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Daniel Rodríguez Herrera

Emma Watson, la cara amable del feminismo

No conozco a nadie que discrepe con el feminismo original, el de las sufragistas. Pero hace ya mucho que el feminismo dejó de ser eso.

No conozco a nadie que discrepe con el feminismo original, el de las sufragistas. Pero hace ya mucho que el feminismo dejó de ser eso.

La noticia no ha sido el discurso de Emma Watson en la ONU. Es una buena actriz y una persona inteligente, y sus palabras no son impropias de eso que ya sabíamos. No, la noticia ha sido que en internet ya la han amenazado con publicar sus fotos desnuda en represalia, y al margen de que no hay derecho a que te hagan eso en represalia por tus opiniones o por cualquier otro motivo, quienes han oído o leído el discurso no acaban de encontrar el motivo. Es un texto amable, que quiere acercarse a los hombres y mostrar preocupación también por sus problemas.

Seamos serios: la amenaza se debe a que Watson se declara feminista y hace gala de ello, sin más. En los últimos meses ha pegado con fuerza en internet una campaña de mujeres explicando por qué están en contra del feminismo, hasta el punto de forzar a los medios a atender un debate que no creían que pudiera existir siquiera. En Estados Unidos, y cada vez más en España, feminista se ha convertido poco menos que en sinónimo de radical que odia a los hombres. Y nadie más que las propias feministas tienen la culpa de eso.

No conozco a nadie que discrepe con el feminismo original, el de las sufragistas, el que exigía para las mujeres los mismos derechos que tenían los hombres, el que pedía igualdad ante la ley. Pero hace ya mucho que dejó de ser eso. Ahora el feminismo es el movimiento de la cuota, de tratar a todos los hombres como maltratadores y violadores en potencia, de culpar de todo al hombre y colocar a la mujer siempre como víctima, de eliminar la presunción de inocencia en delitos sexuales sólo cuando el acusado es hombre... Insistir en que vivimos en un patriarcado cuando las mujeres votan, trabajan, van a la universidad, se divorcian, son empresarias y candidatas electorales resulta poco creíble. Si eso es un patriarcado, parece bastante ineficaz. Y es este feminismo colectivista y antimasculino el que está provocando una fuerte reacción contraria.

Declarándose feminista, Emma Watson parece recoger el guante de esta campaña e intenta lanzar el mensaje de un feminismo inclusivo, que se preocupe también de los problemas específicos de los hombres. Pero al hacerlo cae en una de las peores premisas del feminismo moderno, la de considerar que los problemas de los hombres son debidos a que son hombres, y que para ser mejores deben renunciar a su masculinidad y ser más como las mujeres. Así, aunque lamenta que "el rol de padre" no sea valorado o que se encarcele a hombres por "estereotipos de género", los problemas específicos que cita parecen centrarse en la negativa masculina a reconocer sus taras o a ser más "vulnerables y humanos" por miedo a parecer menos hombres.

Si Watson y otras feministas como ella son realmente sinceras y creen en un feminismo que abogue por la libertad y la igualdad ante la ley, lo primero que deberían recordar es que aquello que define a los hombres, que los diferencia de las mujeres, que los hace distintos, no es algo que se deba cambiar. Que, como dice Camille Paglia, "la masculinidad es agresiva, inestable y combustible, pero también es la fuerza cultural más creativa de la historia". La guerra contra los hombres ha llegado demasiado lejos.

Pero aún con todo, Emma Watson va por el buen camino. Si el energúmeno que ha amenazado con publicar esas fotos cumple sus promesas no sólo debería ir a la cárcel por violar la intimidad de la actriz. También habría que atizarle por romper puentes con un posible aliado.

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