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Los podemitas no sabían de qué pasta está hecho Rosendo

Rosendo acaba de rechazar una estatua suya en Carabanchel. No sabían de qué pasta está hecho el viejo rockero.

Rosendo acaba de rechazar una estatua suya en Carabanchel. No sabían de qué pasta está hecho el viejo rockero.
Rosendo Mercado | Cordon Press

No deben conocer los "podemitas" que integran la Junta Municipal de Carabanchel, pertenecientes a la formación Ahora Madrid, de qué pasta está hecho su convecino Rosendo. El veterano rockero les ha dado, gratis, una lección de coherencia y sentido común, de humildad al mismo tiempo, al desaprobar el intento que pretendían para glorificarlo con una estatua en su barrio. Seguramente esos concejales no tenían mejor cosa que hacer por sus conciudadanos que gastarse lo que fuese del presupuesto para levantar un monumento en honor de su ídolo. Y éste, sin arrogancia, con justo sentido de la medida, les ha hecho ver lo absurdo de su propuesta. Que en estos tiempos alguien se comporte así como Rosendo es digno de alabanza. Al fin y al cabo él siempre se ha considerado nativo de un barrio obrero, hijo de padre zapatero. Y uno, modestamente, va y le dedica hoy el presente artículo laudatorio. Aunque hago constar que en Leganés figura una calle a su nombre. De momento, remito a esos munícipes carabancheleros un título elegido al azar del amplio repertorio de nuestro amigo: "Veo, veo… mamoneo". Por no enviarlos de paso a que escuchen otro viejo tema suyo: "Atajo de cobayas". Y este otro título que, más ambiguo, tampoco les viene mal: "Duele pensar".

Rosendo siempre prefirió tener los pies en el suelo que pisa. Y vivir de acuerdo a cómo piensa, a como escribe lo que luego canta. Por cierto: siempre ha repetido que "escribir rock en español es muy difícil". Pero eso sí: nunca se ha rendido hasta ver completada una letra. Los argumentos le vienen de cuanto ve, observa a su alrededor. La calle, la gente por supuesto, es su inspiración. Lo que siempre se etiquetó ya como rockero urbano. Y como una definición de lo que ha querido siempre, esto: "Sin rock and roll me moriría de pena". Lograr una guitarra propia le costó lo suyo, en tiempos que era un lujo tenerla. Hasta que su abuelo debió compadecerse del adolescente que era todavía y le compró una, española. Dejarse melena, con esas guedejas que le resbalan por uno y otro lado de la cara, le costó lo suyo: "En mi casa no lo entendían".

Rosendo Mercado Ruiz ha cumplido sesenta y dos años en el último febrero. Nadie ahora lo vería bien trajeado y con la carrera de ingeniero. Pero empezó estudiándola, aunque tal vocación le duró poco tiempo. Siempre el rock en su camino. Era 1972 cuando entró en una banda de barrio que se hacía llamar Fresa, luego rebautizada como Ñu, que dio mucha guerra. Pioneros del heavy en Madrid. El cantante, José Carlos Molina, no era de la cuerda de Rosendo, se llevaban mal. Y éste siempre ha rehuido toda confrontación, cualquier conflicto. Harto de tocar la guitarra y que no le echaran cuentas, prefirió probar suerte fundando otro grupo, donde ya sí él comenzaría a ser la voz cantante, el líder. Y así nació Leño. Nombre que tenía su miga, porque lo tomó de una frase que le dirigió aquel vocalista de Ñu cuando conoció algunas letras de su rival: "¡Son un leño!". Y Leño armó mucho ruido, en todos los sentidos, en aquellos tiempos: periodo comprendido entre 1978 y 1983. La época del rock duro más brillante, con los Barón Rojo, Obús, Asfalto, Topo… Cinco años en los que Leño mantuvo una leyenda, que acabó cuando más éxito tenía, pero por lo visto ello no se correspondía con el dinero necesario para seguir en la brecha.

Y entonces Rosendo resolvió convertirse en solista. Dieciséis son los álbumes que ha grabado hasta la fecha: los dos últimos, "Vergüenza torera" y el que registró en directo durante su concierto en la Plaza de Toros de Las Ventas, en septiembre de 2014, cuando ante quince mil enfervorizados seguidores lo aclamaron, en presencia de otros rockeros que subieron con él al escenario. Entre ellos Miguel Ríos, Fito Cabrales, Luz Casal… y su propio hijo, Rodrigo Mercado, que va también por libre, con un estilo diferente al de su padre.

Rosendo se casó con su novia de siempre y dice que le ha ido muy bien y no ha tenido necesidad de buscarse ninguna otra mujer. Es conservador en ese aspecto, que no en otros. Confiesa que ya olvidó para siempre las drogas y que su vida es ahora más tranquila. Le han reconocido sus propios compañeros como una leyenda viva del rock urbano; que ha tenido muchas influencias en otros cantantes. Cuando le recuerdan la tópica frase de que "los viejos rockeros nunca mueren", él, como siempre tan realista, responde que sí que se van de este mundo, y algunos muy jóvenes. Pero lo que no piensa es en retirarse: "Tengo mucho aguante y no sé ganarme la vida de otra manera".

Ahora viene de Australia. Como lo leen. Ha dado unos conciertos en Camberra y en Parth. Y ustedes se preguntarán: ¿pero es que allí, tan lejos de Carabanchel, conocen a Rosendo? Pues algo de ello ha debido pesar cuando nuestro embajador en aquel país se puso en contacto con el rockero para trasladarle su invitación, naturalmente mediante contrato, para que acudiera a actuar ante la colonia española residente en Australia. Muchos compatriotas, que no residían en las dos ciudades mencionadas, al enterarse de las actuaciones de Rosendo acudieron desde distintos puntos a sus conciertos. Detrás de ello, está la historia de un misionero español que se radicó en Australia hace más de un siglo, llamado también Rosendo, y que por lo visto ejerció una labor evangelizadora y humanitaria. En su recuerdo y con el reclamo de un mismo nombre, el cantante viajó a tan lejanas latitudes y regresó enormemente complacido. Ha sido una de sus pocas salidas al extranjero puesto que únicamente actuó un par de ocasiones en Londres, otra en México en una mini gira y en varios campos de refugiados saharauis.

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