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Preocupación en Telecinco por la locura latente de Pablo, el gofrero de Gran Hermano

La inestabilidad psíquica que muestra el concursante hace que sus reacciones sean imprevisibles. 

La inestabilidad psíquica que muestra el concursante hace que sus reacciones sean imprevisibles. 
Pablo, el gofrero de Gran Hermano | Telecinco

Si algo quedó claro la noche del estreno de Gran Hermano, el pasado 9 de septiembre, es que el joven gofrero Pablo iba a sufrir. El inocente y cándido joven, que trabajaba en un local de Londres sirviendo gofres, lo dejó todo para cumplir uno de sus sueños: participar en la nueva edición del reality más importante del mundo, edición española.

No obstante, nada más entrar en casa sufrió su primer -y severo- revés. Jorge Javier Vázquez informó al participante que todavía no formaba parte del elenco principal, y que debía hacer comer un gofre a todos los demás miembros si quería quedarse. Más tarde Pablo resultó también elegido como inminente "emisario" para el intercambio con Gran Hermano Francia. Otro engaño, esta vez sobre un engaño.

Al final todo fue mentira y formaba parte de las pruebas de ese día de estreno, caracterizado por las falsas apariencias. Pero sin duda el troleo a Pablo,que dice creer en el karma y la energía espiritual, tuvo un plus de crueldad: su cara de desolación y desespero lo decía todo. Fue, sin duda, el mayor disgusto de la noche (y una de las imágenes más populares del estreno).

Pero como decimos, fue solo la primera muestra de la pasión del gofrero que estaba por venir. Pablo, a quien no le importaría encontrar el amor dentro de la casa de Guadalix. Pablo, el chico cándido y auténtico que -aparentemente- poco puede hacer ante estrafalarias criaturas friquis como Beatriz, Miguel o Pol, tres de los concursantes más... coloridos de la presente edición. Pablo, la persona normal destinada -parece- a convertirse en la gran víctima de las conspiraciones de la cadena y los demás grandes hermanos.

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Pablo y Pol, en GH | Telecinco

Hasta ahora, Pablo ha demostrado ser de lágrima fácil. Lo vimos cuando Jorge Javier le sometió a aquella primera prueba, pero luego ha seguido llorando a cada mínimo revés, como el que tuvo con Adara apenas un poco después de iniciar la convivencia. O la petición de Bea la chonija, que le pidió usar guantes para bailar debido a la electricidad estática, algo que sentó soberanamente mal al gofrero.

Pablo es sensible y susceptible, y de momento no parece haber mostrado su reverso tenebroso. Pero tiende a tomarse cualquier comentario a mal, lo que ya está derivando en su aislamiento en la casa. Ni que decir tiene que esta táctica le permite hablar muy mal de sus compañeros en el confesionario, tratando de dirigir la corriente de opinión hacia su lado.
¿Será, no obstante, una estrategia para hacerse con la simpatía del público? ¿Calará en una casa repleta de mediáticos friquis capaces de pelearse y hacer todo tipo de polémicos comentarios?

A falta de saber a ciencia cierta cuanto hay de real o impostado en los ataques de ira y llanto desmedido del concursante, lo cierto es que tanto en la cadena como en la productora permanecen vigilantes a sus imprevisibles e incomprensibles reacciones.

Dar pena puede dar réditos para quedarse en la casa, como a Sofía (el año pasado a colación de su relación traicionada con Suso); Fresita (todavía famoso su episodio con la vaca); Paula (con su lío con Lucía y Omar en la decimosexta edición)...

¿Es Pablo un hipócrita, más que una víctima? Abrimos el debate. Un debate de actualidad esta semana, ya que, junto a Candelas, Meritxell y Miguel, se ha convertido en uno de los primeros nominados de la presente edición. Esta semana, el zamorano podría tener que abandonar la casa de Gran Hermano, pese a sus denodados esfuerzos por quedarse.

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