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Musas de la Transición

Victoria Vera y el primer desnudo teatral

A Victoria Vera le ofrecieron mucho dinero si contaba sus supuestos amores con el Duque de Huéscar.

A Victoria Vera le ofrecieron mucho dinero si contaba sus supuestos amores con el Duque de Huéscar.
Victoria Vera | Archivo

Si comienzo citándoles a Victoria Pérez Díaz, seguro se quedarán "in albis". Ahora bien, si a ese nombre le añado el apellido Vera, en seguida la asociarán con una de las actrices más notables de nuestra escena; nombre relacionado asimismo con los años de la Transición, cuando mostró todos sus encantos en un glorioso desnudo que hizo historia. Sencillamente porque fue el primero de esa época, año 1975. Desde los lejanos tiempos de la II República no se veía nada igual. Ocurrió en las representaciones de ¿Por qué corres, Ulises?, comedia dramática de Antonio Gala. No fue de las mejores de su autoría, pero logró un éxito de taquilla impresionante. Y es que corrió de boca en boca, desde el día de su estreno, que la protagonista, ataviada con una túnica, se desprendía de un imperdible mostrando su bien proporcionado cuerpo, tal y como su madre la trajo al mundo. Bella estampa erótica que durante largo tiempo acompañó la biografía de la actriz, por otro lado siempre interesada en un teatro de relieve. Ello no le impediría más adelante posar para Interviú con sus "domingas" al aire. Y con cincuenta y cinco años –hace tres- rememoró aquel desnudo con nuevas poses, ya en su madurez, lo que no le quitaba atracción. Porque Victoria Vera mantiene una admirable anatomía y conserva su pícara mirada de ayer así como unos labios sensuales. Todo en ella es coquetería y sugestiva femineidad.

Victoria Vera en Interviú

Proviene de una familia de clase media alta, padre médico, madre pintora y un hermano sociólogo licenciado en Harvard. De niña quiso ser bailarina clásica y la inscribieron en un par de escuelas acreditadas, una de ellas dirigida por Karen Taft, por cuyas clases desfilaban lo mejorcito de las familias bien de Madrid. De compañeras, tuvo a dos nietas del general Franco, María del Carmen y María del Mar. Los ambientes burgueses, elegantes, por donde transitó su adolescencia y primera juventud no le influyeron cuando hubo de votar por vez primera, decantando su voto por el PSP del "viejo Profesor" Tierno Galván. Sus amistades procedían de la clandestinidad, así como su primer novio, "un rojeras", que era guionista de cine. O el siguiente, periodista político muy cercano a Felipe González. Se divulgó lo suyo una conversación, vía Motorola de entonces, entre el amante de la actriz y Txiki Benegas en la que aludían al "number One", para ambos "su" divinidad, o sea el líder del PSOE. Al que estaban muy unidos. Y Victoria Vera, en esa segunda mitad de los 70 como una de las bellas musas de la Transición; en la siguiente década ya visitante asidua en "La bodeguiya" del Palacio de la Moncloa.

Pero, desnudos aparte y amistades con los prebostes socialistas, convengamos que Victoria Vera ocupa un lugar notable entre las mejores actrices del teatro español. Se formó a los doce años en el Teatro Estudio de Madrid y luego en el T.E.I. Tuvo como profesores a los muy prestigiosos William Leyton y Miguel Narros. Y a partir de su afortunado debut en El diario de Ana Frank fue sumando brillantes trabajos escénicos entre las décadas de los 70 y los 90, que incluyen representaciones en el Teatro Romano de Mérida (Antígona, Lisístrata, Fedra), El cementerio de los automóviles, de Arrabal, El adefesio, de Alberti y una selección de las mejores comedias de Miguel Mihura. De televisión, recordamos su espléndida "Neleta" de Cañas y barro. En cambio de su filmografía, con una treintena de títulos para olvidar, sólo salvaríamos su papel en Asignatura aprobada, de José Luis Garci. Como anécdota, recuerdo haber acudido al rodaje de Leviatán, coproducción maldita, en la que tuvo como galán a Alice Cooper, a quien ningún reportero hizo maldito caso, siendo una de las grandes figuras del rock duro. Apenas trascendió en la prensa nacional las vicisitudes profesionales de aquella extraña pareja, pues Victoria Vera no se manifestó nunca como seguidora de ese género musical. Lo que siempre fue es una mujer fotogénica, que aún no siendo asidua de las páginas de las revistas del corazón, ha tenido buenas relaciones con los periodistas.

En cuestiones sentimentales nunca mostró deseos por el casorio. Al par de historias sentimentales que hemos evocado, habría que añadir otras, con un galán bigotudo mexicano y después con un diseñador italiano con el que vivió un romance ardiente en aguas ibicencas. En tiempos más recientes se la ha relacionado con el Duque de Huéscar. Cierta es tal amistad, aunque desconocemos sus pormenores. Ofrecieron a la actriz un cheque de varios ceros si aceptaba contar detalles al respecto. Pero –y eso la honra- decidió correr un tupido mirar para otro lado y guardarse para ella la intimidad mantenida con el primogénito de la Duquesa de Alba.

Victoria Vera | Cordon Press

Por lo demás, hace algunas temporadas que Victoria Vera está alejada de las tablas. Confiesa que ha perdido algunas veces dinero en sus aventuras teatrales. Y como no encuentra subvenciones –ya no puede echar mano de sus amigos socialistas- prefiere mirar los toros desde el tendido. Es decir: ser espectadora, a la espera de mejores tiempos, donde vuelva a ser la actriz admirada y aplaudida de tiempos pretéritos. Por cierto: ¿saben de dónde le viene su apellido artístico? De los veraneos infantiles en un precioso pueblo llamado Vera de Bidasoa.

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