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Chicote salva del desastre a su competencia y nos presenta a Inma, su mujer

Chicote se enfrentó a un nuevo paquete, Víctor, al tiempo que nos presentó a Inma, su pareja y socia en Yakitoro. 

Chicote se enfrentó a un nuevo paquete, Víctor, al tiempo que nos presentó a Inma, su pareja y socia en Yakitoro. 
Chicote e Inma | Atresmedia

Atentos a María la Portuguesa, un negocio ubicado en el centro de Madrid con tantos problemas que a punto ha estado de desquiciar a Chicote. ¿Cuál es la diferencia, no obstante, respecto a todos los demás locales que han estado a punto de hacerlo? Lo cierto es que la Pesadilla portuguesa es un perfecto ejemplo de dejadez y desmotivación. Sucio y permanentemente vacío, la nueva Pesadilla en la cocina se ambienta en un restaurante excelentemente ubicado pero donde no entra nadie.

Naturalmente, el caos viene de arriba, y todo comienza con su voluntariosa dueña, María, más dedicada al segundo de sus negocios, una pastelería de delicias lusas de nata, que a un restaurante que ha dejado en las equivocadas manos de un socio absolutamente inútil para la labor. "No puedes estar en dos lugares, por lo tanto necesitas a alguien que sea tus ojos y tu corazón", le aconsejará más tarde Chicote… en lo que averiguaremos una referencia a su verdadero amor. Y no, no hablamos de la cocina.

Pero volvamos al socio. Víctor es el nombre del individuo, un tipo que no sabe servir ni dirigir, un desastre con piernas que acerca día a día al María la Portuguesa a la ruina total, desmotivando a los empleados (el cocinero sufre una crisis nerviosa tras el desastroso servicio) y llevándolos a la más absoluta desesperación. La comida del María está mala y Víctor no deja de cacarear y escurrir el bulto para desquicie del personal. Cargando las culpas sobre quien haga falta, como por ejemplo a Bárbara, una camarera competente, hasta el punto de que son los propios clientes quienes le reprenden a él. "Vaya paquete eres", le suelta un Chicote cerca ya de darse cabezazos en las paredes. "Eres un jeta y te veo a la legua".

Pese a todo, y a diferencia de otras ocasiones, en esta Pesadilla en la cocina las simpatías de Chicote hacia María eran evidentes. Para motivar a la protagonista, el chef sufrió un nada discreto ramalazo de autopromoción y la llevó a Yakitoro, su propio negocio en Madrid y muy, muy cercano al de la Portuguesa. Lo que nos sirvió a nosotros, espectadores, para descubrir el lado oculto del chef, ese en el que se muestra confiado y atento con sus propios empleados y socios. Porque pudimos conocer a Inma, su mujer y socia en el local, que se deshizo en elogios hacia el chef. Y no, no piensen mal: la pareja de María estaba por ahí para motivar a su esposa. Esto no iba de triángulos, si acaso culinarios.

Frente al terrible final de la anterior edición, con Chicote largándose del restaurante por la tozudez de la dueña, la presente fue mucho más complaciente. Una carta buena y organización pueden sacar adelante un negocio con mucho trabajo y energía. Y sin Víctor. Sobre todo sin Víctor, del cual María prescindió absolutamente a favor de su marido.

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