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Lo que enseñaba Carmen Sevilla

"Las piernas, los muslos, las tetitas… pero desnudo integral ¡nunca!"

"Las piernas, los muslos, las tetitas… pero desnudo integral ¡nunca!"
Carmen Sevilla | Archivo

Carmen Sevilla va a cumplir el próximo jueves, día 16, ochenta y tres años. Pero le añadirán un año más en la sección correspondiente de los periódicos. No es la primera vez que contamos esta confidencia que nos dijo ella misma hace tiempo: "Nací en 1931 pero en todas mis biografías aparece la fecha de 1930. Todo ello se debe a que cuando yo empezaba de jovencita en la compañía de mi madrina, Estrellita Castro, me vi obligada, para que me dieran el carné profesional del Sindicato del Espectáculo, a ponerme un año más. Y así se explica la confusión con mi verdadera edad". La creímos, pues cuando nos lo reveló, ya era sexagenaria y no tenía sentido, ni siquiera por pura coquetería, "que se quitara un año por las buenas".

Pero hemos de comentar de nuevo que será una efeméride triste, pues su estado de salud, víctima del llamado "mal de Alzheimer", ha empeorado desde que se le detectó, va ya para más de dos años largos. La cuida una sirvienta fiel, Angelines. Y su hijo Augusto la ve diariamente, pendiente de cuanto ella precise. Son escasos los amigos que tienen acceso a su piso del madrileño paseo de Rosales, frente al Templo de Debod, quienes comentan que ya no los reconoce, aunque se muestre sonriente y cariñosa, piropeándolos. Cuando no hace mucho se emitió por televisión una de sus películas más conocidas, Violetas imperiales, ella les dijo: "¡Qué guapa es esa chica…!". Lo curioso es que de pronto se puso a tararear una de las canciones del filme y se la sabía entera. En los últimos meses se han deslizado algunos bulos sobre su situación. El que no tiene justificación alguna es aquel que hasta se hizo público a través de algunos medios informativos a finales de marzo, dándola por muerta. Nos resulta inaceptable que haya algún ¿profesional? de la prensa que no contraste en esos casos la veracidad de un simple rumor de tal naturaleza. Igual que más recientemente sucedió con Lina Morgan.

Si traemos hoy a Carmen Sevilla a este rincón lo hacemos con respeto. Pero asimismo para recordar que, de algún modo, ella fue a su modo y manera una "musa del destape". En su caso, sorprendente. Porque siempre encarnó en el cine español el símbolo de una folclórica llena de simpatía, de extraordinaria fotogenia, protagonista de películas donde jamás traspasó la moral entonces férreamente vigilada por la censura… hasta que empezó a enseñarnos algunos de sus encantos, ocultos durante tantos años. Ya es sabido que los besos apasionados en aquellas películas de hace más de medio siglo estaban prohibidos. Jorge Negrete la besó en Jalisco canta en Sevilla. Casto ósculo, al punto que el galán de la canción ranchera le dijo al director: "¡Pero si ella podía ser mi hija…!". En adelante, desde 1947 y durante veinte años, sólo rodó escenas amorosas con el mayor pudor.

Cuando verdaderamente la estrella dio un giro a su carrera fue a partir de 1969. Apareció fotografiada en las páginas del semanario Triunfo tumbada en una cama antigua, cubierta sólo por una sábana transparente que dejaba traslucir sus hermosas nalgas. Multaron al director, José Ángel Ezcurra, "por atentar contra las buenas costumbres". En Un adulterio decente, de aquel mismo año, ya enseñaba generosamente escote y una vistosa minifalda. Fue al año siguiente cuando, en propia boca de la actriz "yo hice mi primer destape". En El techo de cristal, de Eloy de la Iglesia. "Al sentirme engañada por mi marido, Augusto Algueró, me preguntaba si todavía yo gustaba a los hombres, así es que fui haciendo ese tipo de cine por mi bien". Y para demostrarlo, ella lo contaba así: "Tenía un cuerpo impresionante. ¡De cine! Me ponía un vestido escotado, unas braguitas de encaje, unos sujetadores negros también de encaje… Pero nunca un tanga. Siempre braguitas. Por cierto, mi esposo nunca iba a ver mis películas". Y así, poco a poco, fuimos contemplando a una Carmen Sevilla diferente, moderna, casi sin complejos por mostrar parte de su hermoso cuerpo en El apartamento de la tentación, No es bueno que el hombre esté solo (hacía de fulana con un chulo que era Máximo Valverde), La loba y la paloma (donde se desnudaba en una escena plena de erotismo), Sex o no sex, Dormir y ligar todo es empezar, Una mujer de cabaret, Terapia al desnudo, Strip-tease a la inglesa, La promesa (allí se encamaba con Manolo Otero)…

Ella recordaba su pasado, tan alejado en costumbres y actitudes de cuanto luego viviría: "Antes de Augusto, yo tuve unos cuantos novios; pretendientes con los que entrecruzaba abrazos, besos, coqueteos… pero ¡de ahí no pasaba!, hasta que conocí el sexo en mi matrimonio". Contó una escena con Charlton Heston cuando rodaron en 1971 Marco Antonio y Cleopatra: "De repente bajó la mano y empezó a acariciarme el busto. Me dio tal toqueteo que me dejó helada. Puede verse reflejado mi estado de ánimo en esa escena de la película. Me sobó a base de bien. Y me besó con lengua incluida, por su cuenta. Me tomé la venganza haciéndole sangrar uno de sus labios, que mordí con rabia".

Los últimos años de Carmen Sevilla hasta su adiós cinematográfico en 1978 fue cuando la llamaban Carmen Destape. Años "donde enseñaba las piernas, las tetitas pero desnudo integral ¡nunca! Se dio el caso que una revista sacó unas fotografías de una señora desnuda, supuestamente como si fuera yo, y demandé a la publicación diciéndoles… ¡que mis tetas eran más bonitas!" Vendría luego su conocida etapa televisiva con el Telecupón. Llegó a cobrar medio millón de pesetas diariamente. Más recientemente, presentando "Cine de barrio", percibía casi cien mil euros mensuales, cantidad luego rebajada considerablemente, a razón de seis mil euros a la semana. Ganó mucho dinero Carmen Sevilla, por lo que no parece ser cierto que haya llegado al presente con problemas económicos. Se ha dicho que sus seres más cercanos se planteaban ingresarla en una residencia geriátrica, lo que hasta el momento, que sepamos, no se ha producido.

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