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Él vuelve a vestirse de luces

¿Qué pasó entre Espartaco y Patricia Rato?

Divorciado de Patricia Rato, no descarta casarse con Macarena Bazán. Ahora regresa al ruedo por última vez.

Divorciado de Patricia Rato, no descarta casarse con Macarena Bazán. Ahora regresa al ruedo por última vez.
Patricia Rato y Espartaco | Archivo

La temporada taurina se anima en los próximos días con las ferias de Valencia y Castellón de la Plana. Y una de las noticias sobre la fiesta tiene a Juan Antonio Ruiz Espartaco como protagonista al anunciarse su reaparición el 5 de abril en la Maestranza sevillana. Sólo para una tarde. Al final del festejo, se cortará la coleta. Es el adminículo capilar que en los viejos tiempos se dejaban crecer los diestros con sus propios cabellos, pero que desde la postguerra resulta ser postizo. Juan Belmonte parece ser que inauguró aquella moda. Un gesto que significa el adiós definitivo del toreo. Aunque Espartaco matiza: "No me volveré a vestir de luces, pero de vez en cuando participaré en festivales". La última vez que hizo el paseíllo de luces fue el 19 de junio de 2010 en la plaza francesa de Istres. Desde entonces, sólo festejos benéficos. Es consciente del compromiso que tiene esa tarde sevillana del Domingo de Resurrección: "Me ofrecían dos corridas, pero por respeto he dicho que sólo una, ésa, la última…". Pero ¿por qué vuelve Espartaco y reaparece, siquiera para un solo festejo? "Por dinero, desde luego que no… Me lo han pedido. Para darle la alternativa a un paisano mío, Borja Jiménez. El testigo será José María Manzanares".

Estos días anda encerrado en el campo, "probándose", como se dice en el "argot" taurino. Porque, aunque haya participado en festivales y en tentaderos no es lo mismo que retornar a los ruedos en una plaza como la Maestranza, en una fecha tan significativa, ante una afición exigente. Y eso cuando se tienen cincuenta y dos años. Pero él, físicamente, se encuentra en buena forma. Recordemos que empezó en el toreo hace cuarenta años; que a los diecisiete tomó la alternativa. Y que han sido muchos los sacrificios, cornadas graves y una desafortunada lesión de rodilla jugando al fútbol que le apartó en 1995 de los ruedos varias temporadas, sometido por ello a dolorosas intervenciones quirúrgicas. Hay que tener mucha afición para ponerse de nuevo ahora frente a un toro, siendo millonario, habiendo alcanzado popularidad y un sitio importante en la historia del toreo.

Lo conocí cuando sólo contaba dieciséis años y toreaba con caballos. Me asombró su arrojo en una novillada celebrada en Segovia. Quedamos para hablar en la vivienda madrileña que le habían dispuesto en la calle de Ferraz, frente al parque del Templo de Debod, sus apoderados, los hermanos Lozano: apenas tres habitaciones que no rebasaban los cincuenta metros cuadrados, y en la que convivía con sus padres y entonces sus cuatro hermanos. Me pareció un chico sencillo que sólo aspiraba a sacar a su familia de la pobreza. Su padre, Antonio Ruiz, no había tenido suerte como matador de toros. El Pipo, descubridor de El Cordobés le puso el mote de Espartaco, en razón de que era natural del pueblo de Espartinas, y aludiendo de paso a una película de éxito, la que dirigió Stanley Kubrick. Y el hijo, Juan Antonio, heredó orgulloso el sobrenombre. Le costó abrirse paso entre los aspirantes a figuras, pero a mitad de los años 80 se encaramó en los primeros puestos del escalafón, de los que no le apearían hasta una década larga más tarde.

Cuando ya era un matador de toros cotizado tuvo amores con Juana Valderrama, la hija del cantaor, siendo vecinos de Espartinas. Ella se hizo ilusiones, pero él no tantas. Cierto día del mes de mayo de finales de los 80, descansando él en su habitación del madrileño Hotel Palace, donde se hospedaba cuando toreaba en Madrid, preguntó por él en recepción una atractiva joven rubia. Al no poder verlo le dejó una tarjeta de visita. Espartaco concertaría días después un encuentro con aquella desconocida admiradora, que resultó ser nieta de un banquero, sobrina de un político del PP, llamada Patricia Rato. Simpatizaron enseguida, contrayendo matrimonio secreto en la madrugada del 7 al 8 de julio de 1991, en la más estricta intimidad, huyendo de los reporteros que perseguían a la pareja desde hacía semanas. Yo los localicé en Bilbao un mes después, y aunque no habían revelado aún que estaban casados, supe que compartían la misma habitación. Deduje que tal vez fueran ya marido y mujer y así lo publiqué en exclusiva, adelantándome a cuando ellos ya admitieron claramente su desposorio. Discretos siempre, mantuvieron aquella feliz unión durante diecinueve años, tiempo en el que les nacieron tres hijos: Alejandra, Isabel y Juan. Hasta que tarifaron en 2010. ¿Qué les pasó? Nunca se han sabido las razones. Pero sí que tras los primeros rumores de ruptura apareció en la vida del torero otra mujer, la sevillana Macarena Bazán, licenciada en Derecho y funcionaria de la Junta de Andalucía, en la que ocupó altos cargos hasta 2012. Se conocieron cuando ella ostentaba el cargo de secretaria general de la Consejería del Medio Ambiente. Inútiles los intentos de reconciliación, Patricia Rato regresó a Madrid con sus hijos, en tanto él decidió compartir su nueva vida con Macarena Bazán en el espléndido chalé de una urbanización de lujo de Huelva, cuando no están en la finca del torero, "Maja Vieja", en la provincia de Sevilla. Conseguido el divorcio, Patricia y Juan Antonio olvidaron ciertas hostilidades entre ambos siempre pensando en sus hijos, con quienes se han reencontrado en celebraciones familiares. De ella no se conoce ninguna relación actual seria y estable en tanto él, que es muy reservado sobre su vida íntima, no ha descartado una segunda boda en el futuro.

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