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Así empezaron las exclusivas de la prensa rosa

El pionero, Jimmy, que vendió su boda con una nieta de Franco hace 38 años

Ya nadie se extraña y apenas se escandaliza por las exclusivas de las revistas de colorines. En las últimas semanas viene especulándose por lo que pudiera cobrar Isabel Preysler si contara pelos y señales de su relación con Vargas Llosa. Entre los expertos en ese tira y afloja (sobre todo esto último) hay quienes calibran la cifra de ¡seiscientos mil euros! en caso de que La Reina de Corazones aceptara abrir el grifo de sus sentimientos, completando sus confesiones sentimentales con un amplísimo despliegue fotográfico en algún decorado de ensueño. Pero ¿aceptará el Premio Nobel peruano ser también parte de ese supuesto contrato periodístico, contando detalles íntimos de su más que otoñal romance, como si estuviera narrando una novela amorosa autobiográfica, con poses ante una cámara mirando embobado a su ahora idolatrada pareja? Isabel Preysler tendría menos problemas de conciencia: ya ha contado otras veces pasajes de su vida con Julio Iglesias, el Marqués de Griñón y Miguel Boyer. Sin demasiadas concesiones para el chisme, pero suficientes para alimentar la voracidad de los lectores . Moralmente, Isabel Preysler se siente obligada –en caso de que decida abrir la boca sobre su intimidad- a prestarse a una exclusiva con ¡Hola!, nunca con otra publicación, ya que desde que se separara de su primer marido, el cantante, fueron muy frecuentes sus bien pagadas colaboraciones.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa

Por ejemplo, aquella temporada que entrevistaba a celebridades de la pantalla, como Paul Newman, Clint Eastwood, Richard Chamberlain…, a razón de un millón de pesetas por pieza cobrada. Ella llevaba una grabadora, la ponía en funcionamiento y disparaba suavemente sus preguntas ante el personaje de turno, leyéndolas de unos folios que le habían deslizado Tico Medina y algún otro redactor avezado de la revista. Probablemente uno de los pelotazos más productivos para la filipina fue en 1992 cuando aceptó posar en todas las estancias de su mansión en la madrileña zona de Puerta de Hierro, desde entonces bautizada periodísticamente como Villa Meona. Mostró su quincena de cuartos de baño, y hasta la caseta de su perro dotada de calefacción. Le proporcionó cobrar de ¡Hola! ¡veinticinco millones de pesetas! Pero, acaso se pregunten ustedes, ¿cuándo, dónde y quiénes fueron los primeros en 'poner el cazo' a cambio de vender sus bodas, separaciones, bautizos, y hasta miserias personales?

Portada 'Diez Minutos'

Se lo cuento. Jimmy Giménez-Arnáu contrajo matrimonio el 3 de agosto de 1977 en el Pazo de Meirás con una nieta del general Franco, Merry Martínez-Bordiú. Acontecimiento social destacado, cuando no se habían cumplido los dos años de la muerte del anterior Jefe del Estado. El reportaje gráfico lo vendió el propio novio, sin intermediarios. Conocía el paño: había estado en más de una redacción. Las revistas pagaron una millonada. Y su por entonces cuñado, Francis Franco, lo imitó en 1981, cuando se casó con María Suelves, percibiendo tres millones de pesetas de las administraciones de ¡Hola!, Lecturas y Semana. Diez Minutos no quiso contribuir a esas dádivas y por tanto quedó privada de la exclusiva. Aquellos dos enlaces se fueron al garete, y en su día, tanto Jimmy como Francis volvieron "a hacer caja" por el bonito y nada penoso procedimiento de desgranar sus cuitas.

Portada 'Lecturas'

La hermana mayor de este último, Carmen Martínez-Bordiú, se incorporó en seguida a esa lista de veteranos del trinque, vía la prensa rosa. Hizo como su íntima amiga Isabel Preysler convertida en habitual protagonista de las páginas de ¡Hola!, a veces como cronista de modas, y bastantes más cual heroína de sus pasajes sentimentales, una vez libre de su infortunado matrimonio con el Duque de Cádiz. Por cierto: mucho lamentó la exduquesa no haber sido ella quien diera la noticia de su separación de don Alfonso de Borbón, exclusiva por la que pudiera haber cobrado diez millones de pesetas: y es que se le adelantó Isabel filtrando esa novedad, gratis, a la redacción de su revista favorita. Pero ya alertada, con ese fino instinto que tiene Carmencita cuando huele a scoop periodístico, que dicen los sajones, cobró su buen dinero (probablemente diez millones de pesetas) cuando "dio puerta" a su segundo marido, Jean-Marie Rossi. La experiencia de contar sus aventuras sentimentales a cambio de un buen talón bancario la repetiría con fruición en el transcurso del tiempo, conforme se la vinculaba con el arquitecto italiano Roberto Federici. Su noviazgo, boda y separación del cántabro José Campos, que publicitó sin recato, le posibilitaría naturalmente ampliar su cuenta corriente, hasta desembocar, en tiempos cercanos en una breve relación con un chatarrero toledano, ya rota.

Portada '¡Hola!'

Nadie aventajó desde luego a Carmen Ordóñez, la mujer que más dinero cobraría de las revistas y de los programas rosas de televisión. Gran parte de aquel río de dinero se le fue de las manos cuando cayó en el vicio de consumir determinadas substancias. Separada del luego difunto Paquirri, su primer marido, no vaciló en contar sus penas y alegrías en Diez Minutos, merced a un contrato millonario. La divina, como fue llamada, resultó ser la primera en inaugurar esa lista de famosillos con tempranas biografías pagadas a precio de oro. La mayoría de los reportajes de prensa los facturaba a través de la agencia Korpa, con quien pactaba sus exclusivas. Y así, nos ilustró con sus devaneos con el simpático Play-boy marbellí Antonio Arribas; su enlace y ruptura con Julián Contreras; la tercera boda con el fogoso bailarín Ernesto Leyva y, entremedias, algunas otras aventuras. Era la asidua invitada a Tómbola y otros programas parecidos, entre toques continuos a sus melenas y revisión de chismes sobre sus andanzas amatorias, no dejando de cobrar exclusivas hasta muy poco antes de su muerte en trágicas circunstancias, ocurrida hace ahora justamente once años, el 23 de julio de 2004. La relación de personajillos de tres al cuarto que han facturado cantidades exorbitantes por someterse a esas exclusivas, desde que las inaugurara Jimmy Giménez-Arnáu hace treinta y ocho veranos, daría para que yo estuviera escribiendo sobre ello un montón de meses. Pero les voy a eximir de esa penitencia. Con su pan se lo coman los afortunados de tales transacciones económico-sentimentales.

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