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Rosa Belmonte

Barron

A una escritora del Saturday Night Live la han echado (está suspendida indefinidamente) después de un tuit sobre el niño. Un tuit que o bien no entiendo, o bien no tiene gracia.

A una escritora del Saturday Night Live la han echado (está suspendida indefinidamente) después de un tuit sobre el niño. Un tuit que o bien no entiendo, o bien no tiene gracia.
Barron Trump | Twitter

Una empresa británica ha hecho un sondeo sobre la aceptación del presidente Trump en varios países. España está a la cabeza del rechazo, como si hubiéramos renovado aquel merluzo antiamericanismo con chaqueta de pana y jersey de bolas. Aunque no hay sondeo, quizá también estemos a la cabeza de chuflas sobre Trump y su familia. Faltó tiempo para el montaje fotográfico de Barron Trump como Felipe Marichalar en la ventana del Palacio Real hablando por el móvil. Porque Barron es lo más parecido a Froilán que nos ha pasado. Más guapo y más rico pero igual de trasto. Del pobre se están riendo desde que apareció medio dormido tras el triunfo de su padre. Y la cosa aumentó con la cara de aburrimiento del viernes, cuando la toma de posesión. En realidad nos reímos desde que lo vimos fotografiado en la dorada Torre Trump montado en un león de juguete y tamaño real. Desde que supimos que su madre después de bañarlo le ponía como crema hidratante Caviar Complex C6. Desde que supimos que no tenía una habitación, que tenía una planta. A este pobre chico el traslado a la Casa Blanca le va a parecer un traslado a la caseta del perro.

A Barron Trump, de diez años, le pasa como a Amy Carter, que fue la primera niña en la Casa Blanca desde Caroline y John John Kennedy. Era la cuarta de los hijos (la única chica) de Jimmy Carter. Tenía cuatro años y, como novedad infantil, fue objeto de mucha atención por parte de la prensa. Pero las noticias eran que patinaba por los pasillos del Ala Este o que a veces dormía en la casa que tenía en un árbol de los jardines. Pero Amy Carter no tenía que soportar a la gente hablando de ella o haciendo montajes en las redes sociales. Ni a Rosie O’Donnell dudando si no sería autista como su hija. La actriz lo hizo con Barron hace meses. A una escritora del Saturday Night Live la han echado (está suspendida indefinidamente) después de un tuit sobre el niño. Un tuit que o bien no entiendo, o bien no tiene gracia. Era algo así como que Barron iba a ser el primer niño educado en casa que disparara a los demás ("Barron will be this country’s first homeschool shooter"). Pero si va a un colegio. Al mismo en el Upper West Side al que fue Herman Melville. En todo caso, podría ser el primero en hacerlo en uno de esos colegios neoyorquinos que salen en Diario de una niñera.

Chelsea Clinton es esa niña repelente que escribió una carta a Ronald Reagan a los cinco años cuando iba a visitar con Helmut Kohl un cementerio alemán donde había enterrados miembros de las SS. "Querido Señor Presidente, he visto ‘Sonrisas y lágrimas’. Los nazis no parecen muy buena gente. Por favor, no vaya a ese cementerio". Luego se graduó en Stanford e hizo un master en Oxford. Una señorita de cuna tan meneada como Barron. A ella, por su pelo, llegaron a compararla con un perro. Y ahora viene a defender a Barron a su manera. "Se merece la oportunidad que todo niño se merece de tener una infancia". Claro, igual que todos los niños merecen una planta en la Torre Trump.

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