Buenos días. Te acabas de ir al gimnasio y yo aprovecho para escribir esto antes de hacer lo mismo. Últimamente nos acostamos corriendo y nos levantamos igual. Tengo que reconocer que me estás ganando en eso de madrugar, que ya es decir. Desde que has cogido el ritmo escribiendo los capítulos para tu libro no hay quien te pare. Menos mal que anoche nos tomamos un descanso para ver el estreno de la segunda temporada de una de nuestras series de televisión fetiche, “Tierra de Lobos”. Me encanta, es como las películas “S” de la transición, con un montón de desnudos “por exigencias del guión”, aunque esta vez son los chicos los sex-ploited.

Quedan ya poco conciertos de Fangoria antes de que le demos la vuelta al repertorio y la escenografía para continuar el año que viene con el mismo concepto. Así que aprovechamos uno cerquita de Madrid para convocar ese evento que va camino de convertirse en un clásico : el concurso de tortilla española. O de patatas, que siempre hay mucha discusión sobre el título. Hemos decidido que en cada gira de verano haya una edición. Hay que pensar que tiene que ser uno de esos conciertos en los alrededores de Madrid para que los participantes puedan cocinar en casa y luego presentarse con la tortilla. La primera vez fue en Vallecas, cuando ganó tu madre. Esta vez fue en Arganda, y ganó Cancho. Te imaginarás que lo que más me gusta es ser miembro del jurado y probar todas las tortillas. También disfruto mucho con el proceso de selección del trofeo que vamos a entregar, no te imaginas cómo son esos catálogos de copas deportivas. Para ediciones siguientes haremos también medallas, para que haya segundo y tercer puesto. Y como con Fangoria también tocamos en invierno, hemos pensado convocar un concurso de tartas para esa estación. Ya veremos.
Te dejo unas fotos que forman una secuencia perfecta del momento : el trofeo y las tortillas, el jurado concentrado, la azafata Nancy O recogiendo puntuaciones, la azafata con los finalistas, la alegría del ganador…

Hablando de fotos, veo que no has descargado todavía las de la Goa del domingo pasado. ¡¡¡Por favor, súbemelas al blog!!! Desde que murió Susie no habíamos vuelto a una de estas raves, nos daba pena, y eso que eran cita ineludible desde hace más de una década. Con la excusa de que nos llamaron para pinchar en la carpa del “Ocho y Medio” nos decidimos a volver. Y valió la pena. Aparte de lo bien que lo pasamos y lo “a gustito” que estuvimos, estar en la Goa siempre me recuerda que allí se gestó uno de los momentos más importantes de nuestra vida. Recuerdo perfectamente el instante, aunque no la fecha exacta (sé que tú sí sabes el día). Estábamos sentados en una mesita de la terraza, cuando todavía se celebraba en Leganés y no en el Fabrik. Apenas un par de meses después de empezar nuestra relación, una ola de amor infinito nos arrolló. Y en ese momento decidimos casarnos. En Las Vegas. Tal y como fue. Imagino que algunos amigos en ese momento pensarían que estábamos diciendo una tontería, manifestando un sentimiento fruto de un subidón. Bueno, el subidón dura ya doce años. Como dijiste el día de nuestra segunda boda mientras tonteabas con el helio de los globos y sus efectos apitufantes sobre la voz, ¡¡¡Viva la química!!!