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Manolo Escobar estuvo pagando hasta su muerte una deuda millonaria

El fallecido Manolo Escobar ocultaba una deuda enorme que se ocupó de pagar puntualmente hasta su muerte.

El fallecido Manolo Escobar ocultaba una deuda enorme que se ocupó de pagar puntualmente hasta su muerte.
Manolo Escobar | Archivo/Cordon Press

El episodio más duro, amargo, de su prolongada carrera artística lo tuvo constantemente en su memoria durante treinta y tres años, que lo llevó casi a la ruina total. Manolo Escobar ganó una auténtica fortuna como cantante. Había debutado al comienzo de la década de los 60. Con muchos sacrificios, apenas percibiendo unos duros para sobrevivir junto a sus hermanos, con quienes convivía en Badalona. Fue a partir de mediado aquel decenio cuando el almeriense de El Ejido se convirtió en un artista popular, aclamado por sus coplas en toda España. Llegó a ser el más renombrado de todos, superando incluso en notoriedad al luego internacional Raphael.

Lo anunciaban como "Manolo Escobar y sus guitarras". Las de sus hermanos, claro está: Baldomero, Salvador y Juan, este último compositor de muchos de sus mayores éxitos. El cuarenta por ciento de las ganancias iban para Manolo, y el resto se lo repartía a partes iguales el trío acompañante. Los ingresos más elevados los obtenía al frente de su propia compañía de variedades, con la que recorría España de punta a punta. Luego estaban sus películas, que asimismo le proporcionaron buenos réditos; sobre todo las que protagonizó junto a Concha Velasco. Y desde luego, sus discos, con la casa Belter, de la que recibía muy altos intereses ya que, al menos en periodo comprendido a partir de mitad de los 60 y durante veinte años logró triunfos sonoros incontestables, desde "Mi carro" a "La minifalda" pasando por "¡Y Viva España!" y tantos otros.

Todo ello proporcionaría a Manolo Escobar un sólido patrimonio que supo administrar convenientemente. Hasta que unos amigos de Barcelona lo llevaron al borde de la ruina total, como indicábamos al principio, sobre todo un socio en concreto. Éste, abusando de la confianza que le había demostrado Manolo, tras embarcarlo en el negocio de una fábrica de pantalones, consiguió que avalara los posibles riesgos bancarios en caso de que la empresa entrara en suspensión de pagos o tuviera cualquier fracaso que precisara hacer frente a la demanda de los proveedores. Como así sucedió. Sin ser avisado de los problemas económicos que atravesaba la empresa por sus socios, de la noche a la mañana, Manolo tuvo que afrontar una considerable deuda. Fui el periodista que en el verano de 1980 publiqué la primicia de aquella historia, tras entrevistarme con el cantante en su lujoso chalé madrileño de La Moraleja, sorprendido de que yo estuviera al tanto de sus penosas cuitas: "Pagaré hasta el último céntimo", me aseguró, cifrando las pérdidas del negocio, en el que había sido tan miserablemente engañado, en ochenta millones de pesetas.

Han pasado treinta y cuatro años de aquello cuando acabo de leer un libro escrito por Gabriel García Mármol, sobrino de nuestro llorado protagonista, que ha aparecido esta misma semana con el título Manolo Escobar. Conversaciones con un hombre bueno. Entre otras cuestiones familiares, aborda aquel lío económico. Y así, nos enteramos que la deuda no era de ochenta millones de pesetas como me confió Manolo el día que lo entrevisté, sino que ascendía ¡a trescientos ochenta millones de pesetas del año 1980! Prácticamente todo su capital. Estaba, como aquel que dice, "en la calle". Y cumpliendo su palabra –con su firma y aval bancario- hubo de ir pagando a los acreedores para lo cual viose obligado a vender aquel espléndido chalé de La Moraleja que yo conocí, propio de un millonario.

Su sobrino cuenta: "Le embargaron y subastaron prácticamente todo: la casa de Madrid, la casa de Benidorm, que era un símbolo, "El Porompompero", desde 1964; le embargaron los coches, los terrenos que tenía en Segovia y Mallorca, las cuentas de valor…". Un amigo de Manolo, cuando salió a subasta el chalé de Benidorm, se lo quedó, cediéndoselo al cantante, hasta que pudo devolverle el dinero. "Esas deudas-escribe Gabriel García- se estuvieron pagando hasta el 2000 y de hecho se acabaron de abonar con el préstamo de Salvador-hermano de Manolo- hasta 2014". Manolo Escobar murió, va a hacer ahora un año, el 24 de octubre de 2013.

El libro del sobrino de Manolo Escobar nos descubre que, antes de conocer a la que sería el gran amor de su vida, la alemana Anita Marx, el cantante estuvo ¡seis años ennoviado! Con una tal Julia. Que nunca, por cierto, salió en los programas del corazón para hablarnos de tal relación. Cuando después de dieciocho años de matrimonio optaron por adoptar una niña, Vanessa, lo hicieron con la mayor discreción. El día que la llevaron a casa llamamos a Manolo y éste nos lo negó. Quería preservar esa intimidad a toda costa. Manolo tuvo muchas admiradoras, pero según su sobrino fue fiel siempre a Anita. Cuenta que una de ellas ideó una treta para acostarse con él. Y al acudir, engañado, a la cita, la "fan" se quedó casi desnuda y él salió corriendo. La decepcionada, se fue al teatro, a una butaca de primera fila. Y cuando Manolo Escobar cantaba un pasodoble, llegada la frase "… que me tiés dentro del bote, te lo digo yo, que soy un machote", la susodicha se levantó y dirigiéndose al público, gritó: "¡De machote nada, que yo le ofrecí mi cuerpo y no me hizo ni caso!".

Lo habían operado dos veces del corazón, tenía cáncer y, además, vivía dolorido por una lesión de fémur. Sometido a durísimas sesiones de quimioterapia. Aún así, seguía cantando. Porque lo necesitaba en dos sentidos: profesional, espiritualmente. Y económicamente, conocida la cuantiosa deuda ya explicada. Sus últimas actuaciones fueron en Galicia. Por cierto, gratuitamente. Porque, amén de un gran artista lleno de simpatía, derramó generosidad a manos llenas, actuó para ancianos y enfermos sin dar publicidad alguna; no habló nunca mal de ningún compañero y se mostró siempre digno y entero hasta que le llegó el último suspiro. El libro de su sobrino es un documento sincero, emotivo, donde se nos refleja la personalidad de un gran artista, un gran hombre, sobre todo con anécdotas y pinceladas que lo retratan cuando estaba ante el público y sobre todo en su esfera privada. Y siempre respirando sencillez.

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