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El suicidio que marcó para siempre a Los Chichos

Los Chichos hablan de despedida después de 45 años. 

Actúan este 19 de enero en el llamado Inverfest, Los Chichos: un certamen de artistas del pop rock y en este caso también de la rumba aflamencada que se celebra en Madrid todos los inviernos desde hace cuatro años. El trío mencionado concluye así su gira de la pasada temporada, anunciando que se despide del público madrileño. Sin concretar si es un adiós definitivo, temporal o, simplemente, un descanso después de unos meses de gran actividad por toda España. Ya han jugado otras veces con esa incógnita. Personalmente pienso que es sólo un ardid publicitario pues aunque puedan sentirse agotados tras cuarenta y cinco años en activo, que no es moco de pavo, saben que tienen cuerda para rato a juzgar por la respuesta de su público, que pertenece a tres generaciones ya de seguidores. Con un estilo propio que los distingue de otros grupos rumberos, sonido personal y letras sobre todo en las que se invocan historias amorosas de diverso signo, problemas juveniles, el paro, la droga, la cárcel… Y, en cualquier caso, rumbas muy bailables, plenas de ritmo que nos hacen chasquear los dedos, mover los pies y dar palmas.

Ellos mismos se han considerado siempre "un fenómeno social" desde su arribada al mundo de la música en 1973. Los fundadores fueron los hermanos Emilio y Julio González Gabarre y Juan Antonio Jiménez El Jero (al que en algunos sitios lo citan como Jeros). Los dos primeros procedían de Ciudad Real y el último, de Valladolid. De raza calé, se conocieron en el barrio del Pozo del Tío Raimundo, allá por Vallecas, zona suburbial llena de chabolas, donde no entraban los payos, con gente marginal, ambiente en el que crecieron, y de donde procedían muchos de los argumentos de sus canciones. El apodo de Los Chichos les vino por parte de los dos hermanos, uno de cuyos primos comenzó a llamarlos así, por el parentesco. Y así se presentaron como dúo rumbero a comienzos de los años 70. Luego se les unió El Jero.

Pasaron muchas penalidades, se casaron muy jóvenes y cuando la prole fue creciendo en sus familias se les hizo inevitable buscarse la vida como fuera. Le sucedió a ese Juan Antonio Jiménez del apodo antedicho, al que "la poli" le echó el guante cuando en la Gran Vía madrileña oficiaba de trilero, estafando a ingenuos paseantes que pensaban ganarle levantando uno de los tres cubiletes con los que aquel hacía su trapicheo sobre una mesa portátil. Y El Jero pasó una temporada tras los barrotes, adonde su mujer, Araceli, una muchacha de catorce años cuando se casó él a los diecisiete teniendo luego dos hijos, le llevó una guitarra, y de aquella experiencia le brotó la inspiración para crear una de las rumbas más conocidas de Los Chichos: "Quiero ser libre", donde cantaban aquello de "Libre, libre quiero ser / quiero ser, quiero ser libre …". El Jero, que tocaba la percusión, fue el autor de la mayoría de los éxitos de Los Chichos. Otra de sus más recordadas piezas fue "Ni más ni menos", "Mujer cruel", "Amor de compra venta", "Esto sí que tiene guasa"… Algunos de sus temas sonaron en bandas sonoras de películas, como Yo, el Vaquilla.

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Al comienzo de su vida artística apenas si sacaban lo suficiente para vivir. Los ayudó el padre de Paco de Lucía y después su mánager, Eduardo Guervós, quienes creyeron desde el primer momento en el futuro prometedor del trío. Seguían viviendo en Vallecas, como hasta la fecha, e iban a actuar gratis a muchas cárceles, donde por no tener, no disponían ni de radiocassettes los presos ni tampoco aparatos de sonido. Los Chichos conseguirían que su casa de discos los adquirieran para quienes estaban privados de libertad.

La cocaína llegó a oídos de Los Chichos. El Jero aseguraba a sus compañeros que esa droga les serviría para sobrellevar el cansancio de sus desplazamientos y actuaciones. Y lo peor fue cuando probaron "el caballo". A El Jero lo enchironaron en Málaga cuando lo sorprendieron con un montón de papelinas. No podían vivir sin ellas. Y eso los llevó a comienzos de la década de los 90 a una situación insostenible, tanto para su salud como para su patrimonio. Si habían ganando buena cantidad de "pasta" la gastaron en gran parte en drogas; cayeron en deudas y a punto estuvieron de arruinarse del todo. Los dos hermanos lograron en 1993 salir a flote, gracias a la secta religiosa que los acogió.

Pero Juan Antonio El Jero tuvo menos suerte. Le faltó voluntad y redaños para desengancharse. Porque un domingo, el 22 de octubre de 1995, se arrojó a la calle desde una ventana de su casa, casi delante de su mujer y sus hijos con quienes minutos antes había estado tomando unos refrescos. Aquella tragedia marcó a Los Chichos. Sustituyeron a El Jero con un hijo de Emilio. Es la formación que siguió después hasta nuestros días con el mismo nombre de Los Chichos. Los que, a día de hoy, llevan vendidos más de veinte millones de discos, entre vinilos, casetes y cedés. Algo digno de figurar en la pequeña o gran historia del pop folclórico

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