La escritora Lucía Etxebarría, que ingresó en el reality de Telecinco Campamento de verano para, según ella misma, pagar deudas con Hacienda, está ya fuera del concurso. Tras haber sido nominada en la primera tanda -salió Carmen Bazán- y ser convencida por los responsables del espacio para quedarse, Etxebarría ha sufrido un ataque de ansiedad que ha acabado con su participación en el concurso.
Desde el principio la escritora destacó por sus extravagancias y exigencias, así como su airada conducta con el resto de sus compañeros, a los que decía tener en contra. Sus amagos de abandono han sido constantes -de hecho, en una ocasión intentó escapar-, aunque la cadena consiguió convencerla para permanecer en el concurso dada la resonancia de sus berrinches y rabietas.
En la gala de su abandono Lucía Etxebarría acabó aferrándose a los trabajadores del programa al grito de "¡Sacadme de aquí, sacadme!". La escritora salió del campamento sin despedirse de sus compañeros, y sólo más tarde, en el plató, pudo articular que se estaba poniendo enferma por momentos. "Ha llegado un momento en el que creía que me iba a pasar algo".
"No me encuentro bien. Me equivoqué al entrar allí. Cometí un error y los errores se pagan. Yo allí cobraba por una semana más que por un libro que tardo dos años en redactar. Algunos de mis compañeros viven sólo de la televisión. Yo no me di cuenta de que había que crear espectáculo y de que la mitad de las broncas eran por eso. Y te vas aislando y te vas deprimiendo. Fui tonta porque me metí en algo que no podía controlar. Le debo disculpas a mi madre porque ella me dijo que no lo hiciera", han sido sus declaraciones.
Etxebarría se va decepcionada con el mundo de los realitys: "Yo lo sabía porque tengo varios amigos que trabajan en este tipo de programas, pero en casa ni siquiera tengo televisión. Pero es que cuando estás dentro es muy diferente, todo son gritos, insultos y descalificaciones".
La escritora, además, desmiente en la entrevista posterior con Kiko Hernández estar psicológicamente afectada. "No sólo estoy bien psicológicamente sino que me han hecho un test de idoneidad para adoptar a mi hija y he dado bien".
Dice estar agradecida, eso sí, con el imponente sargento Hernández, su único apoyo en el concurso. "Ha sido una balsa de aceite porque ha sido el único que me entendía cuando le hablaba. Si me preguntas si me atrae sexualmente pues..., a mí no me gustan los hombres depilados. Además, se pasaba el día hablando de su novia".