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Thatcher y los hombres bellos

¿Promocionaba Thatcher a los diputados más guapos del gobierno?

¿Promocionaba Thatcher a los diputados más guapos del gobierno?
Los hombres de Thatcher

Exactamente quince días después de la muerte de Margaret Thatcher sus secretos más personales salieron a la luz. Pero solo porque ella así lo dispuso. La Dama de Hierro permitió que, durante más de dieciséis años, el periodista Charles Moore hurgara en sus diarios, su correspondencia, entrevistara a familiares y descubriera el lado más desconocido de una mujer hermética en lo personal. Solo había dos condiciones: que la biografía resultante de estas investigaciones se escribiera en tono histórico, y que ella jamás la viera publicada, para que quienes participaran pudieran hablar con total libertad. Thatcher impuso y Moore cumplió: la misma noche del fallecimiento de la premier británica, el primer volumen de sus secretos estaba ya en la imprenta: Not for Turning, se titula, en homenaje a su célebre discurso.

Entre otras muchas cosas, estas páginas revelan que su esposo Denis Thatcher no fue el único hombre de su vida. Antes de que se conocieran en 1950, la joven Margaret tuvo al menos tres relaciones sentimentales más: con el joven cadete Tony Bray, con el granjero escocés Willie Cullen y con el médico Robert Henderson. En las cartas que intercambiaba con su hermana Muriel se encontraban estos secretos de la Dama de Hierro, que siempre negó.

Pero, además, las más de quinientas entrevistas que Moore ha realizado para las memorias ayudan a reconstruir la visión que Thatcher tenía sobre el conflicto entre hombre y mujer. "Ella creía que las mujeres eran superiores a los hombres. Es algo que me dijo abiertamente" confiesa el periodista, que da cuenta de cómo "ella prefería la compañía de los hombres a la compañía de las mujeres" y por ello "amaba ser primera ministra, porque estaba rodeada de hombres menos capaces que ella a los que, además, mandaba todo el tiempo", apostilla. El primer gabinete de Thatcher lo atestiguó: veintidós hombres, cero mujeres. Y así en adelante. "Si quiere que algo se diga, pídaselo a un hombre. Si quiere que algo se haga, pídaselo a una mujer", solía decir.

¿Solo hombres guapos?

Pero, además de Not for Turning, las biografías de Thatcher han florecido incluso ahora cuando está cerca de cumplirse un año de su fallecimiento. Y no hay una sola que se resista a profundizar en la forma en la que la Dama de Hierro se relacionaba con los hombres de su gabinete, siempre a sus órdenes. Una de las más llamativas ha sido la del que fuera jefe de gobieno y diputado Jonathan Aitken (Power and Personality) que esta semana se ha descolgado con unas llamativas declaraciones sobre Thatcher y su relación con los hombres: "Era una mujer sorprendentenmente insegura que promovió a diputados varones basándose solo en su buen aspecto", asegura el también exministro conservador. Cita, como ejemplos, a hombres como Cecil Parkinson, John Moore o Humphrey Atkins. "Le gustaban los hombres guapos", aduce.

Según el contacto que mantuvo con ella, este modus operandi era el mismo que la Iron Lady repetía fuera de las fronteras, con una política exterior fuertemente influida por la belleza masculina: "No le gustaba el reptiliano Giscard d'Estaing, pero sí le gustaba François Mitterrand, que parecía una estrella de cine", afirma. También prefería al "corpulento Kohl" por encima del "anémico Carter". Por supuesto, en la amistad personal que la unía a Ronald Reagan había mucho del mismo componente: atracción de la primera ministra hacia el presidente antiguo actor. "Con él, como con Gorbachov, utilizó la química personal y el coqueteo".

Jonathan Aitken conocía bien a Thatcher, no en vano mantuvo una relación con su hija Carol Thatcher durante algo más de tres años, y formaba parte de su gabinete. Pero decidió romper la relación y pasó a enemistarse con la Dama de Hierro. Uno de los episodios más recordados se produjo cuano Aitken le dijo a un periódico egipcio que la primea ministra británica "probablemente piensa que Sinaí es el plural de Sinus", generando el consecuente espectáculo porque acabó en la portada de la revista satírica Private Eye. Aitken siguió en política después de aquello, pero su carrera nunca llegó donde había soñado.

Pero no es el único que ha hecho declaraciones en este sentido, ni el único en sugerir que Thatcher trató de seducir a su rival Edward Heath. Otro de sus ministros, David Waddington, dio cuenta en sus memorias de la querencia de Maggie por las "caras bonitas" aunque estos "fueran estúpidos". Waddington lo describe como una "debilidad" de la premier, a quien veían "hacer ojitos" a hombres como John Moore o Parkinson.

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