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La discreta vida privada de Beatriz Carvajal

Esta es la primera vez que la veterana actriz, que no está casada, coincide en un escenario con la mayor de sus dos hijas adoptadas.

Esta es la primera vez que la veterana actriz, que no está casada, coincide en un escenario con la mayor de sus dos hijas adoptadas.
Cartel de 'Diablillos rojos', la obra que Beatriz Carvajal tiene ahora mismo en cartelera.

Representa ahora Beatriz Carvajal una función teatral tragicómica, Los diablillos rojos, en la que prima una historia de ribetes dramáticos: el de una mujer ingresada en una clínica psiquiátrica; sufre alucinaciones, cree ver unos pequeños demonios que alteran sus pensamientos. La doctora que la cuida es, en la vida real, su propia hija, Montse. Ello, sin duda, proporciona emotividad a la popular actriz, quien debutó a los catorce años con la Compañía Nacional de Teatro, lleva cincuenta y tres de profesión y ha cumplido sesenta y seis de calendario en la pasada Nochebuena.

Esta es la primera vez que coincide en un escenario con la mayor de sus dos hijas adoptadas, pues en la televisión ya lo hizo, por ejemplo, en la serie Compañeros. Siente mucha alegría Beatriz Carvajal por tal circunstancia: "Cuando me confesó un día que quería ser actriz como yo, la verdad es que me asusté y me preocupé porque si ya es difícil vivir de esta profesión, mucho más lo es para ella, al ser de raza negra, lo que la limita a la hora de encontrar papeles adecuados. Pero me he convencido de que es buena actriz".

Y buena hija también, desde luego,añadimos. Quien no tiene inconveniente en reconocer: "Ser negra me condiciona". Está casada con el actor Víctor Clavijo. Una muchacha aplicada en su trabajo, que ha tenido ocasión de lucirse en otras series televisivas además de la antes citada: Amar en tiempos revueltos, Hospital Central… Y también hizo, tiempo atrás, una temporada escénica junto al luego diputado Tony Cantó, con la comedia Razas. Así es que su madre está contenta y repite: "¡Ya era hora de que nos subiéramos las dos a un escenario…!".

Suerte, sí, ha tenido Beatriz Carvajal con Montse, buena chica, que cuenta treinta y cinco años, a la que ha educado con todo amor y dedicación, quitándose horas de sueño si era necesario, al tiempo que ejercía su carrera artística. Y también con su otra hija, Nisma, que trabaja de enfermera en una buena clínica especializada. Ambas llevan los apellidos de la actriz, Plá Navarro. Porque Beatriz Carvajal no está casada, y además exhibe ese apellido en las carteleras sin serlo realmente. Obedece a una obsesión que la embargaba al iniciar sus primeros pasos en el teatro. Su padre era abogado del entonces Sindicato Nacional del Espectáculo y pensaba ella que podían acusarla de valerse de ese supuesto privilegio, siendo "la hija de Plá", a la hora de ser contratada.

Y resolvió elegir un apellido familiar, que corresponde lejanamente a su rama materna. Y, además, es eufónico, suena bien. Una tontería, viene a decir ella a estas alturas, pero así es conocida, muy popular desde que a partir de 1982 debutara en Un, dos, tres… responda otra vez con sus imitaciones de personajes inventados, como aquella tartaja fulana gallega, "La Loli".

Beatriz Carvajal es una mujer plena de encanto y ternura, sencilla y simpática, que aun confesando haber disfrutado hasta el presente de una vida plena como mujer prefiere ser discreta con su vida privada y no dar detalles de sus amores. Continúa soltera. Luchó mucho hasta lograr la adopción de Montse y luego de Nisma. Fue pionera en España cuando no existía aquí el concepto de familia monoparental. Nuestro Ministerio de Justicia no permitía adoptar niños a los solteros. ¿Quién se atreve hoy a cuestionar esa resolución? Porque en el caso de Beatriz Carvajal ella ha demostrado ser una madre impecable con la educación y crianza de sus hijas. Y siendo actriz, que por su naturaleza la obliga a viajar, a trabajar de noche, a unas costumbres en otros tiempo objeto de críticas a veces injustas y desproporcionadas, ella e imagino otras compañeras en su mismo caso, ponen de manifiesto estar perfectamente concienciadas para ejercer su papel materno en su vida familiar. Un ejemplo, el suyo, digno de encomio.

Por otra parte, Beatriz Carvajal preside la Fundación Casa del Actor, entidad que hasta su muerte dependía de la actriz Julia Trujillo. Hace casi veinte años que se consiguieron unos terrenos en Las Rozas (Madrid). Los donativos de actores como Antonio Banderas y otros han sido insuficientes para erigir un edificio que albergue a aquellos artistas que en la vejez o la indigencia necesitan ayuda. Ninguna entidad apoya este proyecto. Ni que decir tiene que Beatriz se encuentra en este punto absolutamente desesperanzada.

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