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Actitudes para viajar

Para mi, como supongo que para la mayoría de los que pasan por esta página, viajar es una de las experiencias más interesantes, excitantes y enriquecedoras de mi vida. Mis viajes son una fuente de recuerdos, no inagotable que ya me gustaría a mí viajar tanto, pero sí de las más importantes, y disfruto al máximo de todas las etapas: la decisión del destino, la preparación anterior, el viaje en sí mismo y, por supuesto, todas las conversaciones, fotos y artículos posteriores.

Supongo que es por este disfrute que me ofrecen mis propios viajes por lo que pocas cosas me sorprenden tanto como encontrarme a una persona que viaja a disgusto o a la que lo mismo le da estar en Egipto que en la Puerta del Sol o el recibidor de su casa, pero haberlo haylos y lo que es ciertamente aun más impactante: además viajan.

Por supuesto, cada uno está en su derecho de viajar como quiera (y todo lo malhumorado que desee), pero yo que siempre ando corto de tiempo y dinero para mis viajes, me pregunto que tipo de injusticia cósmica hace que ese tipo desperdicie el tiempo y el dinero que yo destinaría con tanta felicidad a otro viaje maravilloso y, encima, se esté poniendo fatal de úlcera con ese genio.

El mejor momento para observar estas actitudes son los viajes organizados en grupo, que permiten observar a la gente que te acompaña durante días. No soy muy amigo de que me lleven de acá para allá (prefiero organizarme y gestionare yo mismo) así que la única vez que me decidí por esta opción fue cuando visité Egipto, un país que me parecía demasiado complicado para conocerlo en solitario. Fue la primera vez y, si no ocurre nada raro, será la última, otro día les contaré el porqué, pero hoy me centraré en un par de anécdotas que también son ilustrativas de estas actitudes de las que les hablaba.

Visitando el Museo Egipcio de El Cairo, que guarda en sus salas una maravillosa colección de piezas artísticas del Egipto de los faraones (sólo los tesoros de Tutankamon justificarían ir desde Madrid y hay mucho más) uno de mis compañeros de grupo, visiblemente irritado con las explicaciones de nuestro guía (ciertamente projilas), acabó exclamando desesperado: "¡Pero es que para que te guste esto te tiene que interesar su cultura!". Desde entonces llevo preguntándome a qué coño habría ido el hombre a Egipto si, efectivamente, no le interesaba su cultura.

En el mismo viaje nuestro generoso guía nos dio treinta minutos para hacer fotos de las Pirámides, no se sorprendan si les parece poco, es que luego teníamos que ir al Museo del Papiro, que a pesar de su ostentoso nombre no era sino una puta tienda de papiros en la que el hombre cobraba comisión por llevar a sus víctimas-turistas. Pues bien, tras darme toda la prisa que pude y volver al autocar en 35 minutos orgulloso de mi contención fotográfica y mi respeto por los compañeros de viaje... me encontré a todo el mundo esperando y mirándome malencarados por cinco míseros minutos de retraso. De acuerdo, hacía un calor horroroso pero ¿era yo el único que quería disfrutar de la única maravilla de la antigüedad que sigue en pié? De nuevo la pregunta: ¿A qué habían ido todos a Egipto si no era a ver las Pirámides?

Un caso menos espectacular pero también significativo: en la plaza de Sultanahmet de Estambul (una de las más bellas del mundo, pero de eso hablaremos otro día) se nos acerca una turista de unos cuarenta años de edad con pinta de alemana y nos pregunta... si "eso" es Santa Sofía. Es decir, que la tipa ha pagado un billete y un hotel, ha volado varios miles de kilómetros y no es capaz de reconocer uno de los dos o tres edificios más famosos de la ciudad y, probablemente, el que tiene un carácter más peculiar.

Personalmente, me parece que reconocer Santa Sofía es una cuestión de cultura general no muy complicada, pero ¿para qué vas a una ciudad lejana que te interesa tan poco que no has sido capaz de informarte antes de lo más básico?

Como decía unos párrafos más arriba, cada uno puede hacer con su vida y con sus viajes lo que quiera pero, puestos a viajar, mejor hacerlo como una persona y no como una maleta, ¿no?

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