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La gran contrariedad que se han encontrado Carlos Falcó y Esther Doña

Aunque de momento ella, Esther Doña, no puede usar el título de marquesa.

Aunque de momento ella, Esther Doña, no puede usar el título de marquesa.
Doña y Falcó | Gtres

Como un colegial adolescente enamorado se nos muestra Carlos Falcó, marqués de Griñón desde que, a finales de 2015, conociera de modo casual a la dama con la que ahora comparte su vida, Esther Doña. Fue en una cata de vinos celebrada en Málaga, a la que ella acudió en calidad de prima de quien organizaba la cata. El "flechazo" entre ambos surgió de inmediato. Cupido, vía "whatsApps", hizo su trabajo y tras las primeras semanas de ardiente convivencia, en abril, acudieron raudos al Registro de Parejas de Hecho; inscripción que hicieron debidamente asesorados.

Pero, como se preguntarán probablemente muchos de ustedes ¿es igual casarse, por la Iglesia o por lo civil que unir dos vidas acudiendo al mencionado Registro? Verán: las dos opciones están dentro del Derecho de Familia, pero sus similitudes son escasas. No tiene nada que ver, en una palabra, el matrimonio con lo de parejas de hecho. Éstas, son personas que no quieren ser bendecidas ni por un sacerdote ni tampoco por un juez, o en su defecto, alcalde. No desean casarse, vaya. Modo por el que eluden deberes y derechos relativos al vínculo matrimonial. Como por ejemplo asuntos de herencia, fiscalidad, liquidación de un patrimonio común. No obstante lo dicho, cada Comunidad tiene su propia legislación al respecto. ¿Qué se requiere para que dos enamorados como Carlos Falcó y Esther Doña hayan optado por acudir al Registro de Parejas de Hecho? Llevar al menos un año de convivencia, con acreditación precisa de unos testigos y no estar ninguno de los dos casados en el momento de esa inscripción. Esto último era de dominio público. Lo anterior, se lo saltaron a la torera pues, como queda dicho anteriormente, su convivencia no se hizo efectiva sino a principios de año; luego hasta abril, cuando se registraron como pareja de hecho, apenas habían transcurrido unas semanas.

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El marqués y Esther, en el tenis | Cordon Press

Ya se encargó Carlos Falcó de presentar en sociedad a su flamante novia. Cuyo pasado no ha sido del todo contado en las revistas del corazón. Tuvo amores con un "donjuán" redomado, como es mi amigo Máximo Valverde. Asimismo con el madrileño de ascendencia jerezana Bertín Osborne, otro que tal baila en esos pormenores. También con José María González, antiguo amor de Sofía Mazagatos. Y se dice que posó desnuda para el escultor Lorenzo Quinn. Y a esa lista hemos de añadir dos matrimonios consumados de Esther Doña. El primero, celebrado en 2004, con un señor mucho mayor que ella, de buena posición económica; hasta que se divorciaron y ella regresó, mohína, a su humilde casa familiar de un barrio del extrarradio malagueño. En 2011 reincidió en otra boda, que tuvo lugar en Londres, con un empresario. No legalizaron aquella unión londinense cuando se radicaron en Pozuelo de Alarcón, luego en España tal matrimonio no tiene validez de ninguna clase, que por otra vez acabó mal para Esther, quien entre sus ocupaciones figura haber trabajado como modelo. También prestó sus servicios en el centro estético Karma, y en una inmobiliaria, de alquileres online.

A su vida ha llegado Carlos Falcó, V marqués de Griñón, XII marqués de Castel-Moncayo. Nacido en 1937 en la casa ducal de los Alba, en Sevilla. En cuanto a esta suerte de nueva Cenicienta, Esther Doña, lamentamos no poder decir cuántos años tiene. Por un lado se asegura que nació el 30 de diciembre de 1977, en cuyo caso tendría treinta y nueve "tacos". Antes era rubia, ahora va de morena –algo desde luego habitual en las mujeres- . Máximo Valverde, su antiguo noviete con el que vivió alrededor de un año, calcula que Esther pueda tener treinta y seis años. Pero ha corrido la voz de que ella va diciendo a sus amistades que son cuarenta y dos las "castañas" que tiene. ¿Con qué afán una dama "se pone años", si lo corriente es que se los quite? La única explicación posible que hallamos, tras no poco cavilar, no crean, es que no quiera aparecer muy jovencita junto con su más que talludito maridín. Manejando esas cifras mentadas, se llevarían de diferencia cuarenta, cuarenta y tres o treinta y siete años. Hoy en día, eso no tiene la menor importancia. Lo que prima es el amor. Más o menos interesado, faltaría más aun dando por cierto que se quieren hasta el fondo de sus almas.

El marqués, algo fondón ahora, con evidentes muestras de alopecia, camina desde luego junto a una estilizada Esther Doña, embutido en un impecable esmoquin, en alguna de sus últimas fiestas, con la suficiente galanura, sin importarle a nadie que su pareja pudiera ser su hija, y si me apuran, su nieta. Vive la feliz pareja a salto de mata entre la finca de Malpica, provincia de Toledo, y la de "El Rincón". Imagino que disponen asimismo de una residencia en Madrid. Pero el marqués ha de vigilar sus negocios de vinos y aceites, situados en el primero de esos lugares. En diciembre próximo está previsto que la editorial Planeta publique las memorias de Carlos Falcó, que ha ido grabando en cintas magnetofónicas, al no ser muy ducho en el manejo del ordenador; siendo Esther quien ha ido transcribiéndolas. Así, amén de enterarse de los ancestros de su amor, ha podido saber de los "affaires" amorosos del marqués, si es que a él no le ha traicionado la memoria y cuenta verazmente con pelos y señales recuerdos de sus romances y sus tres matrimonios.

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La pareja, en un acto reciente | Cordon Press

Carlos pertenece a una familia de abolengo, los Montellano. En los años difíciles de la Monarquía, la familia apoyó económicamente a don Juan de Borbón, exiliados en Estoril. Carlos y su hermano Fernando compartieron estudios y juegos con don Juan Carlos. El marqués de Griñón cursó la carrera de ingeniero agrónomo en la Universidad belga de Lovaina, donde tuvo amores juveniles, el primero con una rusa. Ya en España contrajo matrimonio en 1963 con Jeannine Girod del Avellanal, de la rica familia de joyeros instalados en la Gran Vía madrileña. Tuvieron dos hijos: Alejandra, que hoy, a sus cuarenta y ocho años lleva las riendas de las bodegas del marqués y los aceites, y Manuel, de cincuenta y dos, encargado de las finanzas familiares, con residencia actual el Londres. Al marqués lo engañaron por vez primera cuando Jeannine se encaprichó de un guapo militar llamado José Enrique Varela, que fue cuñado de Paco de Lucía, metido en dudosos negocios. Para Varela, Jeannine fue sólo un capricho y ella cayó después en los brazos del presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, quien aplicó a su enamorada la misma receta que ésta dio al marqués: vivió un fugaz –y ridículo- "flirt" con Nati Abascal.

Pero, sigamos con Griñón: en los primeros años 70 fue "cicerone" en España de Cristina Onassis. La hija del naviero griego quiso "enrollarse" con nuestro aristócrata, pero él, aparte de pasearse a su lado y aparecer en la portada de "Semana", dio puerta a la poco agraciada millonaria, que se había hecho ilusiones. "Roneó" después Carlos Falcó con Sandra Gamazo, hija de Pimpinela Hohenlohe. Entre "la buena sociedad" madrileña de la época se daba por sentado que eran novios. Mas él la plantó para tener ocultos encuentros con Isabel Preysler, cansada de que Julio Iglesias se pasara diez meses fuera del hogar, poniéndole encima los cuernos. Y del divorcio del cantante, toda vez que éste se enteró que estaba siendo engañado por la dama filipina, se llegó a la boda del marqués con Isabel Preysler, en 1980, en la finca de Malpica. Tendrían a Tamara, ahora "carne de las revistas rosas", que cuenta treinta y cuatro años. Isabel pasó a tener también furtivas reuniones con el Ministro entonces de Hacienda Miguel Boyer. Es decir, la misma historia, sólo que al revés de ella con Carlos. Cuando éste se dio cuenta del papel que estaba haciendo aceptó deportiva, civilizadamente el cantado divorcio. Por lo visto, según amigos de ella, resultaba un poco "muermo".

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Con Fátima de la Cierva | Cordon Press

La verdad es que Isabel se portó de maravilla con el marqués, prestándole varios millones de pesetas cuando él tuvo problemas de liquidez en los negocios de modernizar sus bodegas. Que luego devolvió, desde luego. Porque Carlos Falcó es todo un caballero, que nadie lo dude. De exquisitas maneras, como comprobamos personalmente en más de una ocasión. Volvió a casarse en 1993 en Bayona con Fátima de la Cierva, con quien tuvo dos retoños: Duarte, hoy con veintiún años y Aldara, de dieciocho. En 2011 el matrimonio optó por irse cada uno por su lado. En la pasada primavera obtuvieron legalmente el divorcio. Reincidente, pero sin querer ya pasar más ni por la vicaría ni por los juzgados para otro casorio, el marqués ha preferido lo de acudir al remedio de las parejas de hecho. Escarmentado está de sus anteriores experiencias, suponemos.

A ver cuánto le dura su amor por Esther Doña, a la que llama "Nefertiti". ¿Por la nariz, por sus peinados? Lo que no puede por el momento Esther Doña es utilizar el título de marquesa. Al no estar casada legalmente, la Grandeza de España no da el visto bueno a ese uso. Pero ya verán como los cronistas del corazón pasan por alto esa condición y la tratan como aristócrata consorte. Poco cuesta escribirlo.

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