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Rosa Belmonte

La historiadora y el DJ

Kiko Rivera y la historiadora Mary Beard tienen algo en común: el tener que aguantar el odio de la gente porque sí.

Kiko Rivera y la historiadora Mary Beard tienen algo en común: el tener que aguantar el odio de la gente porque sí.
Kiko Rivera, tras su operación | Youtube

Mary Beard no es muy diferente de Kiko Rivera, aunque este sepa de romanos lo mismo que de murcianos. No es la muerte o los aeropuertos lo que iguala a las personas, es Twitter, Instagram o los comentarios en un blog. Ambos tienen que aguantar el odio de la gente porque sí. Porque se empeñan en ponerse de escaparate. O solamente por escribir, que para Pla significaba entrar en la categoría de justiciable. Por ponerse al alcance de la turba, ya sea dando una opinión experta de historiadora, anunciando una operación de reducción de estómago o dando cuenta de actividades normales. "Kiko, aprovecha la multitud. No vas a reunir a tanta gente hasta el día de tu funeral, cuando hagamos cola para cagar en tu tumba", es uno de los cariñosos mensajes dejados al hijo de Isabel Pantoja tras publicar una fotografía de su última actuación como DJ. Según el programa ‘Viva la vida’, las amenazas podrían venir "de un grupo de neocomunistas" que "puede haber hecho un llamamiento en redes sociales para desacreditar y asustar a Kiko Rivera". ¿Y por qué los neocomunistas, sean lo que sean, van a tomarla con Kiko Rivera?

A ciertas cosas, a ciertos zopencos, no se les debería dar publicidad, como pasaba con los suicidios en la prensa. Pero en este caso, con razón. Sobre todo cuando se reproducen en medios tradicionales comentarios de ceporros con dos seguidores. Y algo parecido pasa con los botarates de Arran y sus gamberradas con el turismo (o su manual para la okupación). Hay cosas que si no se comunican no existen.

A Mary Beard se le ocurrió comentar unos dibujos de la BBC sobre una familia romano británica con un padre negro. Para algunos (que sabían de romanos lo mismo que Kiko Rivera) era un concesión ridícula y anacrónica a la corrección política. La profesora Beard escribió que era perfectamente posible que existiera esa familia en Britania. Que hay evidencias firmes de la diversidad racial en Britania (por la extensión del Impero Romano, que incluía África). El emperador Septimio Severo venía de Libia y estaba casado con una siria. Quizá era negruzco. También hubo un gobernador africano de Britania (Clodio Albino, de Túnez). Y muchos más. A Mary Beard le han llovido los insultos que, por supuesto, iban de su incompetencia profesional a su edad, pasando por su elitismo de torre de marfil, su sexo y hasta su peso (en eso coincide con los insultos a Kiko Rivera, que se libra de los de género). Beard ha recibido el apoyo de mucha gente, colegas o no. También el ataque de mucha gente, colegas o no. Entre los apoyos, el de J.K. Rowling: "Una historiadora da su experta opinión sobre la diversidad racial en la Britania romana. Lo que viene a continuación no te va a gustar". También la ha apoyado Monica Lewinski.

Buñuel odiaba a los curas, a los militares y a los gilipollas. Y él no tuvo que aguantar gilipollas con acceso a internet.

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