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Así sobrevivió Tony Bennett al infierno de la droga

A punto de cumplir 91 años, acaba de cancelar sus conciertos en Madrid y Barcelona debido a un catarro. 

A punto de cumplir 91 años, acaba de cancelar sus conciertos en Madrid y Barcelona debido a un catarro. 
Tony Bennett | Cordon Press

Con las localidades vendidas anticipadamente, acaba de cancelar su concierto en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII, en Madrid, el mítico cantante Tony Bennett. Es el intérprete más longevo de los Estados Unidos en activo. Si la memoria no me traiciona, en el mundo, dentro de los más famosos cantantes, sólo le supera el armenio-francés Charles Aznavour, que ha cumplido noventa y tres años. Tony Bennett festejará los noventa y uno el próximo 3 de agosto. Naturalmente las nuevas generaciones poco o nada sabrán de él, salvo quienes se interesen por aquellos "crooners", vocalistas, de las grandes orquestas americanas de los años 40 y 50.

Nacido el 26 de agosto de 1926 en Nueva York, hijo de un modesto empleado de un comercio de ultramarinos que falleció dejándolo huérfano con diez años, tuvo que sobrevivir en un hogar con pocos recursos económicos. La madre se puso a trabajar de costurera. Y el propio Anthony Dominick Benedetto, que así se llama realmente, hubo de arrimar el hombro. Valiéndose de su facilidad para cantar, comenzó en el coro de una iglesia para actuar luego en cafetines y restaurantes italianos, donde se servía del clásico repertorio napolitano, con el consabido "¡Oh, sole mío!" Al regreso como soldado en Alemania durante la II Guerra Mundial es cuando se plantea su futuro como profesional. Lo descubrió un día por casualidad Bob Hope, quien lo incorporó a su "show". Fue quien le propuso que adoptara el nombre artístico de Tony Bennett. Es a mitad de los años 40 y la década de los 50 cuando se ponen de moda esos "crooners" italo-americanos, entre los que descollaba Frank Sinatra, junto a Dean Martin, Perry Como, Frankie Laine, Vic Damone, entre otros. Tony Bennett se llevó muy bien con todos ellos, sobre todo con Frankie, a cuyas fiestas iba de vez en cuando, para cantar en su honor. Le devolvía así elogios como el que recogió la revista Life en 1965, donde Sinatra decía que su amigo era el mejor cantante que conocía: "Me conmueve". Juntos cantarían "New York, New York", en un memorable dueto. De todos los citados, sólo sobreviven dos. Uno es Vic Damone, que se retiró en 2011. El otro es, obviamente, Tony Bennett, quien está de gira por Europa y con su buen estilo de siempre y unas aceptables condiciones vocales, sigue cantando… y encantando.

Existe una literatura periodística que desde hace más de medio siglo ha vinculado al "clan" Sinatra y a otros colegas en la onda de la Mafia. De un modo u otro, Frank, que era el más visible, supo sortear su implicación en la Cosa Nostra cuando se pavoneaba de su íntima amistad con el Presidente John F. Kennedy y con el hermano de éste, Robert, a la sazón máximo representante de la justicia norteamericana en aquellos primeros años 60. Fue este último quien puso en antecedentes de John sobre las amistades peligrosas que, con "La Voz", se acercaban a la Casa Blanca. Pero Sinatra y sus amigos continuaron explotando sus negocios de juego en Las Vegas, aunque sufrieran algún varapalo en forma de multa. Allí actuó mucho Tony Bennett. No es a estas alturas un secreto que la Mafia los había ayudado a encumbrarse, a cambio de un razonable porcentaje de sus ganancias. Lo aseguraba Tony Gambino, quien decía ser nieto de Lucky Luciano. Su abuelo era quien les había proporcionado sus primeros triunfos musicales. Recuérdese la primera parte de la trilogía cinematográfica El Padrino, cuando la boda de la hija de éste, tan acertadamente interpretado por Marlon Brando. Animaba la fiesta nupcial un vocalista, quien agradecía en un aparte los favores recibidos. ¿A quién se refería el autor de la novela en la que se basaba el filme, Mario Puzo? A Sinatra, no parece. ¿Podía ser Tony Bennett? La prensa norteamericana hizo sus propias conjeturas. Desde luego esto que les cuento ya es un pasado lejano. Y nada merma, sino todo lo contrario, la importancia de su voz, el áurea de su figura en el escenario: alto, de buena presencia cual inmarchitable galán maduro, elegante siempre… Si en la vida de Tony Bennett se vio favorecido por momentos espléndidos, también atravesó otros muy duros. Se lo cuento, lo más extractado posible, a continuación.

Dijimos que el gran cómico Bob Hope le brindó la gran oportunidad de presentarlo en su "show" de televisión. Pero también lo apoyó para grabar su primer disco. La carrera musical de Tony Bennett ha sido pródiga en éxitos, en números 1. Así, por ejemplo, resumiremos de toda ella los títulos más relevantes: "Dejé mi corazón en San Francisco"; "Extraño en el paraíso", adaptación de un tema de Borodín; "Blue Velvet"; "Chicago"; "Because of you"; "Rags to riches"… Los intérpretes como él acusaron a mediados de los 60 primero la creciente influencia de años atrás del rock and roll, y después la irrupción de Los Beatles, Los Rolling Stones y otros conjuntos. Era evidente que el "swing" de esos "crooners" italo-americanos cada vez iba interesando menos a los jóvenes, que eran a la postre los que compraban vinilos. Ello llevó a Tony Bennett a un estado depresivo, que no superó desde luego abusando del alcohol y la cocaína. Al no trabajar e ir gastando sus ahorros, su patrimonio peligró hasta el punto de estar medio arruinado. En 1970 dado que las corrientes musicales en boga seguían fluyendo por los derivados del rock, del pop, y de la moda nacida en San Francisco con la explosión de los "hippies", Bennett probó suerte como aprendiz de rockero. Y le fue mal, como se presumía; no era lo suyo. Lo intentó en Gran Bretaña: peor. En Las Vegas siempre tenía su sitio, en los Casinos llenos de turistas, o de millonarios a los que no les importa dejarse miles y miles de dólares en la ruleta. Por eso atraen a los ilusos del juego con atracciones internacionales, entre las que no faltaron nunca las viejas glorias como Tony Bennett. En esos años 70, conforme ganaba algún dinero se lo iba gastando en drogas, consciente de que no levantaba cabeza en su carrera y se sentía acabado. A punto estuvo de irse derecho al cementerio por sus abusos con las papelinas del polvo blanco. Cerca también de que le embargaran su vivienda en Los Ángeles.

Un día que se encontraba más despierto recapacitó y pidió ayuda a sus hijos. Danny, que había fracasado con su hermano como músico, se convirtió en mánager de su padre. Poco a poco, éste fue levantando el vuelo en los 80, para en décadas sucesivas hasta el presente afrontar su vida sin recurrir a los paraísos artificiales. Digamos que salió de aquel abismo y fue recorriendo el mundo, otra vez, con sus canciones de siempre. Hasta que, de acuerdo con los consejos de sus hijos, afrontó otros retos conforme los gustos musicales del momento. Así es que entre los años 2006 hasta el presente ha ido grabando duetos con cantantes que podían ser perfectamente sus hijos. O sus nietos. Véase, si no, con quienes unió su todavía interesante voz, con ese fraseo tan genuino, el "swing" que ha sido una de sus bazas para conquistar a tantos admiradores, los que compraron sus cincuenta millones de copias discográficas: Lady Gaga, Amy Winehouse, Mariah Carey, Michael Bublé, George Michael… Sin olvidarnos sus dúos con artistas del pop latino como Gloria Estefan, Miguel Bosé, Chayanne… Ése es el Tony Bennett de ahora, que combina en su repertorio melodías del ayer y temas más novedosos. Amy Winehouse cantó con él por última vez, pocas fechas antes de su inesperada desaparición.

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Con sus hijas Joanna y Antonia, en el año 2000 | Cordon Press

¿Y la vida sentimental de un seductor como siempre ha sido Tony Bennett? Romántico fue su primer matrimonio, casándose con una admiradora suya llamada Patricia Bech. Eso sucedió en 1952. Tuvieron dos hijos, los antes mencionados Danny y Dae. Se divorciaron en 1971. El año en el que contrajo segundas nupcias, con Sandra Grant, con quien estuvo conviviendo hasta 2007. Inmediatamente después de lograr de nuevo el divorcio, ese mismo año volvió a casarse, esta vez con Susan Crow, con quien continúa, de momento, felizmente unido.

Tony Bennett es un hombre de gran sensibilidad, culto, que en sus ratos libres se dedica a la pintura. No ha olvidado sus estudios juveniles de Bellas Artes. Hay cuadros suyos en destacados museos e instituciones. Se cuida, no ha recaído en sus antiguos vicios y procura que su voz, que es "su oficina", le siga respondiendo. En Madrid, que yo recuerde, ya estuvo al menos en una ocasión actuando, que es la que presencié, hace ya alrededor de quince años. Una maravilla. Espero que todavía continúe encantando, "vendiendo estilo", como dicen expresaba su gran amigo Sinatra.

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