Menú

Martirio: "El amor de mis anhelos no lo he encontrado"

Martirio cumple 62 años y sigue en la música, con su hijo Raúl acompañándola a la guitarra durante ya 22 temporadas.

Martirio cumple 62 años y sigue en la música, con su hijo Raúl acompañándola a la guitarra durante ya 22 temporadas.
Martirio | Cordon Press

Cumplió 62 años el pasado lunes, 21 de marzo, una de las artistas más singulares de la canción: Martirio. De difícil clasificación en cuanto al repertorio que cultiva, mezcla de copla, flamenco, bolero, tango, pop rock y jazz. Una ensalada musical que ella condimenta muy bien, con su estupenda voz, a la que añade también el atractivo de su bien estudiada presencia, con sus gafas oscuras, con su desfile de imposibles peinetas que le confeccionan en exclusiva. Ha creado un personaje, y lo mantiene cuando ha rebasado ya tres decenios en el mundo del espectáculo, efeméride que celebra en su actual gira por España. Siempre le ha dado Martirio gran importancia a su imagen, a la puesta en escena, con un vestuario a veces de andaluza de feria, y otras con modelos para ir al cóctel de media tarde, si no se transforma en ama de casa y nos recuerda aquellas piezas de finales de los años 80 cuando con sabia ironía remedaba, sí, al marujerío, reivindicando de paso los derechos femeninos.

Sabido es que se llama María Isabel Quiñones, que estuvo en el grupo Jarcha, de su ciudad, Huelva y que a partir de 1986, tras su paso por el grupo Veneno, que abanderaba Kiko junto a los Pata Negra (los hermanos Raimundo y Rafael Amador), resolvió llamarse Martirio, así por las buenas; porque cuenta que de niña le fascinaban los relatos y las películas de los cristianos de las catacumbas perseguidos a muerte por los soldados romanos. Pero que nadie piense que ese bautizo artístico obedecía a un ataque de masoquismo. "Podría haberme tirado toda una vida cantando sevillanas, que se me dan muy bien, pero yo quería hacer otras cosas…".

Y vaya si las ha hecho con esa mezcolanza de géneros ya apuntada, donde sobresale lo que ella dice realizar "con desparpajo, sentido del humor y carga dinamitera". Esto último, obviamente, en sentido metafórico. "Yo he cogido mucho de la calle –añade- y lo de usar peinetas es una cosa telúrica. En cuanto a las gafas, no sabría actuar sin ellas puestas, lo mismo que me sería imposible comparecer con pantalones vaqueros". Aunque haya interpretado cientos de veces las coplas clásicas de siempre con absoluto respeto a las creaciones originales, la gente que va a ver a Martirio quiere escuchar sus historias tipo "Amor masoca", que compuso en una época de desilusión sentimental, o la ya célebre "Estoy mala". Lo suyo está claramente expuesto en la definición de sus canciones propias: "Tienen que ver con el amor y con lo social".

Claro que en los últimos años ha investigado mucho en el campo del jazz, gracias a sus entrañables colaboraciones con Chano Domínguez, que le han abierto las puertas a escenarios de Nueva York y otras latitudes. Impresiona cuando se lanza con "La bien pagá", en inglés y notas de blues. No se han olvidado sus duetos con Chavela Vargas, a quien tanto quiso y admiró, o con el que fuera incombustible centenario Compay Segundo. Bolero, ranchera y son cubano. Y Martirio que pese a todo insiste en que tampoco va a renunciar jamás a su flamenquería andaluza.

En su afán de investigación está ahora por la labor de conocer la música popular gallega y al mismo tiempo el country americano, las canciones vaqueras, con la pretensión, imaginamos, de adaptarlas a su estilo. Quiere escribir más. Cada quince días presenta un programa, vía Internet, con el título "Cantes rodados", donde comenta grabaciones por lo general del ayer, de artistas acaso olvidados, como la italiana Mina. Ese trabajo radiofónico lo hace en homenaje a sus padres, que pertenecieron al cuadro de actores de una emisora onubense. En las actuaciones de Martirio la acompaña a la guitarra su hijo Raúl Rodríguez, colaboración que viene produciéndose desde hace veintidós años.

Raúl suele combinar la música andaluza y la cubana en sus actuaciones personales, habiendo grabado el disco "Razón de son", parecido título al de una gira por los Estados Unidos, "Song y son", que acaba de iniciar estos días junto a Jackson Browne. Raúl, nacido en 1974, es fruto del fallido matrimonio de Martirio con un compañero de Universidad, cuando ella contaba sólo diecinueve años. Se separó pronto y para hacerse cargo de la educación y manutención de su retoño hubo de renunciar a sus estudios, entrando a trabajar como enfermera en una clínica.

La artista fijó su residencia hace años en Madrid. Vive sola. Y confiesa que "el amor de mis anhelos no lo he encontrado. Me he licenciado en amor pero no tengo aún el doctorado". ¡A "estudiar" se ha dicho…!

En Chic

    0
    comentarios