los Lucía. Aunque luego, en la intimidad, Antonio recriminara a José algunas de sus costumbres: trasnochaba mucho, no cuidaba su garganta, y empezaba a fumar porros. Esa vida desordenada no la llevaba ninguno de los hermanos Lucía. Y Camarón acabó por enfadarse con ellos, prefiriendo una vida en libertad, sin consejos ni regañinas del padre de Paco, de éste y de sus hermanos.

Así es que Camarón se buscó a otro productor discográfico y autor de canciones, que resultó ser un abogado sevillano y reconocido flamencólogo, de nombre Ricardo Pachón, con el que comenzaría su nueva etapa artística, a partir de 1979 y del disco La leyenda del tiempo. Aquella afrenta sentó mal a Paco de Lucía, por el modo con que había tratado a su padre Camarón. Lo tildó de desagradecido con toda la razón del mundo. Estuvieron un par de años sin hablarse. Luego, en 1981 restablecieron sus relaciones y el guitarrista fue el director musical del siguiente disco del genial cantaor, Como el agua. Las colaboraciones entre ambos continuarían en Calle Real, de 1983, hasta el último disco de Camarón, Potro de rabia y miel, fechado en 1992.

Para entonces era complicado que ambos trabajaran juntos: Paco de Lucía tenía muchos contratos, dentro y fuera de España, y grabar un disco con su amigo José le llevaba varias semanas por el especial carácter del cantaor, tan exigente en su arte como indisciplinado en horarios y tiempo. Sufrieron mucho hasta dar por concluida aquella histórica grabación. Ya no volvieron a verse.

Un carcinoma de pulmón acabaría con la vida de Camarón de la Isla. Pocas semanas antes de su muerte hizo unas declaraciones a TVE, en el programa Informe Semanal, donde exigía que le pagaran los derechos de autor de todas sus grabaciones, con los que dejar una supuesta importante herencia a su mujer y a sus cuatro hijos. Implícitamente, sin citarlo, parecía acusar a Paco de Lucía y a la familia del guitarrista. Se cree que José Candado (enfermero que lo cuidaba en su enfermedad en su casa de Badalona, donde expiró el cantaor) fue quien puso precio a tales derechos: novecientos millones de pesetas. Todo un despropósito, sin base alguna. Gitanos cercanos a Camarón avivaron el asunto. Los mismos que en su entierro llamaron "¡ratero!", a gritos, a Paco de Lucía. El guitarrista se sintió herido en el fondo de su corazón: "¡Jamás he engañado a mi amigo, a mi hermano José!".

Pero el bulo corrió por todos los ambientes flamencos. Una campaña injusta contra Paco de Lucía y su familia, incapaces de estafar a nadie y menos a Camarón. Se limitaron a cumplir con la ley, a registrar a su nombre sus propias composiciones, por las que cobraban los oportunos derechos de la SGAE. En tanto Camarón apenas si firmó veintisiete temas de los ciento sesenta y cuatro que grabó en sus diecinueve discos. Por cierto, a pesar del aurea mítica que rodeaba a Camarón de la Isla, vendió exiguas cantidades de ellos. Sólo 80.619 de Soy gitano y 70.694 de Potro de rabia y miel, los más difundidos.

Hubo uno, por ejemplo, Caminito de Totana, del que se expendieron únicamente1.851 copias. A Camarón sólo le correspondían los derechos de intérprete (dada su menguada cifra de piezas como autor), de un doce por ciento. Conocidas esas escasas cifras de venta, claro está que los novecientos millones de pesetas que reclamaba eran una entelequia. Aún así, Paco de Lucía respondió al lamento televisivo de Camarón (a quien no pudo verlo ya vivo, aunque lo intentó) ofreciendo a "Chispa" (la viuda) cuantos derechos de autor tenía él depositados por su obra en la SGAE, algo más de un millón de pesetas. Y que no tenía que repartir con nadie.

Pero los deudos del cantaor nunca se personaron en dicha entidad. Eso sí: difundieron un comunicado reconociendo que Paco y su familia nunca se aprovecharon de Camarón ni lo engañaron. Pero el mal ya estaba hecho por quienes tan mal aconsejaron al cantaor. Y Paco de Lucía no olvidará nunca lo sucedido. "Aquellas acusaciones me hicieron polvo".

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