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El Dios Ganesh Disipa La Nube De Cenizas


Esta entrada de hoy está dedicada al dios hindú Ganesh, mi protector, como bien sabes por la decoración del dormitorio que mantengo en casa de mi madre. Decenas de figuras de Ganesh en papel, cobre, tela, piedra, madera, cristal y plástico vigilan nuestros sueños cuando dormimos allí. Si siempre lo he considerado una figura benefactora, ahora tengo razones para elevarlo aún más a los altares.

Hemos pasado la última semana en Nueva Delhi. Una charla en el Instituto Cervantes y una sesión de discjockey en Cibo, la discoteca de moda, han servido de excusa para descubrir la India. Para mí era una asignatura pendiente. Para ti, una demostración de amor por acompañarme al fin del mundo, al menos a un fin del mundo que no te interesa nada.

Los episodios profesionales fueron perfectos. Ser una invitada de la embajada española imponía su responsabilidad e intenté estar a la altura. Me encantó el encuentro con los oyentes que se acercaron al Cervantes, sobre todo con los simpatiquísimos estudiantes de español, tan parlanchines y entusiastas.

El director del centro, Óscar Pujol, fue todo un descubrimiento, un erudito y un conocedor profundo de la India. Pero todavía más emocionante resultó que dos de mis mejores amigos se juntaran para hacernos compañía en esos días. ¿Recuerdas cómo termina el libro que escribiste sobre mí? Más o menos venía a decir que en ese momento en que se publicó lo único que echaba en falta era más tiempo libre para pasar junto a Ion y Jesús. Así que estos días han resultado providenciales, con tantas horas para hablar entre nosotros. También tú y yo hemos tenido tiempo para estar juntos y charlar mucho. Aún así, te invito a que me cuentes en una reflexión final tus impresiones del viaje. Y de paso cuélgame aquí las fotos que hemos hecho.

Aparte de los encuentros de trabajo y la cháchara entre amigos, he tenido un par de momentos álgidos. El primero, la visita a los templos de dos de mis dioses fetiche. Al de Hanuman, el dios mono, templo asediado por monos de carne y hueso que se buscan la vida mendigando o robando comida. Y al de Ganesh, mi gran favorito, el dios con cabeza de elefante. Les hicimos ofrendas y compramos memorabilia religiosa en los puestos de la entrada. El segundo momento estelar fue cuando Ion me dijo que tenía que salir a la entrada de la residencia de la embajada porque una señora muy importante de la India venía a hacerse una foto conmigo. Para mi asombro, esa gran señora resultó ser una elefanta alquilada por Ion para darme la sorpresa. Como ya sabes, lloré al verla. Y me dí el paseo de rigor, que también sabes que no me hizo sentir cómoda. No sé, llego a tal nivel de compasión por los animales que no me satisface ninguna actividad que implique obligarlos a hacer algo. Sí, ya sé, me dijiste que si esa elefanta no tuviera un cuidador que la hubiera domesticado yo nunca habría podido tocarla y darle de comer. Bueno, es que quizá los animales no están ahí para que yo los pueda tocar…

Con las alarmantes noticias del cierre de los aeropuertos europeos, ya dábamos por hecho que tendríamos que quedarnos en la India más de lo previsto. Pero Ganesh intercedió y casualmente nuestro vuelo fue el primero que salió hacia Europa, aunque con retraso. Eso sí, nos advirtieron que nos llevaban hasta Amsterdam y que allí nos teníamos que buscar la vida. Eso hicimos, en tren hasta París y allí en el primer vuelo que salió hacia España, después de muchos sobresaltos.

Ganesh nos ha cuidado, pero no debo olvidar a las personas que con sus llamadas y gestiones intentaban por lo menos informarnos dentro del caos. Agradecer a Sole, Angels, Cristóbal, Gisella, Teresa, al responsable de viajes Catay. A Ion, que como embajador estuvo pendiente de nuestra situación y de la de todos los españoles que estaban varados en los aeropuertos de la India. Y a César, que con su eficacia nos fue gestionando billetes de tren y de avión a la velocidad del rayo. Mario, somos unos privilegiados, nos hemos ido comprando billetes sin que eso suponga un problema económico, pensábamos que nos tendríamos que quedar en París sin poder llegar a España y ya estábamos reservando hotel cuando conseguimos viajar.

Me imagino la misma situación sin poder afrontar estos gastos. Entiendo los nervios de los viajeros, aunque esta vez no puedan culpar a las compañías aéreas.

La tierra se abre, el hombre propone y Dios dispone.


Vamos a usar este espacio para comunicarnos, dejarnos recados, enseñarnos las fotos y noticias que descubrimos... para contarnos todas esas cosas que no nos da tiempo a comentar en el día a día. Esto es, en definitiva, un blog cerrado al que sólo tenemos acceso nosotros dos, una extensión de nuestra vida

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