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De Luarca a Luanco por Cudillero, la cara más marinera de Asturias

Asturias es montaña y también es mar, no hay prácticamente nada entre los Picos de Europa o las nieves de Somiedo y la costa, sólo valles que van y viene en una u otra dirección.

Pasamos en pocos kilómetros de aldeas de montaña a pueblos de pescadores, de cumbres blancas a espectaculares playas doradas y todo, las nieves y las aguas, merecen mucho la pena: a nivel del mar o a dos mil metros Asturias es un paraíso.

En mi último viaje me acerqué más al mar como en otros, por Somiedo o Muniellos, he estado más en las montañas. Así, conocí por fin algunas de las villas marineras más hermosas: como Luarca o Cudillero, y playas tan impresionantes como la de Salinas.

Luarca y Cudillero

Nos ofrece Luarca una de sus mejores caras según llegamos, en un promontorio en el que se amontonan ermita, cementerio y faro y desde el que se puede ver una fantástica vista de la villa, de su puerto y del pequeño río que se va curvando hasta su desembocadura.

Tiene dos zonas que valen la pena: un barrio más noble, con casas altas con un toque art decó y elegantes; y un barrio de pescadores de pequeñas casitas minúsculas a las que se llega por retorcidos callejones de escaleras.

Y luego está el puerto, claro, con sus barcos de pesca y la curiosa caseta construida en mitad del malecón. Desde allí se ve prácticamente toda Luarca, toda mirando al mar, como corresponden a una villa que siempre ha sido marinera.

Cudillero es más pequeña y todavía se mantiene más auténtica, más concentrada. Sin duda es uno de los pueblos más bonitos de la costa asturiana y así le han crecido junto a su puerto bares y restaurantes, sobre todo en su plaza, que es al mismo tiempo la entrada al puerto viejo.

Pero no se preocupen que, al menos entre semana, sigue manteniendo su ritmo tranquilo de villa de pescadores en la que, como en todas las demás, ya no se pesca como antes. Así que paseando por ella encontraremos todos los detalles que le darán un sabor especial a nuestra visita, además de la propia belleza del pueblo: los paisanos tomando el sol, las casas típicas amontonadas en calles estrechas con tramos de escalones, hasta el pescado secándose en las terrazas...

No se necesita mucho tiempo para visitar Cudillero, pero sí es recomendable no hacerlo con prisa: pasee por sus callejuelas con tranquilidad, contemple la preciosa villa desde diferentes puntos, inspire su aire marino y sea consciente de que cada minuto que pase allí lo recordará como una estupenda experiencia.

Al fin y al cabo, ¿qué prisa tenemos si estamos viajando?

Playa y museo por el mismo precio

Nuestra ruta para conocer la Asturias más marinera puede seguir hasta un lugar que, desde luego, llama la atención: la Playa de Salinas y su museo de Anclas. Lo primero es la playa, por supuesto, amplia bella y solitaria, realmente de anuncio, en la que hasta las olas y el faro del fondo parecen colocados ex profeso para que pintemos una marina.

Junto a ella, además, está el curiosísimo Museo de Anclas, algo que a priori puede sonar cómo no demasiado interesante pero que, cuando lo conocemos, tiene un encanto realmente especial.

Parte de él, por supuesto, por su excepcional emplazamiento entre la playa y unos acantilados, parte por la sensación curiosa de pasearte entre enormes áncoras, casi todas de barcos históricos por una u otra razón: un yate del Rey, una nave de colonos de Florida del S XVI, barcos famosos de famosísimos naufragios...

Por si todos estos no son suficientes encantos en plena playa y con unas maravillosas vistas está el Real Balneario de Salinas que pese a su nombre es un excelente restaurante en el que vale la pena detener nuestro camino.

Para acabar, Luanco

Por desgracia nuestra ruta tiene que acabar, un lugar inmejorable para hacerlo es Luanco, con su hermoso frente de mar y su pequeño pero delicioso casco viejo con su torre del reloj, su palacio (hoy venido a menos, eso sí) y su iglesia, bastante curiosa y ubicada en un espacio que habría hecho las delicias de un promotor inmobiliario años atrás: en una plataforma junto al mar y entre dos playas.

De nuevo Luanco debe pasearse con calma, disfrutando del mar, del minúsculo puerto y de las gaviotas y su vuelo tranquilo y de los restaurante en los que comer mirando las olas o de aquellos, como Casa Néstor, que luchan con calidad contra la ubicación más afortunada de otros, pero no todo el mundo tiene ese calamar de potera.

En definitiva, de Luarca a Luanco conoceremos el mar asturiano, lo saborearemos y hasta lo respiraremos. Ustedes deberían ir ya, yo estoy deseando volver.

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3
comentarios
1 Santiago, día

Siempre es emocionante ver Luanco desde la distancia. Sin duda el mejor rincón del mundo. Muchas gracias

2 David, día

Que seria de Luarca sin Barcia junto a ella, uno de los pueblos más tranquilos y bonitos de Asturias: Barcia es un lugar para encontrar el silencio en momentos de estrés.

3 Luis, día

Luarca, la villa blanca de la costa verde. Mi tierra, que alegria verte por aqui :). hecho de menos tu olor, a salitre, tu azul, tus verdes prados, tu "orbayo"...