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Las víctimas oficiales de 'Gran Hermano 17' ya son candidatas a ganar

El reality empieza a coger cuerpo y ya hay dos bandos claros, aunque no muy equilibrados.

El reality empieza a coger cuerpo y ya hay dos bandos claros, aunque no muy equilibrados.
Adara, un mar de lágrimas | Telecinco

En esta edición nada novedosa de Gran Hermano se repite el patrón para convertirse en favorito a hacerse con el maletín: meterse en un lío amoroso, morir de celos, discutir –a ser posible por culpa de una tercera persona– y, finalmente, convertirse en víctima. Y esa víctima, como ya lo fueron Paula o Sofía, es Adara, y parece que le está funcionando. Su relación con Pol está llena de altibajos y sus celos por los arrumacos entre el catalán y Miguel se han vuelto algo enfermizos.

La modelo no soporta que estén tocándose todo el rato, incluso se ha llegado a plantear si Pol es bisexual. "Eres calculador y mala persona, si sólo fueras un amigo evitarías ciertos comportamientos", le soltó muy enfadada Adara a Miguel. Además lo acusa de tocar a Pol y mirarla a ella al mismo tiempo a modo de provocación.

Pol se limita a verlas venir, a no dar la cara por Adara y a dejarse querer por ella (cuando no está enfadada) y por Miguel (a todas horas). No quiere discutir con su "novia", pero tampoco quiere perder a su amigo. Aquí es donde Adara es más lista y opta por dejar los celos de lado para volver a acercarse a Pol: "No aguanto sin tocarle". Así es como se ha convertido en víctima, pero también en manipuladora, algo que queda claro viendo las imágenes de la pareja bajo el edredón llegando hasta donde ella quiere, porque ella siempre es quien pone el límite.

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"Estoy tranquila porque sé que no estoy desquiciada", pese a que los celos la sacan de quicio. Tampoco sus compañeros ayudan para no convertirla en la mártir oficial. Las lágrimas falsas de Miguel intentando robarle el papel tienen credibilidad cero. Lo mismo ocurre en los constantes enfrentamientos con el resto de la casa. Sus compañeros la acusan de ser "posesiva" con Pol y aprovechan la mínima oportunidad para echárselo en cara. Como en una discusión con Clara en la que la madrileña, sin venir a cuento, le espetó: "Yo por lo menos no voy detrás de un tío y luego me voy con otro".

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Muchos piensan que esta víctima es favorita, pero hay otra que va más allá.

Bárbara, la mala malísima

La madrastra, la bruja, la reina mala del cuento. Bárbara tiene a la mayoría de la casa en contra, "al 90% de los compañeros", dice Rodrigo, pero también tiene a más de la mitad del voto de la audiencia a favor. ¿Por qué alguien que todo el mundo odia consigue quedarse dentro y hacer rabiar al resto? Porque, a veces y sólo a veces, la personalidad gana.

La piña que han formado el resto de compañeros contra Bárbara y Adara las convierte en concursantes vacíos y planos. Por separado tienen su gracia, pero en grupo son, hablando claro, como borregos. Sus opiniones son las mismas y su comportamiento, idéntico. Candelas era uno de los pocos apoyos que tenía Bárbara en la casa pero decidió cambiarse de bando y unirse a la cuadrilla, lo que el público ha considerado una traición. Conclusión, Candelas está en la calle y Bárbara no.

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Las caras de los compañeros cuando Bárbara entró por la puerta eran un poema, sobre todo las de sus enemigos más directos, al menos los que se atreven a decirle las cosas: Bea, Rodrigo y Miguel. Ella volvió triunfal: "Estos no saben quien soy yo". Pues larga vida a la reina mala.

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Las nominaciones no fueron ninguna sorpresa: Bárbara, Adara y Montse lucharán esta semana por seguir en Guadalix. La última corre peligro porque es uno de esos personajes que entran en Gran Hermano por rellenar. Ni está ni se la espera. Bea, nuevo miembro de El Club, decidió "autonominarse" para verse las caras con Adara.

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