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Muere Txente, el marido de Sara Montiel que le exigió retirarse

Txente quiso, al casarse, retirar a Sara Montiel del cine.

Txente quiso, al casarse, retirar a Sara Montiel del cine.

Me entero que el pasado domingo, 4 de octubre, falleció en Madrid quien fue el segundo marido de Sara Montiel, un vasco tímido, cortés, a quien traté cordialmente en distintas ocasiones, de nombre José Vicente Ramírez García Olaya, a quien familiarmente siempre lo llamaron Txente, que es como lo citaremos en adelante. Contaba ochenta y dos años de edad. Cinco años menor que la desaparecida estrella manchega.

Se conocieron en 1962, cuando ella rodaba La reina del Chantecler. En una fiesta de amigos en la urbanización de La Florida, a la entrada de Madrid. Estaba entonces Sara a punto de divorciarse de su primer marido, Anthony Mann. Comenzaron a salir. Economista por la Universidad de Deusto, Txente entró a trabajar en las oficinas de Seat, en Madrid, donde cobraba un sueldo de quince mil pesetas. Cantidad común en un ejecutivo de entonces, cuando un oficinista sólo alcanzaba las cinco mil como máximo. Aunque tales emolumentos no le llegaban para comprarse un piso y tuviera que vivir en un hostal del barrio de Salamanca. Sara Montiel percibía por cada película una cifra millonaria. Pero el bilbaíno tenía su amor propio y no consentía ir en el coche de Sara, un flamante Mercedes, sino en su modesto Seiscientos. Y él la acompañaba al piso de ella, en el número 117 de la calle de San Bernardo. Cuando los vecinos la veían descender de aquel vehículo, quedaban extrañados. Sara Montiel vivía en el epicentro de su fama.

El noviazgo de la pareja puede considerarse tradicional. Insistía Txente que no quería dar la impresión a su lado de ser "un mantenido". Conforme continuaba la relación, rodando Sara Montiel en tierras brasileñas su película Samba recapacitó y se dijo que estaba cometiendo un error, que seguir al lado de aquel tímido resultaba una equivocación. A su vuelta a España él le pidió que se casaran. Bastantes años después, ella recordaría: "Fui tonta, me vi enredada, no sé cómo acepté". El caso es que, preparando el enlace, Sara sugirió que fuera en el extranjero, de carácter civil; a lo que él se negó, católico ferviente. Terminaron uniéndose en matrimonio religioso la mañana del 2 mayo de 1964 en la iglesia de Montserrat, de Roma, en ceremonia oficiada por el entonces abad del Valle de los Caídos, Fray Justo Pérez de Urbel. Fueron recibidos en audiencia vaticana por su santidad el papa Pablo VI.

Nada más desposados, Txente, inesperadamente, dijo a su mujer: "Vete olvidando que eres Sara Montiel. Ahora te has convertido en la señora de Ramírez-Olaya". Y entonces, precisamente entonces, la estrella se dio cuenta de su inmenso error. Confesaría: "No tuvimos relaciones prematrimoniales, debimos haber vivido una temporada juntos antes de casarnos y así podríamos habernos conocido mejor". Sara Montiel tenía contrato con la productora Balcázar para protagonizar tres filmes, de los que sólo quedaba el último por rodar, Noches de Casablanca. Cuando el productor se interesó por la fecha en la que ella decidiría el comienzo, le interrumpió Txente: "La próxima vez que usted quiera hablar de trabajo con mi mujer deberá dirigirse previamente a mí". Y cuanto tiempo duró su matrimonio Sara siguió convencida de haber errado en su elección: "Es muy buen chico, sí, pero me ha prohibido trabajar, me ha prohibido ser Sara Montiel".

La decepción no quedó ahí, pues de regreso de su luna de miel a Madrid, él la conminó a que su madre se marchara de casa: "Le damos un dinero o le pagamos una pensión, pero no quiero verla con nosotros, ni a tus hermanos tampoco…". Aunque intentaron tener un hijo terminaron como el rosario de la aurora: cada uno durmiendo en habitaciones diferentes. Y se separaron de común acuerdo, aunque legalmente siguieran siendo marido y mujer. En verano ella comenzó a rodar en Barcelona La dama de Beirut. Y se enamoró del galán: Giancarlo Viola. Sara le había dado poderes a Txente para que pudiera disponer de su dinero en los negocios emprendidos por él. "Siempre confié en mi marido. No le quité los poderes hasta que me enteré de que todas las propiedades que había adquirido y los negocios que hizo con mi dinero, estaban a su nombre. Desde 1964 en que nos casamos hasta 1970 había estado utilizando mi dinero y no tenía nada que presentarme".

Tiempo más tarde, estando Sara ya casada con Pepe Tous, contrataron a un abogado y así descubrieron que a los dos meses de la boda, Txente había comprado una casa a su nombre y desde entonces, todo lo demás. En 1978 obtuvieron la nulidad matrimonial. "Para conseguir la nulidad era necesario que yo diera mi consentimiento, a cambio del cual mi exmarido me ofrecía la limosna de tres casas de nada. Pero lo acepté para no tener nada más que ver con él. Se convirtió en millonario gracias a mí".

Los testimonios recogidos de Sara Montiel, que desde luego no cuestiono, no me impiden recordar a un Txente encantador en el trato. Se dedicaba a negocios de construcción. Y hasta con unos socios montó una casa de discos, que me invitó a conocer. La última vez que nos vimos fue en un vagón del Metro, a las diez de la noche. Teniendo su elevada posición económica no le importaba servirse de ese medio de transporte. Lo sabía emparejado ya con otra mujer –de la que preferí no hablar-, que había sido actriz de películas ligeras de ropa y asimismo presentadora de varios programas televisivos, su paisana Isabel Luque. Siempre discreto, en las reuniones sociales apenas era reconocido como ex de Sara Montiel. Descanse en paz.

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