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El hijo de Danny Daniel al que raptó su suegro

La sorprendente historia del secuestro del hijo del cantante Danny Daniel.

La sorprendente historia del secuestro del hijo del cantante Danny Daniel.
Danny Daniel | Cordon Press

Residente en Miami desde 1979, aunque hiciera escapadas de vez en cuando a su Asturias natal, Danny Daniel está de nuevo por estos pagos con el afán de dar a conocer el último de sus discos, "La voz de mi alma", que constituye una grata sorpresa para quienes lo recordamos de sus éxitos de los años 70 y 80 ("El vals de las mariposas", "Por el amor de una mujer", "Dieciséis años", "Viento de otoño", "Niña, no te pintes tanto"…), sólo que ahora muestra más la potencia de su bonita voz, su elevada tesitura, convirtiendo en baladas históricas arias de ópera. ¿Por qué este arriesgado salto en el vacío, cuando su género siempre ha sido melódico-romántico? Nos lo cuenta así: "Hace años escuché a Pavarotti y me propuse interpretar alguno de sus grandes éxitos. En una excursión por la sierra madrileña acerté a entrar a una iglesia, que estaba vacía, en un pequeño pueblo llamado Uceda. De pronto tuve el impulso de cantar a viva voz el éxito de Lucio Dalla, “Caruso". Y te juro que me emocioné. Tiempo después, durante una fiesta en Miami con varios colegas, me escuchó el gran compositor, director y arreglista Bebu Silvetti, cantar “Volver, volver”. Me felicitó, alabando mi voz de tenor y el “feeling”. Convinimos en grabar un disco lírico pero adaptándolo como si las arias fueran baladas. Lástima que cuando estábamos ya enfrascados en el proyecto Bebu murió. Pero yo no descansé hasta ver coronada mi obra. Es lo que presento ahora, que combinaré en mis actuaciones, con mis éxitos de siempre desde luego, en la gira prevista este verano por toda España”.

Nueve son las piezas incluidas en "La voz de mi alma". Las arias pertenecen a grandes óperas, como "Tosca" y "Turandot", de esta última la dificilísima y tan conocida "Nessum dorma". De Leoncavallo, su célebre "Payaso". Luego, canciones napolitanas de siempre, como "O sole mío", o "Torna a Surriento”, el “Caruso” ya mencionado de Dalla, y “Granada” y “Amapola”, del clásico repertorio popular. Para rematar todo ese repertorio, la ranchera que estrenara el mexicano Vicente Fernández, “Y volver, volver”, que Danny Daniel decidió grabar asimismo aunque nada tuviera que ver con el resto de los temas por esta razón: "La velada en la que me escuchó Bebu Silvetti yo había elegido tal pieza. En homenaje a él, decidí que debía aparecer en este disco". A sus setenta y tres años, con un físico notable de buen deportista –en sus años jóvenes fue futbolista profesional- Danny Daniel está eufórico, en plena forma, decidido a reconquistar al público español después de sus largas, prolongadas ausencias de nuestros escenarios.

Tiene, aparte de su evocada discografía, un historial de impenitente seductor, cuyos recuerdos le han servido para componer hermosas canciones sentimentales. Entre las novias que tuvo en su primera juventud hubo una con la que iba a casarse… pero ella lo dejó. Tal vivencia quedó reflejada en el mayor de sus éxitos musicales: "Por el amor de una mujer". Le seguirían, tal vez para desquitarse, más conquistas. Una sueca le arrebató el corazón al conocerla en Mallorca; se llamaba Inger y la siguió a su país, donde para ganarse la vida trabajó cortando troncos y después en una fábrica de celulosa. Su amada vivía en un pueblo lejos de donde estaba el cantante. Un fin de semana Inger tomó su automóvil para reunirse con Danny… pero se estrelló a mitad del camino, perdiendo la vida. Otro duro golpe del destino encajado por el asturiano, quien acabó recalando otra vez en Mallorca, cantando para los turistas en el estilo de los "crooners" del momento, como Tom Jones, al que imitaba con buen gusto. Eso sucedía en 1968 y un año después es cuando "nace" el artista; cuando empieza a componer sus primeras canciones, valiéndose de un libro, "Rimas y leyendas", de Bécquer, que le había regalado su antigua novia gijonesa. A principios de la década 70, instalado en Madrid, intima con una excelente cantante de color norteamericana especializada en música gospel, Donna Hightower, con la que convive varias temporadas, formando por otra parte un popular dúo. Es la época en la que compusieron "Dreams like mine, Wait for me", "Si coges mi mano", "El vals de las mariposas" y "Este mundo es un conflicto".

Corría el año 1972. En adelante, ya separado de Donna, Danny Daniel lograría sus números 1 ya mencionados al principio, además de "¡Qué bonita primavera!", "Vuelve a casa, amor", "De ti mujer yo siempre me he quejado", "Nunca supe la verdad", "Qué pena me da"… Ya era un ídolo en España y en Hispanoamérica, pero se quejaba de que aquí su casa de discos no apreciaba sus trabajos. Y en 1979 optó por instalarse en Miami desde donde se trasladaba a los países de habla hispana donde no le discutían ser una figura. En 1980 contrajo matrimonio con una bella ecuatoriana de Guayaquil, Rocío Castilla. Tuvieron un niño, llamado como el padre, de piel morena. La pareja se deshizo unos pocos años después y el pequeño quedó bajo la custodia de la madre. Un día Danny cogió al niño y se embarcó con él rumbo a España. El padre de Rocío voló en seguida a Madrid para recuperar a su nieto, concertó una entrevista con su exyerno y en un momento de distracción del cantante el abuelo tomó al niño y logró alcanzar el aeropuerto de Barajas llevándoselo junto a la madre. Un rapto en toda regla. Hoy, aquel niño tiene treinta y cinco años.

Le pregunto a Danny Daniel qué es de su primogénito, si lo ve, si sabe de su vida. "Me reencontré con él sólo una vez, hace de esto veinticinco años y no he vuelto a verlo. Sólo he sabido que se casó, que tiene cuatro hijos quienes son, naturalmente, mis nietos". Aquel capítulo dejó en el cantante romántico una huella de la que tardaría en recuperarse.

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Danny Daniel en una visita a esRadio | Archivo

Afortunadamente llegó a su vida una venezolana, Pity Betancourt, con quien lleva treinta años felizmente casado. El reposo del guerrero, pues en su biografía amorosa ya se han borrado las conquistas del pasado. Con ella ha tenido tres hijos: Daniela, de 29 años; Sara, de 27, y Danny, de 25. Observarán que el nombre paterno está presente en su descendencia por partida triple. Por mucho que eche de menos los prados y los chigres de su tierra astur, Danny Daniel continuará residiendo en Miami. Es su centro de operaciones para trasladarse a otros países donde sigue siendo una veterana estrella de la canción romántica, y hasta tiene su clientela en varios estados norteamericanos ya que domina el inglés, fruto de su larga estancia en USA. Pero este verano que nos llega confía en disfrutar entre nosotros. Conserva, insistimos, una espléndida voz y el excelente gusto de su romántico repertorio, ahora aumentado con sus números líricos. El próximo 30 de julio celebrará sus setenta y cuatro años. Y me dice que se sigue sintiendo joven en todos los sentidos.

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