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Francisco celebra sus 35 años como cantante

En realidad, lleva más tiempo cantando, desde los dieciocho años, cuando se presentó a un concurso de noveles en Bogarra.

En realidad, lleva más tiempo cantando, desde los dieciocho años, cuando se presentó a un concurso de noveles en Bogarra.
Francisco, en una visita reciente a esRadio | LD

Con la leyenda "35 años" Francisco ha celebrado con un concierto extraordinario en el teatro Nuevo Apolo, de Madrid, esa efeméride como profesional de la música. En realidad, lleva más tiempo cantando, desde que con dieciocho años, es decir en 1977, se presentó al primer concurso de noveles de su vida, en la localidad de Bogarra, que es donde puede decirse que se iniciaría su biografía artística. Pero si ha fijado esa cifra redonda, de los tres decenios y medio en los escenarios se presupone que obedece a su primer éxito internacional, su auténtico lanzamiento cuando ganó el Festival de la OTI, en 1981. Detengámonos primeramente en la gala del pasado jueves, la de su único concierto madrileño, acompañado por la Orquesta Filarmónica del Mediterráneo, compuesta de una treintena de integrantes. Cuidando ese acompañamiento, nada habitual en otros cantantes, aunque alguna vez él mismo advirtió cierta descoordinación, que se extendió al equipo de sonido, Francisco superó esas leves dificultades para durante dos horas de actuación, interrumpida sólo por diez minutos de descanso, embelesar al público que llenaba el teatro con su potente y bien modulada voz, con registros de tenor y un repertorio adecuado a la autoexigencia de su tesitura vocal y a la variedad.

Comenzó con "Tu cadena", que es de los mismos autores de "Latino", Herrero y Armenteros (antiguos componentes de Los Relámpagos), continuó con "Tú ni te imaginas", donde se le olvidó parte de la letra, lo que no fue advertido por el público, y nuevamente de aquellos compositores se arrancó con "La chica del póster". Resulta que los mentados Herrero y Armenteros preguntaron a Francisco si coleccionaba pósters de clubes de fútbol o de jugadores. "No –les contestó-, no sigo la Liga, sólo cuando juega la Selección Nacional veo algunos encuentros. Lo que sí he tenido mucho tiempo, de jovencito, es un póster de Marilyn Monroe, mi estrella favorita". De esa confesión surgió "La chica del póster". Francisco declara que en esos treinta y cinco años cantando ha preferido buscar la calidad a ser popular. Y nos contó que cuando tiene conversaciones con algunos compositores les pide siempre que le proporcionen unas partituras donde él pueda exhibir los más amplios registros de su poderosa voz. Y bien que lo demostró esa última noche del Nuevo Teatro Apolo mezclando una selección de sus éxitos con temas a estrenar.

Precisamente durante su recital un equipo grababa toda la actuación para luego lanzar al mercado el próximo 14 de febrero de 2017 un disco en directo, coincidiendo con el día de los enamorados. No conocíamos, por ejemplo, el tema "Pena y alegrías del amor", tomado de un poema del libro de igual título que el gran letrista Rafael de León publicara en los años 30 del pasado siglo, al que Francisco mandó ponerle música a uno de sus colaboradores. Sonaron otras piezas inéditas: "Murmullos", "Melancolía", "Luna rosa", para desplegar después un abanico de muy conocidas melodías, en acertadas versiones: "Alguien cantó", que popularizara Matt Monro allá por los años 70; los boleros, que tan bien van a su estilo, "Si Dios me quita la vida", "En mi viejo San Juan", "Procuro olvidarte"; "Alma Llanera"; "Himno al amor", la gran creación de Edith Piaf…

El respetable se rindió ante el artista alcoyano con ovaciones continuas. Y al concluir con "Latino", hubo de regalar varios bises, despidiéndose a "capella" con "Granada", la inmortal pieza de Agustín Lara, y "A dónde voy sin ti", de otro de sus autores habituales, el burgalés José María Purón, en tiempos también cantante, con la que ganó por segunda vez el Festival de la OTI en 1992. Triunfo rotundo de quien posee en su estilo la mejor voz lírica que tenemos en España, aplicada a melodías que no son del género de la zarzuela o la ópera. No tiene sombra en ese aspecto Francisco. Cuarenta años en activo son muchos, pero cuida su voz, y dice que ahora canta mejor que cuando empezó.

Ha superado muchas dificultades en la vida. Hijo de una modestísima familia, Francisco González Sarriá se quedó huérfano de padre a los trece años. Su madre fregaba suelos en un edificio oficial de Valencia. Y en ese hogar de seis hermanos todos tuvieron que trabajar para sacar la familia adelante, con un sinfín de sacrificios. En el caso de Francisco hubo de arrimar el hombro como peón de albañil, el oficio de su progenitor; también probó suerte como carpintero, recogiendo tomates en las huertas, marmolista y como ayudante de escultor, habida cuenta los muchos talleres valencianos dedicados a los "ninots" falleros. Cantaba "por lo bajini" mientras discurría su jornada laboral, lo animaron sus compañeros a presentarse a un concurso, lo ganó y ya tuvo claro que su meta era convertirse en cantante. Imitaba a Tom Jones y se sabía de memoria todas las canciones de su paisano Nino Bravo. En sus inicios, el primer representante que tuvo resolvió bautizarlo artísticamente como Frango (uniendo las dos primeras sílabas de su nombre y primer apellido). Pero eso podía dar lugar a equívocos, bromas o problemas, por la similitud con el apellido del Jefe del Estado. Y finalmente buscaron la solución más sencilla: se llamaría tal y como es su nombre de pila.

Francisco despertó el interés del hermano de Montserrat Caballé, Carlos, "mánager" de ésta y empresario también de otros cantantes de ópera. Y, radicándose en Barcelona, acabó recibiendo a partir de 1989, durante seis años clases de la eminente soprano Ángeles Chamorro y de un profesor catalán. Invertía en esas enseñanzas diariamente a veces hasta doce horas. Tuvo el honor de acompañar en el escenario a la Caballé en diversas ocasiones y lucirse él mismo con arias de ópera en escenarios de primer orden de París, Berlín, Milán y otras capitales asociadas al mejor "bel canto". No quiso abandonar el campo de la canción melódica, y a él volvió, más seguro de sus posibilidades vocales después de esa maravillosa experiencia antedicha. Hace no muchos años el intérprete levantino pasó por una mala racha, que a punto lo llevó, desesperado, a la retirada. Ha ido olvidando agravios, para concentrarse por entero en su profesión. Su mejor ayuda la ha encontrado en su tercera esposa, Paca Ribes, con quien lleva veinticinco años de feliz convivencia. Residen en Altea.

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