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La prensa rosa en el franquismo (y 2)

En los últimos años de los 60 la prensa silenciaba las desavenencias de los famosos por miedo a la censura.

En los últimos años de los 60 la prensa silenciaba las desavenencias de los famosos por miedo a la censura.
Portadas revistas de los años 60

Ese afán del periodismo femenino por contar historias relacionadas con la maternidad se siguió acentuando en la persona de Fabiola de Bélgica. Mediados los años 60 no había semana que las revistas españolas del corazón no siguieran con la matraca de que tarde o temprano se quedaría embarazada. Lo que nunca ocurrió. La boda de Carmen Sevilla y Augusto Algueró alegró las páginas de las revistas de comienzos de la década de los 60. La pareja gozaba de la admiración popular y durante un decenio parecía ser un modelo de feliz convivencia. En los últimos años de ese periodo la prensa rosa silenció las desavenencias causadas por el comportamiento del conocido compositor, quien enlazaba conquista tras conquista; por ejemplo, con una modelo y luego ocasional actriz, Elena Balduque, como también una componente del trío La,la,la. Los escándalos de faldas se publicaban con mayores detalles si se trataba de personajes extranjeros, caso de la princesa Paola Ruffo di Calabria, quien casada con el hermano del Rey Balduino, Alberto de Lieja, dejaba al tres por dos la Corte de Bruselas y era fotografiada en Roma divirtiéndose en alguna boîte de moda, especulándose con que "le tiraba los tejos" un cantante popularísimo, Salvatore Adamo, quien había estrenado para ella su romántica melodía "Dulce Paola".

Sara Montiel | Portada 'Fotograma'

Sara Montiel se había casado con un economista bilbaíno, Txente Ramírez Olaya, unión que duró apenas un par de años. No se contaron las aventuras sentimentales que, aun estando aún legalmente casada por la Iglesia vivió junto a dos de sus galanes cinematográficos, el francés Maurice Ronet y el italiano Giancarlo del Duca. Pero ¿por qué se ignoraban tales devaneos, por incompetencia de los reporteros o por decisión de las propias revistas? Más bien por esto último, ya que sus directivos temían a la censura e incluso a los propios personajes, a quienes no deseaban importunar mucho. En las portadas y las páginas interiores, una semana sí y otra también, se repetían los nombres de Marisol, Raphael y El Cordobés. Quien ya en su última etapa artística gustaba de ser conocida como Pepa Flores, fue durante los años 60 –preferentemente- y 70 asidua de la prensa rosácea, que la mimaba cada vez que rodaba una de sus ñoñas películas. Nadie contaba qué pensaba ella de la disciplina férrea a la que era sometida por su exclusivista productor Manuel J. Goyanes, que se frotaba las manos cuando uno de sus hijos, Carlos, se casó con la actriz malagueña. Así, todo quedaba en casa (pensaba aquél) para seguir manipulando el futuro de su pupila.

Marisol | Portada '¡Hola!'

Tampoco las revistas se hicieron eco de un extendido rumor que empezó a circular en el entorno de Marisol acerca de un embarazo no deseado, culminado –siempre siguiendo aquellos chismes- con un aborto. No, claro, aquello no podía insinuarse, fuera o no cierto. Y la actriz-cantante continuó siendo para aquellas publicaciones una niña encantadora, feliz por fuera, infeliz por dentro, que acabaría harta de su marido hasta que pudo librarse de él y separarse. En ese último proceso la prensa rosa fue muy comedida, sin entrar en detalles del por qué Marisol consiguió su libertad. A título anecdótico: el marido, convertido en representante artístico de la estrella, fue el primero en propiciar que se sometiera a sesiones fotográficas con poses eróticas, desnuda, para completar un book con destino a productoras extranjeras, dado que Marisol, por su edad, ya no podía explotar su imagen de adolescente ingenua en la pantalla. Y ella tuvo que "tragar". Respecto a Raphael era mediada la década de los 60 el artista favorito de la canción melódica, a lo que contribuyeron sus felices apariciones en el Festival de Eurovisión, adonde acudió en dos ocasiones. Con anterioridad, los sabuesos del periodismo rosa trataron de buscarle novia a toda costa. Tendrían que pasar cerca de diez años hasta que, por sorpresa se casó en Venecia con Natalia Figueroa. Llegaron a hacerse quinielas sobre cuánto duraría aquel matrimonio.

'El Cordobés' y Raphael | 'Diez Minutos'

Y, acerca de El Cordobés, en cambio, era fácil fotografiarlo rodeado de chavalas por todas partes. La popularidad de Manuel Benítez fue jaleada constantemente por las revistas, que repitieron hasta la saciedad su biografía, sus años de miseria cuando robaba gallinas para sobrevivir. Causó sensación verlo departiendo mano a mano, tras una cacería, junto al Generalísimo Franco. Lo que los periodistas no revelaron fueron algunas anécdotas relacionadas de alguna manera con él, como cuando el torero se emborrachó una noche de fin de año en una fiesta en la que estaba presente el Jefe del Estado. Al que Benítez llamaba entre sus amigos don Paco. Una vez lo detuvieron tras una sonada francachela y cuando en la comisaría lo interrogaron sacó de su cartera una sobada fotografía, aquella en la que estaba junto al Caudillo, pregonando su cercanía con él. No hizo mella en el comisario aquella salida de pata de banco del diestro, pero optó por no enchironarlo para evitar males mayores.

Luis Miguel Dominguín | Portada 'Garbo'

Si bien El Cordobés era de los pocos personajes que "vendían" revistas, hay que señalar a Luis Miguel Dominguín como el pionero en la prensa internacional, en la que aparecía frecuentemente no tanto por sus hazañas taurinas, sino más bien por sus conquistas amorosas. El listado de sus consumados romances reúne a nombres rutilantes del Hollywood de la época o de la cinematografía europea, desde Lauren Bacall a Romy Schneider, pasando por la mexicana Miroslava (que se suicidó al no verse correspondida) María Félix y un largo etcétera, que incluye a quien verdaderamente fue la más explosiva de sus amantes, una veleidosa Ava Gardner. Si en Life, París-Match y otras importantes publicaciones aparecían muy detalladamente aquellos episodios sentimentales del torero, aquí en España las revistas rosas no contaban tanto esos amoríos, centrándose más bien en su relación con la italiana Lucía Bosé. Nunca se dijo entonces que la pareja había contraído matrimonio civil en las Vegas y sólo se publicó la boda religiosa que meses después celebraron en la finca de Saelices que tenía el torero en la provincia de Cuenca. Tampoco se comentaría que la pareja se casó "por la Iglesia" en cierta manera obligada por su entorno social: comenzaron a hacerles el vacío, considerándolos amancebados. A Franco tampoco le hacía ninguna gracia que acudieran a sus cacerías sin estar legalmente casados. Por eso dieron aquel paso. Aunque, insistimos, tales circunstancias jamás se pudieron leer con esos detalles en la prensa rosa de la época.

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