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La verdad tras la serenidad de don Felipe

El entonces Príncipe de España le comunicó a Franco el nacimiento, con la frase siguiente: "Es machote. Como su padre".

El entonces Príncipe de España le comunicó a Franco el nacimiento, con la frase siguiente: "Es machote. Como su padre".
Felipe y Juan Carlos, en 1978 | Cordon Press

Cuando el Rey don Juan Carlos brindó con los periodistas –no más de una decena, pues la noticia se publicó sin demasiado relieve- por el nacimiento de su tercer hijo, lleno de alegría y bromeando, comentó: "No creí que fuera a ser varón. Después de dos chicas seguidas, figuraos…". Era el 30 de enero de 1968. Publicado está en biografías periodísticas y hasta en algunos libros que el Jefe del Estado, Francisco Franco, sugirió que al infante lo bautizaran con el nombre de Felipe "… porque los Felipes son más del pasado que los Fernando". Pero doña Sofía rebatió en su día tal cosa, contando que el General nunca fue consultado al respecto. Añadiría que fue así llamado en recuerdo de Felipe V, el primero de los Borbones reinantes. Sí es cierto que el entonces Príncipe de España le comunicó el nacimiento, con la frase siguiente: "Es machote. Como su padre".

Creció don Felipe como un niño sano, divertido y travieso. En la Semana Santa de 1975 recuerdo haberlo sorprendido en el Real Club Náutico de Palma de Mallorca, donde se celebraba el VII Trofeo Princesa Sofía de regatas. Serían las cinco de la tarde y a la llegada de una embarcación, dirigiéndose al patrón (al que sin duda conocía), le espetó (yo estaba a solo tres metros de él), lo siguiente: "¡Rabia, rabia, que te ha ganado mi papá…!" En efecto, don Juan Carlos de Borbón se había proclamado vencedor de aquella prueba y don Felipe, a la sazón con siete años, esperaba su llegada para felicitarlo con un fuerte abrazo. En el otoño de 1980, ya con doce años, se advertía el cambio experimentado por don Felipe, que estrenaba adolescencia, asistiendo emocionado a la entrega de los premios que llevaban por nombre el de su título, Príncipe de Asturias. Alojado en el hotel Reconquista, de Oviedo, se detuvo ante una señora que, portando una hoja de papel, le demandaba un autógrafo. A lo que el aludido, sin perder la compostura en ningún momento, manifestó: "¡Lo siento mucho, señora! No me está permitido… No soy Miguel Bosé…"

Felipe y Juan Carlos, en 1975 | Cordon Press

En mayo de 1982 se celebró en Aquisgrán la entrega del premio Carlomagno a don Juan Carlos, ceremonia a la que asistió la Familia Real. Acontecimiento al que acudí como enviado especial del medio en el que entonces prestaba mis servicios. A media tarde sorprendí a don Felipe con sus dos hermanas y su tía Margarita en una pequeña tienda, muy interesado en una máquina fotográfica que, al parecer, pensaba adquirir. Cuando le dijeron el precio, equivalente a cien euros actuales, comentó a las infantas: "¡Uff, demasiado para mí!" Fácil es colegir que por esa época, teniendo el Príncipe catorce años, tenía que ajustarse a la paga que le dieran, tal vez semanalmente, como a otros muchachos de su edad.

Por entonces ya habían cesado lógicamente sus travesuras de antaño y los informadores percibíamos en él que su carácter ya era otro: más tímido, reservado.Sonreía lo justo a los fotógrafos y daba la impresión, a veces, de estar cansado de posar cuando se lo pedían. Todavía adolescente, cuando fue autorizado para conceder excepcionalmente alguna entrevista, convenientemente aleccionado, diría entre otras cosas: "La idea de ser Rey algún día, no me preocupa pues me han preparado para ello". En la larga noche del 23-F el Rey quiso que estuviera despierto, siguiendo los acontecimientos cerca de él, en su despacho, hasta que a las seis de la madrugada, viéndolo ya dormido, pidió que lo llevasen a la cama.

Al Príncipe de Asturias siempre le ha gustado el deporte: esquí, tenis, baloncesto… Mucho más que el fútbol. Sigue las incidencias del "Tour". Los toros, en cambio, no le agradan, aunque respeta el espectáculo, viéndose obligado a asistir a algunas corridas. Aficionado al cine en general, prefiere particularmente filmes de ciencia-ficción. Uno de sus ídolos es Woody Allen, al que conoció en Oviedo al ser galardonado con el premio Príncipe de Asturias, y con quien, en unión de doña Letizia compartió una agradable velada en el apartamento que el cómico tiene en Nueva York. Le agrada asimismo el teatro, recordando su época de actor infantil, cuando representó en el colegio, entre otras obras, un papel de "La zapatera prodigiosa". Es aficionado al baile, le encanta la salsa caribeña. Tiene buen apetito y le gusta, como a su padre, la cocina tradicional española: potajes, judías con chorizo, huevos fritos, toda clase de arroces… y la tortilla de patatas, que él incluso ha cocinado más de una vez. Elegante, cuida especialmente su vestuario.

La familia real, en 1982 | Cordon Press

Pero, ¿cómo es el carácter de don Felipe? Ha cambiado mucho en los últimos años. Mantiene rasgos inequívocos de la educación impartida por la Reina (no olvidemos la ascendencia germánica de doña Sofía), que él mismo ha explicado así: "Más que genio, tengo carácter. Aparentemente soy tranquilo y a algunos les parezco reservado, pero es que lo que me disgusta o me afecta, lo callo". Recordemos que durante su estancia como cadete en la Academia General de Zaragoza fue objeto de más de una novatada. Preguntado al respecto por un reportero, negó haber sido víctima de ellas, mas luego comentó a alguno de sus compañeros que, de haber respondido afirmativamente, hubiesen publicado que al Príncipe de Asturias lo vejaban. La responsabilidad está en él siempre presente. Se ha sentido siempre muy feliz contando chistes a sus íntimos, incluyendo a su padre, el Rey. Por supuesto que no posee la campechanía de éste. Pero ha aprendido en los últimos años a sonreir más, a sentirse más afectuoso con sus interlocutores.

El príncipe y Gigi Howard, en la portada de Pronto

Durante los años 90 padeció la persecución de los "paparazzi", desde sus relaciones sentimentales con Isabel Sartorius, hasta las que mantuvo con Eva Sannum. Sus escoltas se mostraban implacables con los fotógrafos en aquellas circunstancias, llegando a conminarlos a que les entregaran el material gráfico obtenido. Cuando flirteaba con la norteamericana Gigi Howard, estando con ella en Nueva York, uno de esos "paparazzi", español, fue detenido y posteriormente encarcelado unos meses. ¿Hasta qué punto el Príncipe aceptaba aquellos métodos de sus guardaespaldas, o no podía nunca disuadir a éstos de que fueran más prudentes? Cuando contrajo matrimonio con doña Letizia, don Felipe fue adquiriendo un mayor equilibrio en su vida. Una manera distinta de comportarse. Por ejemplo, ya no se siente tan hostigado como ayer ante los fotógrafos, con los que en ocasiones intenta bromear, como siempre ha hecho don Juan Carlos. Su esposa, qué duda cabe, lo ha ayudado a perder alguna timidez que aún arrastraba a la hora de hablar en público. En sus discursos, lee con absoluta dicción, sin prisas. Y cuando improvisa, lo sentimos más cercano. La imagen que nos transmite ahora quien será proclamado Felipe VI es de una total serenidad.

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