Menú

El misterio de la serie televisiva sobre Rocío Jurado nunca emitida

"¡A mí no me pone nadie los cuernos!" le dijo a Pedro Carrasco cuando se enteró que la había engañado con otra mujer.

"¡A mí no me pone nadie los cuernos!" le dijo a Pedro Carrasco cuando se enteró que la había engañado con otra mujer.
Rocío jurado | Cordon Press

De vivir hoy, Rocío Jurado cumpliría setenta y tres años, aunque ya hemos comentado más de una vez que las fechas de su nacimiento en Chipiona que figuran en enciclopedias, Wikipedia o artículos periodísticos no corresponden a la realidad. La que más se repite es la de 1946. Pero la verdad es que vino al mundo tres años antes, el 18 de septiembre. Una fecha que aprovecha la Asociación de Amigos de la cantante para acudir al cementerio de su ciudad natal y depositar flores ante su tumba. Un rito que vienen cumpliendo desde hace diez años, cuando nos dejó para siempre. Puede que José Ortega Cano se una también a la efeméride, con una visita más al camposanto, junto a los hermanos y parientes de quien no ha sido olvidada por sus incontables admiradores. Ahora que se ha casado por segunda vez su hija Rocío, cobrando un buen pastón de ¡Hola! por la exclusiva –se rumorea que a cambio de ciento cincuenta mil euros- se nos ocurre recordar que la gran estrella de la canción jamás hizo nada parecido, negándose siempre a cualquier transacción económica con ningún medio de comunicación. Doy fe, por haberlo vivido, que en los últimos años de su carrera, antes de caer gravemente enferma, no quería prodigarse tanto en las revistas del corazón, preocupada por la situación de su hija, tras su fracaso matrimonial. Ello la traía por la calle de la Amargura. Fue el tiempo que la vimos a veces malhumorada, algo hosca con nosotros, cuando siempre fue para los periodistas un modelo de simpatía y colaboración. Pero de eso "a poner el cazo", media un abismo. De vivir hoy nunca hubiera consentido un bodorrio como el celebrado en Toledo, sobre todo excluyendo a sus familiares más cercanos.

Rocío Jurado tenía varios proyectos antes de que la enfermedad la alejara para siempre de los escenarios. Estrenar una comedia musical, grabar un disco con uno de sus compositores predilectos, Manuel Alejandro, y grabar una serie biográfica para televisión, al estilo por ejemplo de lo que hizo Sofía Loren. Lo más probable es que ella se hubiera reservado un papel protagonista evocando los años de su madurez, eligiendo una joven cantante para personificarla en sus principios. Si bien ella no pudo conseguir ninguno de aquellos propósitos profesionales, sí que la miniserie sobre su vida llegó a rodarse con el título Como las alas al viento. Sólo que aún no se ha emitido, ignorándose por qué motivos. ¿Falta de calidad? Este año, al cumplirse el décimo aniversario de su muerte, quizás hubiera sido el mejor momento para programarla. Ello ha decepcionado a la actriz-cantante que encarnó la figura de la chipionera, Eva Almaya, quien estudió mucho su personaje, empapándose de vídeos, canciones, reportajes para parecerse lo más posible a Rocío Jurado, de ahí su desolación por lo antedicho. Esta joven almeriense se ha contentado con aparecer en otra serie que TVE emite por las tardes, Seis hermanas.

Tampoco a día de hoy se ha resuelto el embrollo del Museo dedicado a su memoria, aún sin inaugurar en Chipiona, porque según Amador Mohedano, "aunque toda la familia estamos de acuerdo en que se abra de una vez no ha sido posible por los impedimentos puestos por mi sobrina Rocío". Ésta no se ha desentendido del todo del Museo dedicado a su madre, pero quiere que sus puertas se abran después de haber controlado cuanto allí se exponga y se acuerden con el Ayuntamiento las condiciones para su permanencia. La nave elegida tiene mil seiscientos metros cuadrados y allí se exhibirían doscientos cincuenta vestidos de la estrella, un buen número de vídeos y también de fotografías. Entre tanto, José Ortega Cano tiene almacenados infinidad de objetos y recuerdos de quien fue su mujer, dispuesto a cederlos para el tan traído y llevado Museo. Haciendo recuento de casos parecidos sólo nos viene a la memoria el que existe en Valencia dedicado a la memoria de Concha Piquer, en la casa donde nació en el barrio de Sagunto. Otras glorias de la canción no se vieron así inmortalizadas, ni siquiera Lola Flores, que se pasó media vida clamando por tener su Museo en Jerez de la Frontera, en la calle del Sol donde vino al mundo, y se murió sin haber conseguido su apertura, desde que aquel alcalde de la ciudad gaditana, Pedro Pacheco, le puso mil pegas. Pienso que el Museo de Rocío Jurado terminará abriéndose. Y así, posiblemente, Amador Mohedano se ocupe de él y deje ya de cansarnos con la murga de sus "ligues" y sus diatribas con la que fue su esposa, Rosa Benito.

rocio-jurado-ortega-cano-e-hijos.jpg
Rocío Jurado, su marido e hijos | Cordon Press

Rocío Jurado amaba su profesión con locura. Por eso, cuando creía recuperarse de su terrible enfermedad dijo esto: "De viejecita seguiré cantando y si no… en el cielo". Los íntimos que la visitaban cuentan lo corroborado por José Ortega Cano: que nunca se quejó de los males que la atenazaban. Tenía ya un hilo de voz, apenas podía ya hablar en sus últimas horas y aún confiaba en un milagro, descansando en una cama grande rodeada de sus seres más queridos. Tuvo tiempo, cuando estaba en plena lucidez, sabedora de la gravedad de su cáncer de páncreas, de redactar su testamento, sin olvidarse de ninguno de sus allegados, aunque dejó la mayor parte de su herencia, estimada en alrededor de siete millones de euros, a su hija Rocío.

En sus años de gloria, antes de casarse, siempre anhelaba el día en que fuera madre. Cuatro años después de traer al mundo a Rocío, tuvo la desgracia de perder un hijo que venía de camino, lo que entristeció enormemente a la cantante y a su entonces primer marido, Pedro Carrasco. Quien fuera novio de la cantante, el valenciano Enrique García Vernetta, confesaba que al negarse en tres ocasiones a casarse con ella, Rocío lo dejó y al poco tiempo, por despecho, contrajo matrimonio con el valiente boxeador onubense. Estuvieron muy enamorados. Hasta que al regresar de uno de sus viajes por América ella descubrió que aprovechándose de su ausencia, Pedro la había engañado con otra mujer. La confidencia es del poeta Antonio Murciano, que conocía muy bien a Rocío, la que, siempre según el testimonio de aquel, le dijo tajantemente a su esposo: "¡A mí no me pone nadie los cuernos!". Fueron inútiles los ruegos de Carrasco, implorando el perdón. Y ella cortó por lo sano. Mucho nos apena incidir en este asunto por haber conocido a la pareja y no hemos de cargar las tintas en tan delicado asunto del pasado.

Más adelante, cuando contrajo segundas nupcias con José Ortega Cano, mantuvo ese sueño de volver a tener descendencia. Dos abortos, uno en España y otro fuera dieron al traste con aquellos anhelos maternales. José, que también deseaba ser padre, fue quien más le insistió para que adoptaran una pareja. Y así fue cómo en Cartagena de Indias (Colombia) hicieron realidad esa decisión, regresando a Madrid con dos criaturas, Gloria Camila y José Fernando. La jovencita sigue recordando a su mamá adoptiva: "Para mí, no se ha ido". Su comportamiento en estos años de orfandad ha sido correcto, no así el de su hermano, que sigue causándole problemas a Ortega Cano por culpa de sus adicciones y sus malas compañías, sin dejar de lado el dinero que ya "se ha pulido" de la herencia que les dejó Rocío Jurado. Y el torero, hoy empresario, ya no sabe qué hacer con su belicoso hijo adoptivo. Aún no se ha decidido a casarse con Ana María Aldón, de quien está muy enamorado, a la par que adora al hijo de ambos sobre el que comenta que "es clavado a mí, como un clon". Eso no quita para que no haya olvidado a Rocío: "Le hablo, la siento, sueño con ella".

rocio-jurado-primer-disco1.jpg
El primer disco de Rocío | Archivo

Hay una anecdótica historia que los componentes de la Asociación de Amigos de Rocío Jurado llevaron a cabo, sosteniendo que si su admirada cantante estaba considerada una estrella, ¿por qué no inscribirla como tal en el sitio correspondiente? Y dieron con el lugar donde podrían hacerlo, y allí quedó fijado el nombre de la chipionera, registrada como integrante de la constelación de Orión. Puede que esto resulte una tontada para muchos, pero así me lo contaron y así lo dejo escrito. Como también deseo reflejar un sentimiento de quien fue motejada como "la más grande", ocurrencia atribuida al productor mexicano de uno de sus discos. Pues bien: por mucho que se siga mencionando como tal a Rocío Jurado en todos los medios de comunicación, de manera hiperbólica y notoriamente exagerada, a ella le desagradaba aquel epíteto, pues no se consideraba como artista por encima de nadie. Lo que rubrico, pues pese a la vehemencia con la que interpretaba sus canciones, en el fondo fue siempre una mujer cercana y sencilla con todos los que la conocimos.

Temas

En Chic

    0
    comentarios