Julián Contreras abandonó la casa de Guadalix después de un paso sin pena ni gloria, pero que terminó estallando a raíz de una fuerte discusión con Carlos Lozano y Fran Nicolás. Pero sus apariciones no se iban a quedar ahí. Primero fue su entrevista en Lecturas, en la que aseguró que salió del programa "por salud y dignidad" después de que la casa "entrara en una espiral muy agresiva".
Ahora era el momento de sentarse (otra vez) en el plató de Sálvame Deluxe para seguir contando cómo se sentía durante la convivencia con sus compañeros. "Para mí el jueves era con diferencia el peor día porque había que nominar y a mí eso me mataba". Las nominaciones son algo imprescindible a lo que hay que enfrentarse en el concurso.
A eso hay que añadir las discusiones que se producían a raíz de las expulsiones. El pacífico Julián también lo pasaba muy mal: "A mí las discusiones no me gustan". Pero María Patiño, encargada de la entrevista, trataba de entender cómo una persona que no se toma demasiado bien las críticas y huye de las responsabilidad se expone de esa forma en televisión.
"Lo que no me gustaba eran los ataques personales dentro de la casa, no pensaba que nos íbamos a dedicar a hablar del exterior", se defendió. Sobre esa pena que le producía al hijo de Carmina Ordóñez se refería la presentadora. "Yo puedo entender determinadas penas, pero por nominar... me parece una frivolidad dentro de un reality".
Fue entonces cuando se produjo el momento más sensible. Julián habló de la enfermedad que padece y por la que se está tratando desde hace tres años y medio. "Es un tratamiento de psicofarmacología que te receta un psiquiatra". Y es que Contreras sufre una depresión diagnosticada que evoluciona de forma positiva.