Nuestros poetas tienen hoy una encarnizadísima disputa sobre un asunto candente cada año en estas fechas: el fin de las vacaciones y la vuelta al curro. ¿Es el trabajo un tormento inevitable o, por el contrario, es el único ámbito en el que el hombre se realiza y se siente útil, a diferencia de las ociosas (y odiosas) vacaciones?
(Pese a todo, sepan que Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy no han descansado este verano, como demuestran sus ControVersias de julio y agosto).
TRESCIENTOS TREINTA DÍAS
por Monsieur de Sans-Foy
Once meses –lo dice el calendario–
me quedan desde aquí a las vacaciones.
Trescientos treinta días de calvario,
doliente esclavitud y madrugones.
Igual me da que seas funcionario,
autónomo o pintor de bodegones;
que seas don Matías, el notario,
o Pepe, el que me vende los melones.
Tú, fraile, que no bogas en piragua...
(que no le das jamás un palo al agua)
no sabes lo que sufre el que currela.
Pudiendo, no pegaba yo ni sello.
La cosa es que te pagan por hacello...
y el Arte necesita mortadela.
SANFUÁ, A PRIMEROS DE SEPTIEMBRE
por Fray Josepho
Por fin llegó septiembre. Por fin llegó el currelo.
Por fin los madrugones, la brega y el trajín.
Ya estuvo bien de días tocándose el ciruelo.
Volvemos al trabajo. Por fin, por, fin, por fin.
Sanfuá, que es indolente, gandul, poltrón, apático,
dejado, flojo, zángano, remiso y holgazán,
padece por septiembre de un mal psicosomático
que solo se le quita si se echa en el diván.
Suspira. Se lamenta. Solloza. Gimotea.
Tirita. Siente vértigos. Angustia. Desazón.
Le dan los siete males. Y en fin, telefonea
al bueno de su jefe, que es todo comprensión:
"¿Sanfuá? ¿Que está usted malo? ¡Qué pena que nos falle!
¿No sabe lo que tiene? Pues yo sí que lo sé…
O viene en diez minutos, o está en la puta calle.
¡Y me la refanfinfla que sea de UGT!".