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Rosa Belmonte

Un buen churro

A Rodrigo Rato no le hace falta ir a Alicante. Ni a la India. Todo el mundo buscando respuestas espirituales resulta que están en la caca.

A Rodrigo Rato no le hace falta ir a Alicante. Ni a la India. Todo el mundo buscando respuestas espirituales resulta que están en la caca.
Rodrigo Rato | EFE

Rodrigo Rato se ha ido a meditar a un centro de estudios budistas. Un retiro espiritual de varios días que ha desvelado Interviú. En Alicante y con un colaborador del Dalái Lama. Ya estamos todos. Buscando equilibrio mental y físico. Aunque más parece el equilibrio de la cabra Catalina porque "se sentaba a veces en postura de yoga pero en una silla". Bueno, las fotos que hemos visto lo situaban en un vulgar poyete.

El domingo todo el mundo hablaba de la entrevista a Pablo Iglesias en el nuevo Magazine de La Vanguardia. No me extraña porque el tío dice que El Corte Inglés en los 60 era subversivo. Y con semejante afirmación, que sólo sale en papel, en una parte que no veo en la web, Joana Bonet no le repregunta, como Soler Serrano en ‘A fondo’, que dejaba vivo a cualquier literato en blanco y negro. Pero a lo que iba es a que el domingo lo verdaderamente interesante fueron las declaraciones de Irene Visedo. Que sí, la de Cuéntame. En el suplemento V de los regionales de Vocento venía un reportaje sobre gente que ha cambiado de vida y se ha vuelto mística, comprometida o ha encontrado el equilibrio. Entre ellos, Irene Visedo, que hace siete u ocho años, en plena sobreexposición por el triunfo de Cuéntame (más una pérdida), dio un giro a su vida. "Me desorganicé emocionalmente. Más que expandirme necesitaba recogerme. Y decidí parar, algo que está muy mal visto". Ha hecho retiros como Rato, ha recalado en el taoísmo, en la medicina china, en el chamanismo, en la terapia Gestalt… También ha escrito un libro llamado Sencillamente mindfulness, donde explica la importancia de vivir el momento presente. Pero lo mejor de todo es esto que dice en la entrevista: "Cuando me preguntan por ello como si fuera algo que no es de la Tierra, siempre digo que ser espiritual es hacer una buena caca, hacer un buen churro cada mañana, que digas ‘vaya creación, qué bien asimilo lo que me pasa, el estrés, la incertidumbre, el miedo a los cambios’".

Carmena va a multar en Madrid a quienes no recojan los excrementos de los perros. Y la multa podrá sustituirse con trabajar en la limpieza de las calles los sábados o domingos por la mañana. Porque la caca de los perros no es espiritual.

A Visedo le habría encantado una serie de dibujos animados japonesa, Unko-san, protagonizada por un zurullito del mismo nombre y sus congéneres. Los personajes buscan la felicidad en Lucky Island, una especie de Cacalandia. En un capítulo, una caca intentaba estafar al protagonista y luego se quería suicidar por no poder pagar las facturas del hospital a su padre enfermo. Pero antes de tirarse al mar, ‘Unko-san’ (unko es un juego de palabras entre suerte y cagada) le ungía con la fortuna y la caca suicida volvía del fondo del mar con una perla. Hoy habría vuelto con una offshore en Panamá.

A Rodrigo Rato no le hace falta ir a Alicante. Ni a la India. Todo el mundo buscando respuestas espirituales en las mayores mamarrachadas y resulta que están en la caca.

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