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Una poderosísima Isabel Pantoja arma la tremolina en su concierto en Murcia

La tonadillera casi roza el lleno con el 97% del aforo de la Plaza de Toros de Murcia vendido.

La tonadillera casi roza el lleno con el 97% del aforo de la Plaza de Toros de Murcia vendido.
Isabel Pantoja, durante su concierto en Murcia | @BlogPantoja

"¡Isabel!, ¡Isabel!, ¡Isabel!", era el grito de guerra de los miles de fans deseando ver sobre el escenario a Isabel Pantoja. Por fin, puntual, salió la artista. Guapísima, con un vestido negro y escote en barco con aplicaciones de piedra en la espalda y el pelo recogido en una cola.

El público, llegado desde sitios tan dispares como Miami, París, Argentina o Almería, en pie. Los aplausos y los teléfonos móviles en todo lo alto. Afortunadamente, el cielo abovedado, que diría la alcaldesa Carmena, no estalló en la tormenta que los expertos auguraban. De todas formas, aunque los dioses Zeus y Thor hubieran caído del cielo a la tierra rompiendo en rayos y centellas, jamás habrían impedido a los fans de Isabel acudir a la cita con su artista.

Su público sigue siendo su gran apoyo incondicional. Dos horas antes del comienzo, los aledaños del coso de La Condomina eran un hervidero tanto de seguidores como de periodistas y televisiones. Incluso el actor Máximo Valverde, que no se quiso perderse la noche triunfal de Isabel. El objetivo de las iras de algunas de las fans era Telecinco. Y Jesús Manuel Ruiz, María Patiño o Mila Ximénez, colaboradores de Sálvame, se llevaron los grandes piropos y no precisamente de los buenos: "No se merece que la hundáis tanto", decían, "dejadla ya, ella ya ha cumplido su pena". "Venimos a ver a la artista, lo demás no nos importa". Respecto a Mila Ximénez, "Mila lo que tiene que hacer es operarse el alma que no la tiene nada bonita, y no la cara. No la puede ni ver…", a la vez que coreaban el "¡Ay, ay ay, Pantoja es lo que hay!".

Isabel Pantoja estuvo arropada por miles de seguidores. Casi rozó el lleno vendiendo 3.800 de las 4.000 entradas a la venta, según fuentes de la organización (un 97% del aforo de la plaza de toros). Arrancó, siempre acompañada por la Coral Discantus, con Sigo estando aquí, todo un título reivindicativo para los que aún siguen dudando de su arte tras los años que ha permanecido alejada de los escenarios cumpliendo condena.

Así, fue desgranando uno a uno los temas que componen Hasta que se apague el sol, un disco escrito y producido por Juan Gabriel, fallecido hace casi un año y al que dedicó su recuerdo: "Mi compadre de mi alma. Él está allí (señalando el cielo). Él era muy de la luna y hasta la luna ha querido salir para verlo, ¡y sin una nube!". Y más, Se me olvidó otra vez; Dímelo; Buenos días, tristeza se fueron intercalando con Marinero de luces y Pensando en ti que despertó, de nuevo, los gritos de apoyo "¡arriba, Isabel!" y unos clamorosos "¡guapa, guapa y guapa!" como gritan a las vírgenes sevillanas.

Cualquier canción que entonara era susceptible de interpretación: "Que sepan todos de una vez / que le debo a la vida tantas cosas / y sigo cantando bajito muchas nanas", haciendo el gesto de acunar un bebé en clara referencia a sus nietos y el que está por venir. Su hijo Kiko Rivera anunciaba esta semana su próxima paternidad. La gente rompía a aplaudir como si fueran sus nietos también.

Se notaba que la sevillana se encontraba a gusto. Estuvo cariñosa y cómplice haciendo muchas referencias, reitero, a los pequeños de la casa, "a mi primer nieto Francisco chico, a mi Alberto de mi vida, a mi Ana que esta sembrá la joía y al que viene en camino". Volvían los "¡Isabel!, ¡Isabel!" y ella agradecida: "Muchos besitos. Estamos todos juntos. Por fin. Eso es lo principal, que ha dejado de llover, porque yo sé que hay unos angelitos que no me sueltan de la mano". Las lágrimas, que casi le quiebran la voz, llegaron con la canción que dedica a su madre, doña Ana. Y, de nuevo, levantó al auditorio con Perdona si te hago llorar, tanto que una pareja se lanzó, desde unos de los pasillos entre el público, a bailar enamorados como si Isabel estuviera cantando sólo para ellos. Con Se me enamora el alma el público ya estaba rendido a sus pies mientras ella se contoneaba y revoleteaba el bajo del vestido enseñando una pierna a lo Angelina Jolie.

Llegó el momento copla vestida con una bata de cola en rojo coral y azabache adornado el pelo con una peineta. Confirmado: sigue siendo la primera figura de la canción española. Trece de mayo; Mi carcelera; No te mires en el río; Capote de grana y oro; Ojos verdes… Isabel es mucha Isabel. Qué intensidad, con qué fuerza cantaba algunas estrofas. En ocasiones, recordaba a la gran Juana Reina en Como dos barquitos: "Vendrás pidiendo a voces que te perdone más yo no he de fiarme de tu cariño / ni que te vea llorando por los rincones tienes que merecerme / 'farso' cristiano / y pasar el calvario que yo pasé". Isabel se mostraba poderosísima sobre el escenario, con una voz (vozarrón), perfecta y buen estado de forma con esas patadas flamencas que sólo ella sabe dar a la bata de cola.

La apoteosis llegó con el flamenco. Tercer cambio de vestido (tres vestidazos). Una bata de cola estampada, flor en el pelo y acompañada por el cuadro flamenco desplegando todo su arte con las Sevillanas de Triana, Algo se muere en el alma, Ese vestío que llevas... Para rematar la faena estuvo hasta graciosa y ocurrente con el público: "Sé que me estáis pidiendo canciones de las de antes. Hay una señora que lleva toda la noche pidiéndome Garlochí". Y llega otro diálogo, "¿no sabéis qué significa garlochí?", aprovechó para explicar que es una palabra en 'caló' que significa corazón. La gente coreaba "ven, espérame, ven junto a mí y te daré mi garlochí, pan tostaíto, migaíto con café". Isabel, feliz, se despide con otra patada a la cola y un "¡sois maravillosos!" seguida de las palmas y las guitarras flamencas, mientras el público la jaleaba totalmente entregado. Isabel Pantoja armó la tremolina y salió por la puerta grande.

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