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Rajoy, de cañas y empanada

Acompañado de Arenas, el presidente vivió un fin de semana distinto: pidió el voto, pero de bar en bar, pincho en mano.

Acompañado de Arenas, el presidente vivió un fin de semana distinto: pidió el voto, pero de bar en bar, pincho en mano.
Rajoy, saliendo del bar Garrido en Barralla | Tarek

Hacía tiempo que no se le veía tan relajado, en su salsa. Seguro que estos días, en los que va de Bucarest a Bruselas y mantiene encuentros con líderes internacionales, recuerda con cierta nostalgia que el pasado fin de semana disfrutaba de una caña y una porción de empanada en un pequeño municipio, rodeado de vecinos. 

Ocurrió este fin de semana. El sábado, el presidente recorrió la provincia de Lugo y se trasladó en coche a las localidades de Guitiríz, Barralla y As Nogais. En el segundo de los municipios, Mariano Rajoy anduvo la avenida principal y entró en tres de sus bares y no en un cuarto, según advirtieron, porque el dueño "es socialista".

Al presidente se le vio muy relajado, recordando batallitas de antaño. Algunas señoras se alarmaron porque le vieron muy delgado, pero visto lo visto no ha perdido el apetito. En Baralla, probó también una tortilla de patatas que según Javier Arenas, que le acompañaba, estaba "espectacular".

El domingo, más de lo mismo, en esta ocasión en la provincia de La Coruña. En un aserradero de madera, en el municipio, de Rois se sentó a la mesa para degustar pulpo a la gallega y un buen pote. Entonces, recordó que a pocos kilómetros, en el pueblo colindante, se estrenó como registrador de la propiedad y sacó pecho porque siempre solía ganar cuando jugaban a las cartas.

Quienes no le acompañaron fueron su mujer, Viri, y sus hijos, que se quedaron en Moncloa.

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