El portavoz del PP en el Congreso de los Diputados no se ha distinguido nunca por la brillantez de sus intervenciones públicas o su capacidad de arrastrar a las masas. En realidad, su tono monocorde y su risilla aznarina cuando cree que ha dicho algo ingenioso provocan cierto rechazo espontáneo, pero el PP (o sea, Rajoy), pensó que el bueno de Rafael Hernando es el personaje ideal para informar al pueblo de lo mucho que debe a Mariano y, eventualmente, dar la vuelta a la campaña furibunda de ataques mediáticos de un canal televisivo que debe precisamente al Gobierno popular su existencia, dicho sea sin ánimo de señalar a La Sexta.
Hernando es un funcionario aplicado, muy capaz de leer el orden del día de la reunión de su grupo parlamentario sin cometer la menor equivocación. Ahora bien, no es el político indicado para someterse a la habitual retahíla de interrupciones y reproches de una periodista como Ana Pastor cuando las investigaciones judiciales por asuntos de financiación ilegal acosan al PP, y el mismo día, vaya por Dios, que Esperanza Aguirre presenta su dimisión.
El portavoz popular hizo anoche el ridículo bastante más que lo que suele ser normal en los políticos del PP cuando son entrevistados en los medios de izquierdas. En ese contexto, los políticos populares tratan de hacerse perdonar su condición en lugar de defender con gallardía a sus votantes, pero lo de anoche de Hernando superó cualquier previsión, dicho sea en su honor. Mientras Ana Pastor se gustaba en el castigo, Hernando trató de justificarse explicando que los socialistas andaluces son todavía más corruptos que el PP de Madrid y se atrevió a decir que ellos, los dirigentes populares, son los más perjudicados por los casos de corrupción que afectan a su partido.
Con todo, lo peor fue su defensa indolente del aforamiento de Rita Barberá mientras Pastor miraba a la cámara con su cara de "¡pero están ustedes escuchando lo mismo que yo!". La entrevista estaba entonces en sus primeros minutos, pero ya se podía adivinar que el resultado iba a ser un desastre. Las circunstancias exigían anoche un discurso brutal contra la corrupción y el anuncio de una purga en condiciones dentro de su partido (que luego no se llevaría a cabo, claro, pero esa es otra cuestión). En su lugar, Hernando echó balones fuera y se quejó a la presentadora de que no le preguntaba por lo bien que lo hace al frente del grupo parlamentario popular.
Lo de Hernando con Ana Pastor fue lamentable para su partido y bastante penoso para sus votantes. En consecuencia, Rajoy y los miembros más cercanos de su equipo deben estar entusiasmados con la actuación de Rafa. En la reunión de este lunes igual lo mantean entre todos, como si en lugar de hacer el ridículo de la temporada hubiera ganado anoche la Champions League de la comunicación.