Pese a su contundente carácter, Laura Matamoros ha sido manipulada. Tal y como publica Lecturas, la ganadora de Gran Hermano VIP habría sido un instrumento de su padre, Kiko, y también de su hermano Diego, que habrían planeado a sus espaldas una reconciliación familiar a la que sacaría todo el provecho posible.
Kiko y su hijo pactaron una tregua después de las duras palabras de éste en una entrevista anterior publicada en la misma revista, en la que calificó a su padre como un "maltratador psicológico". Todo ello a espaldas de Laura, que pese a ganar Gran Hermano VIP estaría al margen de todo.
De modo que las presiones de ambos para reconciliarse podrían haber sido un plan de Kiko para explotar el filón de su hija. Ella ha reconocido que siente debilidad por él, pese a las constantes peleas que quedaron evidenciadas durante su estancia en la casa de Guadalix. Y se manifiesta muy incómoda en los debates organizados en Telecinco, donde se la convoca para hablar del concurso pero donde se le obliga a hablar de su padre, un tema vedado.
Ahora que Laura se ha dado cuenta del filón de su padre, se niega a ir al Deluxe a participar en la farsa. O, más bien, ha impuesto unas condiciones que sabe que serán rechazaras por la productora del programa: cobrar más del doble que los personajes mejor pagados del mismo. Una técnica habitual cuando en realidad se desea rehusar la intervención.
La culminación de esta suerte de paz forzada sería el 16 de septiembre, día de la fecha fijada para la boda de Kiko Matamoros y Makoke, considerada por Laura su enemiga mortal. Incómoda ante la noticia, de la que se enteró por televisión, la joven dejó en el aire su presencia en la boda de su padre, poniendo de nuevo en peligro la estrategia de Kiko.
Laura, está claro, se quiere mantener al margen de los culebrones de su familia, y está decidida a mantener su postura... aunque no se sabe por cuanto tiempo.