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Rosa Belmonte

De niñas y putas

Si yo fuera una niña delincuente, puta o no, me gustaría que me juzgara Calatayud.

Si yo fuera una niña delincuente, puta o no, me gustaría que me juzgara Calatayud.
María Casado y Emilio Calatayud | RTVE

No es Emilio Calatayud, juez de menores, un tipo antisistema. Ayer en el programa de María Casado dijo que las niñas actualmente se hacen fotos como putas y muchos se han llevado las manos a la cabeza. Estaban hablando de Celia Fuentes, esa chica que se ha suicidado. También de la dependencia de la imagen en las redes sociales de las adolescentes. "Es la imagen que se da... Perdón por la expresión y tomádmelo bien, pero las niñas actualmente se hacen fotos como putas. Yo he tenido juicios de esos que las han incitado, las han chantajeado para mantener relaciones sexuales, abusos sexuales como consecuencia de...". Y María Casado, como en el chiste de "Fermín, el sombrero y el bastón que el señor marqués se va", lo cortó: "Emilio, no, esa afirmación sí que no". Y el eco de Twitter susurró. Que si el tono era machista, que si estaba culpabilizando a las víctimas, que si así se desprotege a los menores.

Si yo fuera una niña delincuente, puta o no, me gustaría que me juzgara Calatayud. Cortarle el pelo si me hubiera condenado a estudiar un módulo de peluquería después de haber robado en una. Además de conocerlos por la prensa, conocemos otros de los casos por su libro Mis sentencias ejemplares. Ha condenado a hacer el Camino de Santiago a seis jóvenes casi a modo de premio por su buena conducta y para completar su rehabilitación. A un joven lo mandó a trabajar con los bomberos después de quemar varias papeleras. A un hacker lo condenó a dar clases de informática después de robar datos de una empresa granadina. A otro lo obligó a dibujar un tebeo donde narró el porqué de su sentencia. Condenó a un gitano al que estaba juzgando a obtener un título de lengua árabe (la chapurreaba por haberla aprendido al pasar por centros de menores). "Usted me salvó", le ha dicho después más de uno.

Dejando de lado esto, que ya sería bastante para tenerle el respeto que no se merecen otros magistrados, lo que el juez Calatayud dijo en el programa de María Casado es bastante razonable. En todo caso era algo que ha observado, no que le hayan contando. Aunque nada sea razonable si uno se sale del carril correcto y aceitado. Niñas y putas no son términos que se puedan poner en la misma frase (ni siquiera mujeres y putas, zorras o lo que sea). Tampoco para hacer una comparación. Lo que el juez Calatayud dijo, y que muchos suscriben, está estudiado en libros, en ensayos. Tampoco hace falta estudiar mucho, sólo mirar. Otra cosa es lo que se pueda decir en TVE. Porque parece que tampoco puede salir Gregorio Morán en Informe Semanal y soltar que en Cataluña hacen falta más psicoanalistas. Demonios, que Calatayud no es Milo Yiannopoulos y su El feminismo es cáncer.

En Muñecas vivientes. El regreso del sexismo, Natasha Walter recuerda que debemos a la segunda ola del feminismo el hecho de que hoy las mujeres puedan ser sexualmente activas y experimentadas sin que se las condene por ello. Libres de disfrutar de su sexualidad sin las restricciones sociales que tradicionalmente se les imponían. También es cierto que hay una nueva cultura hipersexual que, lejos de ampliar el potencial y la libertad de las mujeres, redefine el éxito femenino en el reducido marco del atractivo sexual. Lo que no pensaron las feministas es que en el siglo XXI se ejercería presión sobre las niñas para que se valoren en función de su atractivo sexual. Porque de esa hipersexualización no se escapan las niñas. En la ropa, en las muñecas (las Bratzt, las Witch, también Barbie) o en el cine. Sólo hay que comparar la Blancanieves de 1937 con la Cenicienta de 1950 y luego con la Ariel de 1989 y la Jasmine de 1992. Estas dos van en sujetador y enseñando el ombligo (si tienen). Como diría Calatayud, salen en el cine como putas. Y porque no tenían Instagram.

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