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La ruina y el engaño que acabaron con Joselito

Joselito alcanzó la cumbre, pero se desplomó debido a sus problemas con la ley y adicciones.

Joselito alcanzó la cumbre, pero se desplomó debido a sus problemas con la ley y adicciones.
Joselito y José Manuel Parada | Gtres

Setenta y tres años ha cumplido recientemente quien fuera llamado el pequeño ruiseñor, el cantante Joselito, aunque la edad de su nacimiento fue manipulada y hasta no hace mucho se pensaba que había nacido en 1947, que es como todavía aparece en las enciclopedias de cine y en muchas de sus biografías. José Jiménez Fernández, Joselito, vino al mundo en Beas de Segura (Jaén) el 11 de febrero de 1943, en el seno de una humilde familia de gentes del campo. Eran siete hijos. Había días que se alimentaban a base de cáscaras y mondas de patatas. Con cuatro años asombraba a sus vecinos con el prodigio de su garganta. Se iba a las tabernas del pueblo, entonaba sus coplillas y ganaba unas "perras".

Un hermano suyo resolvió buscarse la vida en la población valenciana de Utiel y él le acompañó. Joselito se hizo allí muy pronto conocido por sus cantes. Un avispado electricista, Eloy Ballesteros, decidió ayudarlo, convirtiéndose en su mentor artístico. Consiguió que el gran locutor Bobby Deglané lo presentara en su popular programa Cabalgata Fin de Semana. Toda España descubrió entonces a aquel niño de apenas diez años, que entonaba canciones folclóricas con unos sorprendentes agudos. El más importante productor cinematográfico de la época, el gallego Cesáreo González, le firmó un fabuloso contrato.

Las primeras de las quince películas que protagonizó fueron dirigidas por un avezado cineasta, Antonio del Amo, y dieron un dineral en taquilla: El pequeño ruiseñor, de 1956, y a continuación Saeta del ruiseñor, El ruiseñor de las cumbres, Escucha mi canción… Lo principal era eso, las canciones, caso de "Campanera", que se escuchaban a todas horas en la radio, ya que el pequeño gran ídolo había sido también contratado por la RCA española. El eco de sus películas y coplas llegó a Hispanoamérica. Su productor se encargó de buscarle algunos profesores, que fueron proporcionándole una educación básica. Fue el primer niño prodigio del cine español con auténtica dimensión internacional, antes que Marisol, de quien se enamoró a poco de conocerla, enviándole apasionadas misivas, aunque la malagueña apenas le hiciera caso.

En sus viajes allende el Atlántico tuvo ocasión de ver a Fidel Castro y al Ché Guevara, quienes conocían sus películas; también fue recibido en la Casa Blanca por el Presidente Lyndon B. Johnson quien, sabedor de la afición cinegética del pequeño ruiseñor lo obsequió con un rifle Winchester. Contando dieciséis años rodó un nuevo filme, El pequeño coronel, donde se enamoró de su protagonista femenina, María Mahor, tres años mayor que él. Joselito se decepcionó también porque la actriz madrileña le hizo comprender que no era el tipo de hombre que le gustara. Volvió a sentir una irrefrenable atracción física, más adelante, con otra compañera de sus películas, María Asunción Lauret, a quien llamaba Chonette, hija del compositor y director musical Benito Lauret, con la que terminaría casándose en secreto en 1966 en Villarrobledo, ciudad manchega donde ejercía de sacerdote un amigo suyo. Con Chonette tuvo dos hijos: Isaac y Eva. El matrimonio acabó naufragando en 1978 y el actor-cantante se reencontró con su antigua novia, Marifé, maestra de una escuela de Utiel, con la que contrajo segundas nupcias en 1986. "Sin ella yo no sería nada".

Conforme Joselito fue cumpliendo años y ya sin poder disimular que no era un chiquillo, su encanto en la pantalla fue desdibujándose y sus películas, en consecuencia, acabaron perdiendo interés. La popularidad del ídolo se iba poco a poco extinguiendo y su última película Prisionero en la ciudad, de la que además de protagonista fue productor en 1969, resultó un sonoro fracaso. Sus finanzas iban decayendo progresivamente. Entre 1977 y 1985 estuvo en Angola. "Nunca fui mercenario", aseguró firmemente ante las acusaciones de que fue objeto, manifestando que sólo viajó allí a cazar, su afición favorita. Parece que organizaba safaris.

Regresó a Utiel, donde estaba al frente de un negocio turístico de su propiedad, El bodegón, decorado con souvenirs africanos. En agosto de 1991 fue detenido, acusado de un delito de narcotráfico. Pasó por la Cárcel Modelo de Valencia y la prisión de Picassent. Lo condenaron a cinco años, pero sólo cumplió año y medio, accediendo al régimen abierto. Se daba la circunstancia de que su hijo era guardia civil. En ese tiempo confesó estar arruinado. Unos policías corruptos le tendieron una trampa simulando ser "correos de la droga", y Joselito acabó de nuevo tras los barrotes hasta cumplir completamente su inicial condena. Finalmente fue absuelto en el mes de agosto de 1994. Varios medios de comunicación fueron implacables con él, titulando en crónicas de sucesos: "El ruiseñor, enjaulado". Siempre ayudado por Marifé, su segunda esposa, y sin dejar su residencia de Utiel, procuró ir rehaciéndose económicamente, reemprendiendo una vida más tranquila ya alejado completamente de la droga.

De las declaraciones de los últimos tiempos, recogemos las siguientes: "La cárcel es lo mejor que me ha pasado pues allí curé mi adicción a la heroína. Estuve unos años pensando día a día en suicidarme. Durante veinticinco años nadie se acordó ya de mí. Que se sepa que tuve una infancia infeliz, que nunca tuve amigos de mi edad, que sólo me dedicaba a mis películas y actuaciones y que podría ser millonario, pero me engañaron. Mi representante sólo me dejó al final el chalé de Utiel y un piso en Madrid".

Y en este último tramo de su vida, Joselito fue invitado varias veces al programa Cine de barrio, le dieron algún homenaje, y participó en cameos en algunas películas, como Torrente 4. Decidió en 2008 aceptar su participación en el programa televisivo Supervivientes, pero duró poco, al ser expulsado en febrero de ese año. En Telecinco también, se sometió a las preguntas de unos tertulianos y a ese polígrafo de la conocida como "máquina de la verdad" donde se mostró sincero, reafirmando que fue objeto de la codicia de quienes se hicieron ricos a su costa. Un juguete roto del mundo del espectáculo que ahora, sin olvidar su pasado, quiere vivir un presente feliz.

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